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26.12.18

Un regalo de Navidad para el gobierno

(El Líbero) Un gobierno de derecha tiene siempre como sello distintivo el objetivo de que la sociedad y las libertades individuales crezcan más que el aparato estatal. En lo que va de esta administración, los dos principales logros han sido la creación de una nueva burocracia estatal (el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación) y la regulación de una dimensión de la libertad individual en la que el Estado no tiene para qué involucrarse (la ley de identidad de género).
Por Patricio Navia

(El Líbero) 

El mejor regalo de Navidad para el gobierno es un póster con la foto de Ronald Reagan y su famosa frase “Siempre he pensado que las nueve palabras más espantosas del idioma inglés son yo soy del gobierno y estoy aquí para ayudar”. Porque un gobierno de derecha debiera entender que el Estado debe estar al servicio de la sociedad y no al revés, las políticas económicas, sociales y culturales debieran siempre buscar el desarrollo de la libertad individual, no el crecimiento del aparato estatal.

En su primer año de gobierno, las dos principales reformas de este gobierno que perdurarán en el tiempo son la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación y la nueva ley de identidad de género. Cualquier observador internacional se sorprendería al saber que este legado corresponde a un gobierno de derecha. Es más, a partir de las propias promesas de campaña realizadas por Sebastián Piñera y de los principales compromisos en su programa de gobierno, estos legados también resultan curiosos.

Piñera ganó la elección de diciembre de 2017 porque prometió un gobierno que pondría el foco en el desarrollo económico, revirtiendo algunas de las reformas más inconducentes a ese objetivo que implementó el gobierno de Bachelet. Además, al entender que el motor de la economía está en el sector privado —y que el gobierno debe esforzarse por ser un aliado y no un obstáculo de la iniciativa privada— se presumía que buscaría modernizar el aparato público en vez de crear nuevas burocracias estatales.

La promesa de los tiempos mejores iba acompañada de dos grandes reformas, la tributaria y la de pensiones. Si bien el gobierno anunció sus proyectos en agosto y octubre, respectivamente, ninguno ha avanzado mucho en el Congreso. Mientras más pasa el tiempo, más difícil parece lograr que ambos puedan ser promulgados antes del discurso presidencial frente al Congreso Nacional, en junio de 2019. Además, considerando que la oposición tiene mayoría en ambas cámaras y que las relaciones con La Moneda no pasan por un buen momento, el espacio para los acuerdos no es el más auspicioso. La aprobación de Piñera, que está en 38% -la más baja desde que asumió el poder en marzo-, también hace más fácil que los legisladores de su propia coalición se pongan más indisciplinados. Cuando un Presidente es popular, todos quieren aparecen en la foto con él; cuando no, criticarlo produce réditos.

Por otra parte, la economía se ha expandido menos de lo esperado. El desajuste entre expectativas y realidad ha permitido que se multipliquen las críticas. La propia ex Presidenta Bachelet —bajo cuyo gobierno el crecimiento fue especialmente decepcionante— se animó a decir que veía una “economía debilucha” y un aumento en el desempleo. Si bien La Moneda desmintió con datos en manos a la ex Mandataria, la percepción generalizada es que los tiempos mejores no han llegado al bolsillo de los chilenos.

Además, desde la muerte de Camilo Catrillanca el 14 de noviembre, el gobierno ha estado a la defensiva en el tema mapuche. Su Plan Araucanía está en cuidados intensivos y la crisis que se desencadenó en Carabineros lo ha salpicado también. La administración insiste en los datos duros de alza del empleo, crecimiento económico, aumento de la inversión y en reformas importantes, como la del Sename y del Adulto Mayor, pero lo cierto es que la sensación ambiente dista mucho del aire autocomplaciente que parece dominar en La Moneda. No hay mucha gente en el oficialismo que comparte la nota 6.0 (en escala de 1 a 7) con la que se autoevaluó el Presidente Piñera.

En parte, esto se debe a que los principales logros del gobierno no tienen el ADN derechista. Un gobierno que crea una nueva burocracia estatal —por muy bien intencionada que sea esa iniciativa— no es del gusto de la derecha. Crear una burocracia para promover la innovación equivale a crear un ministerio para la promoción de libre mercado o un ministerio para promover la descentralización o para combatir la burocracia.Un gobierno de derecha tiene siempre como sello distintivo el objetivo de que la sociedad y las libertades individuales crezcan más que el aparato estatal. En lo que va de este gobierno, los dos principales logros han sido la creación de una nueva burocracia estatal y la regulación de una dimensión de la libertad individual en la que el Estado no tiene para qué involucrarse (bastaba con eliminar la referencia al sexo en el carné de identidad en vez de intentar regular quién, cuándo y cómo la gente puede cambiar su sexo registral del certificado de nacimiento).

Afortunadamente, el gobierno todavía tiene tres años para corregir rumbo. Para ayudarlo a recordar de qué se trata ser de derecha, le vendría muy bien tener a la vista la sabía frase de Regan, con las nueve palabras más espantosas del idioma inglés: “Yo soy del gobierno, y estoy aquí para ayudar”.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)