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19.04.19

La regresión antiglobalización de la izquierda

(El Líbero) La decisión de 68 de los 83 diputados que se identifican con la oposición de centro y de izquierda de votar en contra de la ratificación del TPP marcó un quiebre sustantivo respecto a la postura tradicional a favor de la globalización en la izquierda del país.
Por Patricio Navia

(El Líbero) Con la votación en contra del TPP de los diputados de izquierda, se consolida una regresión de ese sector hacia posiciones antiglobalización. Pese a que el acuerdo fue negociado por el gobierno de Michelle Bachelet y su firma, hace poco más de un año, fue un simbólico momento de rechazo a las posturas proteccionistas y antiglobalización del presidente estadounidense Donald Trump, los parlamentarios de izquierda abandonaron la que por 30 años había sido una de sus banderas más preciadas: la defensa de los acuerdos de libre comercio y de las iniciativas de globalización. Aunque tal vez algunos legisladores de izquierda solo buscaban propinar una derrota electoral al gobierno del Presidente Sebastián Piñera, muchos otros parecen convencidos de que la globalización tiene más consecuencias negativas que positivas.

Desde que Chile recuperó la democracia a comienzos de los 90, la clase política nacional parecía tener un gran trato en torno a los beneficios de los acuerdos de libre comercio y de las iniciativas a favor de la globalización. Ya que esto se produjo en un contexto en que el capitalismo se expandía hacia Europa del Este, en esa época la democracia y el capitalismo parecían ser, parafraseando al poeta cubano Pablo Milanés, de un pájaro, las dos alas. Los gobiernos de la Concertación, entusiasmados con las oportunidades que se abrían a un país que avanzaba decididamente hacia la consolidación democrática, se convirtieron en defensores acérrimos de los acuerdos de libre comercio.

En 1994, cuando el presidente estadounidense Bill Clinton junto a todos los líderes democráticamente electos de América Latina se comprometieron a formar el Área de Libre Comercio de las Américas, Chile fue uno de los principales promotores de esa política clave del Consenso de Washington. El gobierno del Presidente Eduardo Frei (1994-2000) inició las negociaciones con Estados Unidos para un acuerdo de libre comercio. En su sexenio, Frei firmó importantes iniciativas a favor del libre comercio, incluido un tratado con Canadá. En el sexenio de Ricardo Lagos, el país siguió avanzando decididamente en la firma de acuerdos de integración comercial. Lagos firmó el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos en 2003 y éste entró en vigencia el 1 de enero de 2004. Ese mismo año, al ser sede de la APEC, Chile se confirmó como un comprometido defensor y promotor del libre comercio como mecanismo para el desarrollo económico y la integración de los países.

Los gobiernos posteriores de Bachelet I, Piñera y Bachelet II mantuvieron ese compromiso con el libre comercio como un principio que generaba grandes acuerdos a nivel nacional. Porque un país de tamaño medio como Chile necesita expandir sus mercados y porque los consumidores chilenos se han acostumbrado a tener acceso a los mismos bienes y servicios que existen en casi todos los países que forman parte de la OECD, el compromiso con el libre comercio parecía ser uno de los pocos asuntos que generaba amplio acuerdo en la política chilena.

Pero la decisión de 68 de los 83 diputados que se identifican con la oposición de centro y de izquierda de votar en contra de la ratificación del TPP marcó un quiebre sustantivo respecto a la postura tradicional a favor de la globalización en la izquierda del país. Solo 8 de los diputados de centro e izquierda se sumaron a los diputados oficialistas para apoyar el acuerdo. Es verdad que el TPP pasó y ahora será votado en el Senado. Pero es indesmentible que la forma en que la mayoría de los diputados de oposición mostraron su oposición al TPP refleja un cambio sustancial en lo que hasta ahora había sido un consenso en la política chilena.

Los argumentos esgrimidos por aquellos que se opusieron al TPP reflejan los mismos temores antiglobalización que inspiran al presidente estadounidense y a muchos movimientos nacionalistas en Europa y otras partes del mundo. Si bien algunos de esos argumentos son indesmentibles —como el que la globalización genera a la vez destrucción de empleos y creación de nuevos empleos—, la oposición a partir de visiones proteccionistas es algo relativamente nuevo en Chile. Como en el resto del mundo, el intento finalmente será en vano. La globalización no se detiene solo porque los legisladores votan en contra de los acuerdos. Aunque es evidente que la oposición de los legisladores y gobiernos proteccionistas puede obstaculizar temporalmente el avance de la globalización, la evidencia muestra que mientras más se demoren los países en aceptar y ajustarse a la nueva realidad, menos capacidad tienen para aprovechar las oportunidades que produce la globalización y minimizar sus costos.

Afortunadamente, en la votación del miércoles una mayoría de diputados votaron a favor de la ratificación del TPP. El gobierno del Presidente Piñera también ha dado señales claras de favorecer las iniciativas de integración y globalización. Por eso, aunque ahora haya una minoría importante de legisladores que se han sumado a la ola mundial antiglobalización capitaneada por el Presidente Donald Trump, Chile todavía sigue siendo un país que avanza hacia una mayor integración global.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)