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03.06.19

Oficialismos al 100%

(Letra P) Hasta el momento la principal fórmula opositora contiene el nombre de Cristina Fernández de Kirchner, uno de los dos personajes más resistidos por la mayoría del electorado. Como es una elección entre 2 miedos –el ajuste del gobierno nacional o el regreso de ella- la pregunta del millón es: ¿cuánta energía tiene la sociedad para volver a cambiar 4 años después.
Por Carlos Fara

(Letra P) El mapa electoral en las provincias se ha vuelto monótono: uno tras otro comicio es ganado por los oficialismos dentro de lo previsible, tanto por los estudios previos como por el historial estadístico. Esto acaba de volver a suceder este domingo con las elecciones a gobernador en Misiones y San Juan, y las legislativas correntinas. Ya habían confirmado sus continuidades los de Córdoba, Neuquén, Río Negro y La Pampa, avizorándose lo mismo para Entre Rios, Jujuy, Formosa, Tucumán, Mendoza y Catamarca.

Las preguntas que caben hacerse son:

1. ¿Tienen tan buen performance los gobernadores como para logren imponerse por mayorías cómodas?

2. ¿Estamos en presencia de una crisis de las oposiciones locales en Argentina como para que sean más quienes prefieren la continuidad?

3. ¿No habrá entonces un clima general de continuidad que lleve a que eso también determine el resultado de la elección presidencial?

 

 

La primera: al menos en lo que respecta a las gestiones puestas a consideración hasta acá, el aval electoral coincide con gobernadores bien evaluados. Más allá de las virtudes de cada uno específicamente, Macri les ha hecho un gran favor: reciben una porción mucho más alta de los recursos fiscales argentinos que con CFK, siendo que 20 de 24 distritos tienen hoy superávit. Eso permite que los sueldos públicos se paguen al día, el orden social no se altere y el circuito económico básico –comercio, proveedores del Estado, algo de obra pública- fluya sin ser maravilloso.

La segunda: más allá de torpezas evidentes –como la división de Cambiemos en Córdoba- es cierto que a las oposiciones les cuesta ser interesantes frente a gobiernos provinciales que mantienen tranquilas las conciencias (en función de los factores explicados en el párrafo anterior). Los electorados se vuelven conservadores/resignados en el medio de uno de los ajustes económicos más fuertes de las últimas décadas. Frente a eso, la demanda de cambio se vuelve módica y específica –la seguridad, más generación de empleo- pero se desconfía de las promesas de grandes transformaciones, derivando en “continuidad con algunos cambios”. Si la oferta oficialista es suficientemente razonable, a las oposiciones se les hace cuesta arriba.

Sumemos a esto algo que ya mencionamos en otra columna por este medio (“Nada nuevo bajo el sol”): el fenómeno “cancha inclinada”, ya que los oficialismos disponen de una cantidad de recursos notablemente dispar a los de sus opositores, haciendo la competencia muy desigual.

La tercera: si alguien pudiera responder por sí o por no esa pregunta ya no habría incertidumbre en la Argentina. Sin embargo, la incógnita seguirá hasta muy avanzando el proceso. Si fuera por la alta insatisfacción que genera el gobierno de Macri, el final de la película estaría cantado. Pero el cuadro no es tan sencillo. Hasta el momento la principal fórmula opositora contiene el nombre de Cristina Fernández de Kirchner, uno de los dos personajes más resistidos por la mayoría del electorado. Como es una elección entre 2 miedos –el ajuste del gobierno nacional o el regreso de ella- la pregunta del millón es: ¿cuánta energía tiene la sociedad para volver a cambiar 4 años después? Y ahí la lectura sobre los resultados en las provincias parecen darle una oportunidad a Cambiemos.

Fuente: Letra P (Buenos Aires, Argentina)