Artículos

28.10.17

¿Estamos ante un cambio político histórico en la Argentina?

Los actores de la oposición tendrán el desafío de reacomodarse para enfrentar a un oficialismo pragmático, al cual se lo acusa de ser tanto de derecha como «kirchnerismo de buenos modales», pero que en los hechos basa su éxito en la profesionalidad de la gestión, siendo a la vez estatista y pro mercado, una suerte de socialdemocracia europea. Sin duda, algo inédito en la Argentina.
Por Gabriel C. Salvia

Un fenómeno político es lo que se vive actualmente en la Argentina, luego que Mauricio Macri alcanzara la presidencia por una mínima diferencia en 2015 y recientemente su Alianza Cambiemos protagonizara una contundente victoria en las elecciones legislativas de medio término el pasado 22 de octubre. El resultado de estos comicios le abre el camino a Macri para ser el primer presidente no peronista que en casi un siglo completará su mandato, aspirando a su reelección por cuatro años más.

Hagamos un breve repaso histórico para comprender la trascendente victoria de Alianza Cambiemos del domingo pasado. El radical Máximo Marcelo Torcuato de Alvear, quien gobernó la República Argentina entre 1922 y 1928, es considerado el último presidente no peronista en completar un mandato presidencial. Posteriormente, en 1930 se produjo un golpe militar que derrocó al líder radical Hipólito Yrigoyen, iniciando así una práctica de interrupción institucional que caracterizaría a gran parte de la política argentina del siglo XX junto al surgimiento del peronismo, alcanzando por primera vez el poder en 1946 con Juan Domingo Perón, quien fuera electo presidente en tres ocasiones. Entre los gobiernos peronistas y militares, otros presidentes del partido Unión Cívica Radical fueron electos en 1958 y 1963 con el peronismo proscripto, sin embargo no pudieron completar su mandato. Cabe recalcar que tampoco los presidentes radicales elegidos con el retorno a la democracia, Raúl Alfonsín (1983-1989) y Fernando de la Rúa (1999-2001), no lograron culminar sus mandatos. Con la reciente victoria de Alianza Cambiemos, ¿estaremos a punto de presenciar el fin de la hegemonía peronista?

Los candidatos de Macri ganaron en los cinco distritos electorales más importantes del país: las provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lo cual no se producía desde el año 1985, con el triunfo legislativo de la Unión Cívica Radical durante los inicios del gobierno de Raúl Alfonsín. De esta manera, la Alianza Cambiemos aumentará su número de bancas en ambas cámaras del Congreso de la Nación a partir de 10 de diciembre. Aunque en ninguna cámara tendrá quorum propio, el apoyo electoral de Alianza Cambiemos creció en 6 puntos a nivel nacional comparado con el año 2015, llegando ahora al 41 por ciento en términos generales y separándolo por 20 puntos del kirchnerismo.

En la provincia de Buenos Aires, que reúne la mayor cantidad de votantes, la Alianza de Macri revirtió el resultado de las ajustadas primarias de agosto y sus candidatos a Senadores Nacionales se impusieron nada menos que ante la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner. Aunado a esto, fueron derrotados otros dirigentes peronistas no kirchneristas de quienes se esperaba la renovación abriendo paso a un nuevo liderazgo peronista.

¿A qué se debe este resultado tan contundente respecto a las primarias de hace un poco más de dos meses? El motivo puede ser una combinación de la eficiencia del oficialismo en su marketing electoral, algunos resultados de su gestión materializados en obras a sectores populares y la esperanza de cambio en un amplio sector de la sociedad luego de los doce años y medio de gobiernos kirchneristas. Es cierto que la economía empezó a mostrar un repunte, pero por el corto tiempo entre una y otra elección no pudo haber sido tan determinante.

¿Qué cabe esperar a partir de ahora? A pesar del claro triunfo en las urnas, quienes no tienen muchos votos logran hacer mucho ruido en las calles y en la Argentina la protesta social es incontrolable, por lo cual una posibilidad es que el gobierno de Macri continúe con su gradualismo y postergue las profundas pero necesarias reformas una vez que se concrete la reelección presidencial. De esa manera Macri asegurara un respaldo electoral mayor al que lo llevó por muy poco a la presidencia en 2015, y a su vez se habrá completado un proceso de renovación del Poder Legislativo que le facilitará la aprobación de leyes fundamentales para la transformación del país.

Parece todo color de rosas para el nuevo oficialismo en la Argentina, más con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y sus principales funcionarios enfrentando causas de corrupción ante la justicia. Pero no es sano para la democracia que surja un nuevo actor hegemónico, que de proyectarse estos resultados en 2019 pasaría a ocupar más gobernaciones e intendencias.

Igualmente, dos años es bastante tiempo en la dinámica política argentina. El gobierno de Macri tiene mucho por hacer, cuenta con ciertas limitaciones para realizar reformas estructurales y se mantiene un sector importante de la población en condiciones de pobreza e indigencia. Asimismo, los actores de la oposición tendrán el desafío de reacomodarse para enfrentar a un oficialismo pragmático, al cual se lo acusa de ser tanto de derecha como “kirchnerismo de buenos modales”, pero que en los hechos basa su éxito en la profesionalidad de la gestión, siendo a la vez estatista y pro mercado, una suerte de socialdemocracia europea. Sin duda, algo inédito en la Argentina.