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16.04.19

Pussy Riot en Buenos Aires cantó para las fans de los aliados de Putin

Las muy buenas crónicas posteriores a la presentación en la capital de la República Argentina de una de las tres líderes de la emblemática banda de punk rusa, Pussy Riot, como las de Clarín y Página 12, pasaron de largo el hecho más relevante en la noche de Niceto Bar: Nadya Tolokonnikova ofreció su show para un público compuesto mayormente por simpatizantes de los aliados del autócrata que las oprime, Vladimir Putin.
Por Gabriel C. Salvia

Aunque ciertamente provocadoras y agresivas, como besando abusivamente a las policías de su país, las Pussy Riot son feministas, pero sobre todo activistas por la libertad de expresión, protesta pacífica y opositoras a Putin. Sin embargo, la mayor parte del público que asistió a su show en Niceto lo hizo como militantes feministas y en campaña por la ley de interrupción voluntaria del embarazo en la Argentina. Hubo mucho canto en favor de la despenalización del aborto, pero ninguna expresión categórica contra Putin o sus aliados Maduro, Castro, Ortega y Morales, como por ejemplo un “Putin, basura, vos sos la dictadura”.

Pussy Riot en Buenos Aires cantó para las fans de los aliados de Putin

El broche de oro lo brindó una mujer latina encapuchada bajando línea en una suerte de rap durante un breve intervalo del show de la Pussy Riot: "Me presento: soy la que besa a otras mujeres en público; la putita que camina por la calle a la hora que le da la gana; la que toma privilegios de hombre, puestos políticos, empleos; la provocadora que le exige al Estado su derecho a volver entera a casa". Luego de esta respetable introducción feminista criticó al presidente Mauricio Macri, a la Ministro Patricia Bullrich y recordó a varias activistas de distintos países de América Latina, con la excepción de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, cuyos gobernantes son aliados de Putin. Incluso mencionó al pobre Santiago Maldonado (QEPD), el joven artesano que murió ahogado en un río de la Patagonia luego de ser abandonado miserablemente por las personas a las que fue a apoyar, pretendiendo cambiar la historia reciente convirtiéndolo en un activista de derechos humanos víctima de la represión estatal.

Pussy Riot en Buenos Aires cantó para las fans de los aliados de PutinLa Riot Latina terminó ovacionada y solamente se escucharon algunos aislados reproches a su bajada de línea. Y cabe aclarar que las rusas no entienden español, por lo cual ni saben lo que dijo su colega latina ni tampoco el sentido de los cánticos del público.

Y esta contradicción y manipulación se debe a la organización que invitó a las Pussy Riot: el decadente, desprestigiado, partidizado, pero bien financiado, Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que ha tomado la bandera del feminismo, aunque manteniendo desde hace largos años a dos hombres en los cargos más importantes: Presidente y Director Ejecutivo. Al parecer, en el CELS el fin del patriarcado no empieza por casa.

El CELS no ha criticado nunca las violaciones a los derechos humanos en Rusia y tampoco le pidió a la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner que intercediera por la libertad de las Pussy Riot que fueron encarceladas injustamente en 2012, entre ellas Nadya Tolokonnikova. Excluyendo de la Memoria la solidaridad que activistas y perseguidos políticos recibieron durante la última dictadura militar en la Argentina, el CELS – como el resto de los organismos tradicionales de derechos humanos - no condena a ninguna otra autocracia y su lucha feminista no incluyó, por caso, una protesta contra el déspota saudí cuando se realizó la cumbre del G20 en Buenos Aires o el apoyo institucional al pedido ante la Justicia argentina presentado por Human Rights Watch contra Mohammed bin Salman.

Pussy Riot en Buenos Aires cantó para las fans de los aliados de Putin

El CELS concentra sus campañas –hasta en la propia sede de la ONU- contra lo que llaman los nuevos autoritarismos, como Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil. Una falta de respeto hacia las víctimas de los verdaderos autoritarismos, es decir, regímenes donde están ausentes las libertades civiles y políticas, no hay elecciones libres o las mismas son amañadas, y rige la criminalización de la libertad de asociación, expresión, prensa, reunión y protesta pública.

En una de las canciones de las Pussy Riot, las imágenes proyectadas de fondo describían la represión a las libertades fundamentales en Rusia, incluyendo el hecho de que no pueden tocar en su propio país. No muy diferente a otras dictaduras, como la de Cuba – aliada en su momento de la dictadura militar argentina - que reprime a los artistas independientes, entre ellos a la banda de punk rock “Porno Para Ricardo”, cuyo paso por Buenos Aires en 2016 y 2018 tuvo menos publicidad y ninguna finalidad comercial como el show que armó el CELS vendiendo entradas a 800 y 1200 pesos para ver a las Pussy Riot (20 y 30 dólares, aproximadamente) y merchandising al mejor estilo neoliberal/capitalista que tanto critican.

En la página del CELS se escribe Pussy Riot en el buscador de su sitio web y el resultado que arroja es 0, un fiel reflejo de la falta de compromiso con sus invitadas. El espectador desprevenido solamente se enteraba que el CELS y una ignota Red Internacional de Organizaciones de Libertades Civiles (INCLO), que en su página web no brinda información sobre su financiamiento, estaban detrás de la invitación de la artivista rusa y su banda al ingresar a Niceto. Y es muy probable que parte importante del público nac&pop, pro kirchnerista, madurista y castrista –y por ende putinista- haya asistido mediante la entrega de entradas gratuitas para asegurar la puesta en escena y bajada de línea que la nomenklatura de la ong presidida por Horacio Verbitsky disfrutaba desde su ubicación privilegiada en un palco exclusivo.

En definitiva, de las Pussy Riot se tomó para la política interna exclusivamente su valiente lucha feminista, dejando de lado la causa de fondo que las oprime, como es la represión a la libertad de expresión en la Rusia de Putin, y excluyendo la denuncia de “les autócrates aliades” que tiene en Latinoamérica.

Gabriel C. Salvia es Director General del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).