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28.02.19

Carne y cuero sin vacas

(7 Miradas) Los cientistas sociales ya estamos curados de espanto con respecto a los impactos sociales de profundos cambios tecnológicos: para muestra está la Revolución Industrial. Habrá que tomar todo con pinzas, pero lo que no podremos hacer es ser escépticos absolutos. Algo muy grande y profundo está pariendo.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Vamos a camino a producir la mejor carne de vaca y el mejor cuero de manera sintética, sin necesidad de tener un maravilloso ganado que paste en nuestras ricas pampas. La pregunta sería ¿y qué haría Argentina con sus vacas? Pues… no sé, si además alguien logra producir leche de la misma forma.

Qué tiene que ver esto con una columna sobre política? Mucho más de lo que el lector pueda imaginar. El punto es que las nuevas tecnologías exponenciales podrán lograr cosas impensadas… de las buenas y de las malas. Porque si cualquiera pueden producir lo que se lo ocurra de manera sintética, o con una impresora 3D en el fondo de su casa ¿a qué se dedicarían nuestros productores agropecuarios?

¿Y eso no sería acaso un problema político? Claro que sí.

“Fara ¿esto no suena a ciencia ficción?”. Yo diría que “sonaba”, porque ya no suena más. Esto y muchas cosas más se expusieron en el Singularity University Summit que se desarrolló en Madrid el 19 y 20 de febrero. SU es una universidad que reside en el Silicon Valley que está dedicada a la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías.

Su director, Peter Diamandis, es coautor de un libro que se titula “Abundancia”. Su tesis central indica que las tecnologías exponenciales nos van a cambiar la vida de manera definitiva. Hasta acá partimos del principio de escasez de la mayoría de las cosas: recursos naturales no renovables, talento, capitales, agua dulce, espacio vital, etc. Diamandis dice que gracias a las nuevas tecnologías (incluida la inteligencia artificial), muchas cosas que eran escasas pasarán a ser abundantes. De modo que estaríamos obligados a revisar el principio de que vivimos en un mundo finito. ¿Y si las tecnologías lo convierten en infinito? Deberíamos enterrar la idea de que habrá guerras por el control del agua, entre otras cosas.

Sigo sin explicar que tiene que ver esto con la política, verdad? Pues la política, más allá de ser el arte de lo posible, es la actividad orientada a la asignación autoritativa de recursos escasos. Qué pasaría entonces si no hubiese más escasez? Si el acceso a todos los bienes básicos –alimentación, salud, educación, vivienda, entre otros- ya no formasen parte de los reclamos de la mayoría social ¿deberíamos repensar el rol mismo de la política en el planeta?

Aunque es muy interesante, la tesis central de Diamandis es polémica. A su libro le contesta otro de Paul Gilding que se denomina “The Great Disruption”. Así como el primero es un gran optimista sobre el futuro de la humanidad, el segundo es lo contrario. Imposible de saber hoy quién tiene la razón, pero en todo caso está claro que debemos observar atentamente todo lo que modificará –exponencialmente- nuestro cotidiano en los próximos años. Así como los exégetas de la globalización eran ultra optimistas al momento de la caída del Muro de Berlín (y aquí estamos en el medio de nacionalismos, xenofobias y otras muchas cuestiones), no parece razonable abrazar estos conceptos de manera acrítica.

Siempre las transiciones hacia lo nuevo son complejas, tanto desde el punto de vista material como simbólico. En una primera etapa suelen generarse brechas sociales –objetivas y subjetivas- que tensionan la capacidad de los sistemas políticos para dar las respuestas adecuadas. Diamandis cree que ya no habrá una grieta entre los que tienen y los que no, sino entre los que poseen mucho, y otros que tendrán acceso a lo básico, más que nunca en la historia. En el medio quedan muchos debates complejos pendientes respecto si tendremos una gran crisis de empleo a causa de la robótica, si las máquinas dominarán al mundo, si los sistemas previsionales podrán financiar a gente que viva 120 años, etc. etc.

Los cientistas sociales ya estamos curados de espanto con respecto a los impactos sociales de profundos cambios tecnológicos: para muestra está la Revolución Industrial. Habrá que tomar todo con pinzas, pero lo que no podremos hacer es ser escépticos absolutos. Algo muy grande y profundo está pariendo.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)