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06.06.18

Maldonado: testigos falsos que «se cagan» en la democracia y la justicia

(TN) Las sospechas que Sergio confesaba en privado tal vez siguen existiendo. Pero no dijo nada sobre estas grabaciones y puede que nunca lo haga: ¿cómo atreverse ahora a reconocer el error, admitir que se dejó manipular y no fue precisamente «fiel a Santiago»?, entre cuyos ideales e intereses no debía estar cagarse en la democracia, en la justicia y en el país.
Por Marcos Novaro

(TN) ¿Estuvo bien o mal que el juez Guido Otranto, el primero a cargo de la investigación del caso Maldonado, y la fiscal Silvina Ávila, ordenaran grabar las conversaciones telefónicas entre varios de los denunciantes de la supuesta desaparición del tatuador?

Si el procedimiento fue correcto, lo tiene que determinar la Cámara de Apelaciones de Comodoro Rivadavia en estos días. El actual juez de la causa, Gustavo Lleral, opina que no y ordenó destruir los audios.

Las llamadas son entre el hermano de Santiago, la mapuche Claudina Pilquiman, dirigente de la comunidad Pu Lof en Resistencia y madre de Lucas, el escurridizo “Testigo E” que supuestamente había visto con sus propios ojos como Santiago Maldonado era golpeado y secuestrado por gendarmes, y un amigo de la víctima, Ariel Garzí, que en su momento declaró que llamó al celular de Santiago, fue atendido y escuchó por la línea “pasos de botas militares” o algo así, más algunos integrantes de la “red de apoyo” de los organismos de derechos humanos (como los abogados que se presentaron ante la CIDH, Fernando Cabaleiro y Carlos González Quintana e hicieron famoso a “E”.

En particular, los Pilquiman y Garzí tienen altas probabilidades de ser acusados de falso testimonio y obstrucción a la Justicia. Por eso, la fiscal Ávila pidió que no se destruyan las grabaciones. Argumenta que de no haber sido por las acciones de esas personas, la investigación hubiera concluido mucho antes y se hubiera ahorrado un grave daño a los familiares de Maldonado, a la sociedad y a las instituciones del país.

Gracias a las escuchas, podemos hacernos hoy una idea más precisa de lo que ocurrió. Y también de las razones por las que los escuchados quieren que se borren del mapa esas pruebas, que nadie se entere lo que hablaban; en particular sobre sus diferencias respecto a los testimonios y las versiones que circulaban de lo ocurrido.

En una de las conversaciones, ampliamente difundida en diversos medios estos días, Sergio Maldonado deja ver la tensión que vive entre las “ideas” que profesaba su hermano y el interés de la familia en descubrir la verdad. Le reclama a Claudina Pilquiman que su hijo Lucas declare lo que vio ante el juez y deje de esconderse en el anonimato, porque eso abonaba las versiones contradictorias que circulaban sobre la suerte de Santiago. Le pregunta: “¿Mintió Lucas cuando me contó todo?.... ¿Cómo es la cosa? ¿Cómo todos nos jodemos y ustedes no? Yo lloro todos los días porque sufro a mi hermano. Los apoyé porque es lo que él creía. No quiero estar en contra de ustedes. Pero tampoco voy a estar de pelotudo, poniendo la cara todos los días”.

Ante eso, su interlocutora se ve obligada a explicar lo que ella pensaba realmente de la situación: que la investigación no tenía ninguna importancia, lo único importante era el bien de su grupo: “Me cago en el país, me cago en esta democracia y me cago en esta Justicia… es una mierda… ¿vos pensás que va a cambiar algo?... ¿vos te das cuenta que… estás traicionando a los propios amigos de tu hermano?”.

Aunque Sergio Maldonado cierra el diálogo amenazando con que pediría al juez que cite a declarar a todos los supuestos testigos, “con nombre y apellido”, nunca lo hizo. Lamentablemente, parece que la extorsión de la Pilquiman surtió el efecto esperado en su ánimo. Y en los meses que siguieron y todavía hoy, ambas partes se ponen de acuerdo en decir públicamente que el Gobierno es responsable, que él fue el que mintió, actuó ilegalmente y provocó la muerte de Santiago.

Las sospechas que Sergio confesaba en privado tal vez siguen existiendo. Pero no dijo nada sobre estas grabaciones y puede que nunca lo haga: ¿cómo atreverse ahora a reconocer el error, admitir que se dejó manipular y no fue precisamente “fiel a Santiago”?, entre cuyos ideales e intereses no debía estar cagarse en la democracia, en la justicia y en el país.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)