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02.08.18

¿Necesitamos cadenas?

(7 Miradas) Hace al menos un par de décadas que lo que ocurre en la política no es materia de interés de la sociedad: son cuestiones que quedan para públicos muy segmentados, muchas veces encapsulados en sí mismos. Pero el fenómeno de las redes sociales es más complejo que la antítesis «redes vs. medios» por varias razones.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) El domingo pasado el colega Jaime Durán Barba escribió en el diario Perfil el artículo “Necesitamos cadenas”, resaltando el rol de las redes sociales y bajando el precio a los medios tradicionales y el periodismo. Como de costumbre, se armó un interesante debate sobre este tema.

Comienzo aclarando que tengo respeto intelectual por Jaime a quien conozco hace casi 20 años cuando compartimos panel con un seminario en México, y aprecio los aportes conceptuales en sus libros.

Luego comparto en general lo que él dice en su nota de Perfil. Sin embargo, en temas de ciencias sociales no hay verdades absolutas y todo tiene matices que conviene despejar.

Estoy totalmente de acuerdo en que hace al menos un par de décadas que lo que ocurre en la política no es materia de interés de la sociedad: son cuestiones que quedan para públicos muy segmentados, muchas veces encapsulados en sí mismos.

Pero el fenómeno de las redes sociales es más complejo que la antítesis “redes vs. medios” por varias razones:

  • Los medios están en las redes también, y mucha gente consume noticias directo ahí (de hecho hoy es una pelea de los medios con Zuckerberg);
  • Ya sabemos que las redes no son un ágora libre, sino un negocio con algoritmos y pauta publicitaria: ergo, todos vivimos encapsulados con los que tienen gustos semejantes a los nuestros;
  • El fenómeno de las redes está en permanente metamorfosis, por lo cual lo que era hace un año ya no lo es hoy.

Jaime alude a las preguntas que le hicieron los periodistas al presidente en la última conferencia de prensa, comparado con las que le hicieron ciudadanos comunes en una sesión de Instagram. Eso lo lleva a deducir que los que los medios dicen y opinan no tiene nada que ver con lo que le interesa a “la gente”. Al respecto creo que:

  • El periodismo pregunta lo que quiere, y si se funde una empresa porque no tiene suficiente público es un problema de ella;
  • Es lógico: el público de Instagram no es el de los medios que informan de política y economía, pero los que hicieron las preguntas en dicha red social tampoco son una muestra representativa del total de los votantes.
  • Los medios han perdido una enorme influencia sobre cómo la gente forma sus opiniones, pero siguen siendo útiles para marcar agenda y generar climas.

Esto nos lleva a preguntarnos qué se quiere decir exactamente, cuando se dice que “a la gente no le interesa la política”.

  • A la gente no le interesa la política partidaria, los dimes y diretes, las denuncias de unos contra otros, en síntesis, lo que vulgarmente llamaríamos “el puterío”;
  • Lo que dicen los analistas la gente no lo escucha o lee, pero puede influir sobre los actores que toman decisiones (políticos, empresarios, los mercados, etc.) que sí inciden sobre el cotidiano ciudadano;
  • Lo que sí interesa es cuando un tema que se debate en el ámbito de la política puede afectar sus intereses o valores. Si no, ¿por qué se armó tanto alboroto con la reforma previsional? ¿y con el aborto? Pues entonces deberíamos diferenciar esta cuestión (central para mí gusto).

Dicho todo esto, esta columna no la va a leer ni el encargado de mi edificio ni mi empleada doméstica, sino solo algunos amigos de este medio. El círculo rojo. Unos marginales que toman decisiones que sí pueden afectar la vida de aquellos.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)