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09.05.19

Consensos para todos

(7 Miradas) Estratégicamente tener la iniciativa es clave. Después de la semana horribilis de post Pascuas, la pasada fue más alentadora. Claro, nada de eso resuelve la crisis de fondo de la Argentina. Sin embargo, con un par de golpes, Macri pareció recuperar ciertos reflejos políticos que parecían dormidos.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Un consenso a la 1… un consenso a las 2… un consenso a las 3. Vendido!

No teníamos consensos y ahora tenemos por lo menos 3. La política argentina parece funcionar como los negocios de moda: unos pocos empiezan a tener éxito, y luego quiebra la mayoría por sobre oferta. Sucedió con los laverap, los video clubs, las canchas de paddle, y supongo que tarde o temprano ocurrirá con las hamburgueserías gourmet. Falta pensamiento estratégico.

Cuando todo el mundo ofrece un consenso, pasa a ser un commodity más y pierde su capacidad competitiva. Por lo tanto, lo más probable es que ese producto produzca amesetamientos electorales, muerta la novedad. Veamos cómo se desarrolló el proceso.

Luego de una de las peores semanas de la gestión Macri, el gobierno saca 2 conejos de la galera: 1) acuerdo con el FMI para cambiar las reglas de intervención en el mercado de cambios, y 2) una convocatoria a un consenso de 10 puntos. Sobre lo primero, más allá de que no es tema de esta columna la evaluación económica propiamente dicha, muestra que Trump decidió abrazar al presidente cueste lo que cueste, mientras Lagarde y Cardelli rezan que no les llegue pronto la jubilación.

Cuando ya se hace correr que el gobierno está hablando con algunos actores políticos, Massa (que ya había hecho públicos sus propios puntos el 2 de abril) llama a que la incluyan a Cristina. Luego Frigerio dice que CFK también va a recibir la propuesta. Luego Cornejo y Losteau dicen “¿y por qué no aprovechamos y agrandamos la familia?”. Luego el gobierno dice que no es para tanto. Luego Lavagna dice que él tiene sus propios puntos de consenso. Luego Cristina lo rechaza. Mientras, los empresarios y la Iglesia celebran la iniciativa, y el gobierno dice que también va a convocar a actores sociales.

Llamar a un consenso nacional con las campañas presidenciales encima, suena lógicamente oportunista / manotazo de ahogado, y era natural que despertara la reticencia opositora. Sin embargo, le permitió al oficialismo tomar un poco de aire en uno de sus peores momentos.

Si el consenso no sale, el gobierno dirá: “yo les dije que en la Argentina todos hablan de consenso, pero el consenso después no aparece. Hicimos los que pudimos. Todos lo pedían y ahí están los resultados”. Si el consenso sale, dirá: “Esto demuestra que somos las generación que está cambiando la Argentina para siempre”.

Lo cierto es que el gobierno después de mucho tiempo logró fijar agenda y puede sostener la atención sobre el relato bastante tiempo (a diferencia de las medidas económicas que lanzó el miércoles santo). Ahora es la oposición la que se vio obligada a decir que no a algo que le venía pidiendo a Macri, generando una contradicción. Mientras se desarrolla esta comedia de enredos, el tiempo pasa y desnuda la fragmentación opositora.

Estratégicamente tener la iniciativa es clave. Después de la semana horribilis de post Pascuas, la pasada fue más alentadora (a la cual se podría sumar el caos venezolano). Claro, nada de eso resuelve la crisis de fondo de la Argentina. Sin embargo, con un par de golpes, Macri pareció recuperar ciertos reflejos políticos que parecían dormidos, y puso al resto a debatir sobre una idea propia. Ahora, para la escena mediática, si se discute por un consenso será porque el gobierno lo impulsó (aunque mal y tarde).

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)