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02.08.18

Los cuadernos de las coimas | Si el escándalo golpea a Cristina, ¿Se beneficia el gobierno o el peronismo?

(TN) Suelen producirse cambios muy rápidos en la política argentina. Pero también, hay ocasiones en que parece que la situación va a cambiar profundamente y luego, esa expectativa se diluye porque todo vuelve a ser como era.
Por Marcos Novaro

(TN) Todavía es muy temprano para saber a qué patrón se acomodará el escándalo de los cuadernos de Oscar Centeno. Puede terminar con varios exfuncionarios y empresarios presos y alcanzar directamente, incluso, a la propia expresidenta, en cuyo domicilio parece se descargaban en ocasiones los bolsos con dinero. O puede diluirse como otros escándalos si la Justicia no hace bien su trabajo, si no hay arrepentidos que colaboren, si no logran conectarse los datos sobre el movimiento de bolsos con el pago de adelantos de obras, retiros y depósitos bancarios y, sobre todo, si no aparece algo del dinero que se robó.

Sin embargo, ya empezaron las especulaciones políticas sobre los beneficios y perjuicios que el escándalo va a traer. En el Gobierno, han adoptado una posición casi prescindente. Germán Garavano, el ministro de Justicia celebró que la Justicia avance en esta investigación, nada más.

Si es esto último, se equivocan de cabo a rabo. Es lo mejor que les podía pasar y deberían estar celebrándolo: ante una sociedad en la que en los últimos tiempos tendió a instalarse la idea de que todos los políticos son igual de fraudulentos y mentirosos, y ninguno está realmente interesado en combatir la corrupción (por los Panamá Papers, por la frustración de investigaciones judiciales previas y por otros factores), aporta una prueba invalorable de que esta administración es al menos en este aspecto distinta y mejor a la anterior, no apaña a nadie.

Pero hay otra especulación dando vuelta. Es la de que al comando oficialista le preocupa que Cristina salga de la escena de competencia electoral para el año que viene a consecuencia de esta investigación. Sea porque termine presa o porque su imagen finalmente perfore lo que hasta aquí ha sido su piso infranqueable, y que actúa como un obstáculo también infranqueable para todos los aspirantes a renovar el peronismo. Y entonces, los planes de reflotar en 2019 la polarización practicada en 2017, que sirvió tan bien a las necesidades de Cambiemos, se desarmen, y haya que competir con alguna figura peronista menos atada al pasado. Lo que podría implicar un desafío mayor para la reelección de Macri.

No hay que descartarlo, pero por ahora son puras especulaciones que, además, la experiencia tiende a desmentir. Ninguna de las investigaciones y acusaciones muy directas y bien fundadas que se han hecho hasta aquí sobre la fortuna de los Kirchner afectó mayormente al núcleo duro de votantes de Cristina.

Lo esperable es más bien que sus defensores y apoyos se abroquelen, tal como sucedió en Brasil con Lula Da Silva cuando fue condenado y enviado a la cárcel.

Por otro lado, las dificultades del peronismo llamado “federal” o “moderado” o “renovador” residen más en él mismo que en los obstáculos que le impone el kirchnerismo residual. Para empezar y como se ve, aquél no logra ni siquiera darse un nombre. Sus referentes se dispersan en varias organizaciones o grupos con escasa disposición a colaborar entre sí. Y en muchos casos, están demasiado implicados en los doce años del ciclo anterior como para decir que no sabían ni tenían nada que ver con lo que los cuadernos de Centeno ahora documentan e ilustran en detalle.

¿Puede una investigación eficaz de estos documentos alentar un cambio de actitud en ese espacio peronista? Ojalá suceda. El peronismo es un actor demasiado importante para el país como para que se resigne a representar, como ha hecho el kirchnerismo y pretende seguir haciendo, solo a la porción de la sociedad a la que los recurrentes escándalos de corrupción no le interesan en lo más mínimo.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)