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08.10.17

¿Y si Cristina Kirchner pierde por paliza? Sergio Massa y Florencio Randazzo ya lucen aliviados

(TN) Crece la caída de la expresidenta, especialmente por su fallida estrategia de comunicación, lo que beneficia a los candidatos de 1País y de Cumplir. El temor con los intendentes.
Por Marcos Novaro

(TN) El oficialismo minimiza la ventaja que sus listas llevan en Provincia. No quieren desinflar la polarización ni aflojar la presión sobre sus activistas. Es lógico, pero tal vez sea también irrelevante. Porque el proceso de deterioro y aislamiento de la expresidenta Cristina Kirchner avanza de todos modos.

Vistos los resultados que cosechó, le hubiera convenido seguir sin hablar con nadie más que con sus fieles. Los diálogos con periodistas tuvieron hasta aquí el mismo efecto en su popularidad que los rayos del sol en la piel de Drácula: con el primero perdió tres o cuatro puntos de popularidad y con los de Crónica y El País sobre las llagas ya abiertas la luz ultravioleta caló hasta los huesos.

Lo más notable fue cuando incursionó sobre temas delicados como Once y corrupción. No sólo por sus insólitas respuestas: ya para empezar y por más sonrisas y mohines que hiciera permitió que se enfocara la disputa de nuevo en su desempeño pasado, haciéndole un invalorable favor a sus adversarios.

Y los gremios y el resto del peronismo han girado ya decididamente hacia el "centro nacional" y la moderación, como gusta a Miguel Ángel Pichetto, alentados no sólo por los datos de encuestas sino por la detención de Juan Pablo "Pata" Medina, absolutamente demoledor para el peronismo bonaerense y alarmante para muchos otros gremios.

Y por gestos de moderación llegados oportunamente desde Casa Rosada, como la baja del proyecto de reforma laboral, que se ve Jorge Triaca convenció a Mauricio Macri de no tratar de convertir en ley, ya que nuestra situación nada tiene que ver con la de Michel Temer en Brasil. Allá un gobierno sin votos puede formar bastante fácil mayorías legislativas pro mercado, acá uno que va a recibir carradas de votos corre el riesgo de incinerarlos inútilmente un par de semanas después si pretende usarlos para la aprobación legislativa de reformas de esa orientación, cuando el peronismo no tendría ningún inconveniente en bloquearlas. Más bien hallaría en ello una valiosa oportunidad de reunificarse y demostrar que su derrota electoral fue acotada y tal vez efímera.

¿Cuánto crecerá la distancia que la separa del señor del yeso en el brazo, Esteban Bullrich, "el mudo"? Las encuestas más serias muestran que éste ya ronda los 40 puntos. Es más difícil ubicar a Cristina: algunas la dan aguantando alrededor de 35, pero es probable que no lo logre. En la desesperación extrema la agitación contra el "ajuste que viene", insistiendo en la necesidad de "ponerle un freno a Macri". Palos en la rueda, que le dicen. Algo que seguramente algunos compartirán, pero otros entre sus posibles votantes, viendo que las cosas de a poco mejoran, verán poco conveniente.

Otro motivo que preocupa y mucho al cristinismo es la deslealtad de los intendentes. Ellos necesitan los votos de Cristina para dar cobertura a sus listas locales, pero con ella perdiendo eso no alcanza, así que volvieron a hablar con Florencio Randazzo y Sergio Massa. Se preparan para repartir boletas cortadas, para que las suyas de concejales funcionen como colectoras, y algunos hasta fueron a ver a Pichetto para mostrar que les importa un rábano que los acusen de traición. Más pasto para el pronóstico de que el peronismo no perderá el tiempo y aislará a la líder de Unidad Ciudadana.

A diferencia de Martín Lousteau, que se derrumba sin freno ni límite, la suerte de aquellos dos referentes del peronismo no está echada, aun sus campañas pueden hacer alguna diferencia. Claro que no van a brillar, pero el asunto no es ese, es sobrevivir. Y estar en mínimas condiciones para la gran batalla que se viene, la recomposición del peronismo bonaerense. Como siempre, la más difícil y la decisiva de todas las operaciones de digestión y reinvención de esta fuerza política en los cambios de época.

Allí Cristina seguirá tallando, por más que perfore su piso electoral el 22 de octubre y pierda por paliza, digamos 10 puntos, cosa nada improbable. Igual 3 millones de votos no los junta cualquiera. Pero los números puede que importen bastante menos que las alianzas y la capacidad de influir en el proceso partidario y legislativo. Algo que parece nadie más que sus fieles seguidores está interesado en facilitarle.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)