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10.01.19

¿Por qué el gobierno no puede dejar atrás el caso Catrillanca?

(El Líbero) Como resultado del asesinato del comunero mapuche, el Plan Araucanía sigue en la unidad de cuidados intensivos y es cada vez más improbable que pueda materializarse antes del fin de este periodo presidencial. La bala que mató a Catrillanca también puso en riesgo de muerte a una de las iniciativas más simbólicas impulsadas por Piñera durante su candidatura presidencial.
Por Patricio Navia

(El Líbero) Desde que Camilo Catrillanca fue asesinado el 14 de noviembre de 2018, el gobierno del Presidente Piñera ha estado atrapado en la polémica que se generó por su muerte. Mientras no sea capaz de salir de esa jungla de críticas y recriminaciones, su capacidad para enfocarse en su agenda de reformas legislativas seguirá limitada y la aprobación a su administración seguirá en problemas.

La reacción inicial del gobierno a la lamentable muerte de Catrillanca probablemente hubiera sido muy distinta si hubiera tenido entonces toda la información que hoy existe sobre lo que ocurrió ese día y sobre cómo algunos carabineros involucrados en los hechos intentaron ocultar información. El gobierno ha pagado caro por su error. El intendente de La Araucanía renunció y La Moneda ha pasado dos meses arrinconada, defendiéndose y dando explicaciones. Los cuestionamientos de la oposición al ministro del Interior —con peticiones de renuncia que posiblemente no se materialicen, pero que indudablemente han debilitado la autoridad política de Andrés Chadwick— se han convertido en la estrategia favorita de debilitamiento a la agenda legislativa y de reformas que impulsa el Presidente Piñera.

Como resultado del asesinato de Catrillanca, el Plan Araucanía sigue en la unidad de cuidados intensivos y es cada vez más improbable que pueda materializarse antes del fin de este periodo presidencial. La bala que mató al comunero mapuche también puso en riesgo de muerte a una de las iniciativas más simbólicas impulsadas por Piñera durante su candidatura presidencial.

Los costos no se han limitado al gobierno. El General Director de Carabineros tuvo que renunciar y esa institución pasa por una crisis profunda. Eso también ha traído externalidades negativas para la administración gobernante, cuya agenda para combatir la delincuencia y el crimen se ha visto obstruida por la necesidad de impulsar una reforma que permita a Carabineros ser un aliado incuestionable y confiable en el esfuerzo por garantizar la seguridad y el orden en el país.

Precisamente porque los costos han sido tan altos, es difícil entender por qué el gobierno ha demorado tanto en dejar atrás el escándalo. Parte del problema radica en que La Moneda confió demasiado en la versión oficial de Carabineros. Después de los escándalos de corrupción en la institución —y en las Fuerzas Armadas en general— y, en particular, después del vergonzoso escándalo de la Operación Huracán, resulta incomprensible que el gobierno le haya prestado tanta ropa a la versión oficial de Carabineros sobre lo que ocurrió ese día. Como esa institución tiene problemas serios de credibilidad, el error político de creer a pies juntillas lo que dijo inicialmente acarrea costos que se siguen pagando hasta hoy.

De hecho, aunque será difícil demostrar que Chadwick incumplió sus obligaciones legales como ministro del Interior, es evidente que alguien cometió el desatino de decidir no cuestionar la versión inicial que entregó Carabineros sobre cómo murió Catrillanca. Aunque la oposición ha liderado los cuestionamientos al ministro, en realidad éstos debieran venir desde el interior de Chile Vamos. No hay razón por la que el gobierno haya tenido que seguir atrapado en el escándalo por la muerte de Camilo Catrillanca por ya casi dos meses.

Hay buenas razones para creer que la llegada de febrero, mes en que el Congreso toma vacaciones y por lo tanto disminuye bastante la intensidad en la agenda política, el escándalo sobre el asesinato de Catrillanca pasará a lugares secundarios en la agenda de prioridades. Pero ese optimismo depende de que la situación en La Araucanía se mantenga estable. Si llega a haber otro incidente de violencia en la región con causa de muerte —de algún comunero u otra persona por actividades de violencia de grupos extremistas que reivindican la causa mapuche— la frágil estabilidad se pondrá a prueba y el gobierno volverá a caer preso de un conflicto que cada vez parece más difícil de solucionar.

Algunos parecen tentados a creer que la renuncia de Chadwick podría permitir al gobierno pasar página y dejar atrás el escándalo. Pero dada la especial cercanía de Chadwick con Piñera, la renuncia del ministro del Interior significaría también el debilitamiento del propio Presidente y retrasaría todavía más la agenda de reformas que el gobierno anunció al asumir el poder.

Por eso, lo único que puede hacer el gobierno ahora es disciplinarse, evitar cometer errores no forzados adicionales y buscar centrarse en que el debate político se centre en los dos temas prioritarios para La Moneda en el primer semestre de 2019, la reforma tributaria y la reforma de pensiones. Solo cuando el gobierno logre poner sus temas sobre la mesa, conseguirá que la oposición se vea obligada a dejar de hablar de la muerte de Catrillanca y deba articular una respuesta al proyecto de reforma tributaria y de reforma de pensiones.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)