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27.02.19

En Cuba se blanqueó una importante oposición a la revolución

(The Global Americans) La propuesta de reforma constitucional del Partido Comunista de Cuba (PCC) blanqueó lo que el castrismo siempre negó y la unanimidad en la cual la revolución decía legitimarse no es tal. Pero esto no es todo, pues la opacidad del proceso electoral del referéndum permite aventurar la idea de que el castrismo, al igual que le pasó al pinochetismo, no resistiría un plebiscito para mantenerse en el poder.
Por Gabriel C. Salvia

(The Global Americans) Tanto Fidel y Raúl Castro, como sus funcionarios y fanáticos defensores dentro y fuera de Cuba, siempre minimizaron a la oposición interna, calificándola de grupos minúsculos y mercenarios al servicio de una potencia extranjera, algo típico de estos regímenes. Sin embargo, ante la primera ocasión en que la revolución permitió votar a favor o en contra de una propuesta oficial de reforma constitucional, se encontraron con un rechazo superior al millón de votos, con todo y que la oposición es catalogada como una oposición ilegalizada.

Esta reforma constitucional fue planteada por Raúl Castro días después de ser reemplazado por Miguel Díaz Canel como Jefe de Estado, y de la renovación total de la Asamblea Nacional del Poder Popular. La reforma fue sometida a consultas y el proyecto original produjo cambios, pero mantuvo siempre el régimen unipartidista y el carácter “irreversible” de la revolución. La convocatoria para votar la reforma se fijo para el pasado 24 de febrero (24F).

Esta nueva constitución, que reemplazará a la 1976, obtuvo 86.8% de los votos, de cerca de ocho millones de votos registrados. Por su parte, el 9% votó por el NO y el 4.1% restante fueron votos en blanco o nulos. A su vez, la abstención alcanzó casi el millón y medio de ciudadanos habilitados para votar, entre los cuales estaban quienes rechazaron participar por considerar que se trataba de un fraude orquestado.

De acuerdo al portal 14ymedio, “Un cálculo inicial arroja que la suma de votos por el NO, los nulos y los que quedaron en blanco es de 1,032,174. Si se agrega la abstención (1,449,934) la cifra alcanza un total de 2,482,108 cubanos que no aprobaron la nueva Constitución, es decir el 26.69% del padrón electoral. La Carta Magna fue aprobada por el 73.31% de ese registro de votantes”.

De esta manera, la propuesta de reforma constitucional del Partido Comunista de Cuba (PCC) blanqueó lo que el castrismo siempre negó y la unanimidad en la cual la revolución decía legitimarse no es tal.

Pero esto no es todo, pues la opacidad del proceso electoral del referéndum permite aventurar la idea de que el castrismo, al igual que le pasó al pinochetismo, no resistiría un plebiscito para mantenerse en el poder en condiciones similares a las que se produjeron en Chile en 1988. En efecto, en el plebiscito que puso fin al régimen militar chileno la oposición pudo hacer campaña por el NO, incluso en los medios públicos. Además, los padrones estuvieron depurados y los partidos que luego conformarían la Concertación de Partidos por la Democracia que en 1989 llevó a la presidencia a Patricio Aylwin pudieron fiscalizar el proceso electoral, al cual se sumó la Iglesia Católica—que también era opositora a la dictadura militar—, asi como acompañamiento puntual de la observación internacional.

En este referéndum constitucional en Cuba solamente hubo campaña oficial por el SI y en el cuarto de votación se proporcionó ¡un lápiz! para marcar en la boleta por SI o por NO. Posteriormente, los resultados de una votación tan sencilla se difundieron 21 horas después del cierre de la votación.

¿Cuál habrá sido el verdadero resultado? Sólo lo debe saber la jerarquía del PCC. Pero en cualquier caso ahora el costo político de sostener un régimen de partido y pensamiento únicos es más alto, dado que hay por lo menos un veinte por ciento de la población cubana que no los comparte.

El sucesor formal de Raúl Castro, Miguel Díaz Canel, conoce ya el resultado de esta suerte de encuesta sobre el apoyo a la revolución, la cual terminó convirtiéndose en una demanda de apertura política. Por su parte, a pesar de la represión y la falta de apoyo internacional, la oposición tendrá en las nuevas tecnologías una herramienta para burlar la censura y tratar de movilizar a ese millón de cubanos que rechazaron esta reforma constitucional.

Después de este referéndum constitucional ya nada será igual en Cuba. Asimismo, comenzará a cuestionarse la legitimidad del régimen cubano en el ámbito internacional, a lo cual el eventual retorno a la institucionalidad democrática en Venezuela le podría dar el golpe de gracia al único gobierno unipartidista de América Latina.      

Gabriel C. Salvia es Director General del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).

Fuente: The Global Americans (Estados Unidos)