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18.09.19

El gabinete del Dr. Fernández

(7 Miradas) La orientación de un gobierno no se define solo por la voluntad del líder, ni por las orientaciones de su gabinete, sino por las circunstancias de la coalición ganadora. Y ahí estará todo el tiempo en evaluación la tirantez entre moderación y radicalización.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) El equipo que está conformando Alberto nada tiene que ver con la maravillosa película de cine mudo, ícono del expresionismo alemán. En todo caso sería un “expresionismo albertista”, ya que parece indicar que tendrá su marca personal y no otra.

Empecemos por algunos conceptos que desliza el casi futuro presidente:

  • Estilo moderado
  • Autónomo
  • Renovación / sub 40
  • Restaurar lo mejor de la etapa nestorista
  • Honestidad / transparencia
  • Predominio de la política (como contraposición a la lógica marketinera de Macri).

Este conjunto de 6 conceptos es lo que va a marcar que los personajes de su gabinete respondan a uno o más de esos casilleros. Los mismos tienen que ver con:

  1. Su estilo personal (moderación, autonomía),
  2. Sus necesidades de dar vuelta la página (honestidad, renovación), y
  3. Sus convicciones personales (predominio de la política, nestorismo).

Algunos de los nombres y apellidos cumplen con casi todos los conceptos, otros quizá solo con un par. Luego se verá quienes aceptan su ofrecimiento, y cuán lejos estará del Dream Team que tiene in pectore.

Sean muy conocidos o no, varios personajes llevan consigo un prestigio personal que no lo rifarán en un cambalache. Por ejemplo, si efectivamente habrá un ministerio de desarrollo urbano y vivienda a nombre de María Eugenia Bielsa, significará una garantía de honestidad que lo liberará a Alberto del estigma de la corrupción en la obra pública con De Vido a la cabeza. Y si a alguien se le ocurre enchastrar la mesa, lo más probable es que la arquitecta pegue un portazo, como ya ha hecho un par de veces en su vida política. Algo muy similar podría decir del referente en políticas sociales, Daniel Arroyo. Es decir, si el Dr. Fernández quiere cuidar a su equipo estelar, la moderación dominará la escena.

Lógicamente los nombres no resuelven la definición de un gobierno, sino cuál es la impronta que le quiere marcar el presidente y su socia principal. Seguramente más de una decisión será tomada para atemperar pasiones e intereses, más que por convencimiento. Por eso siempre se deberá delimitar entre lo principal y lo accesorio (al menos en su cabeza).

Otra advertencia es que la orientación de un gobierno no se define solo por la voluntad del líder, ni por las orientaciones de su gabinete, sino por las circunstancias de la coalición ganadora. Y ahí estará todo el tiempo en evaluación la tirantez entre moderación y radicalización. Teniendo en cuenta los desafíos económicos con los cuales se encontrará, difícil que haya una resolución de corto plazo.

Para completar el cuadro repasemos que esta tripulación navegará en el medio de tres factores inéditos para el peronismo:

  1. Tendrá un comandante que no tiene territorio, y que estuvo en cargo ejecutivo como fruto de una decisión política ajena, no por haber ganado una elección.
  2. La persona fuerte no será el líder (a diferencia de sus antecesores peronistas), con todos los interrogantes que eso significa.
  3. A diferencia de 1989 y 2002 / 2003, el peronismo vuelve al poder sin las excepcionales condiciones favorables de la economía mundial de las veces anteriores.

Todo esto hace que más de uno frunza el ceño. Pero como el proceso político desde 2015 está repleto de situaciones inéditas, no deberían sacarse conclusiones negativas prematuras. O como dice Fernando Henrique Cardoso: “cuando esperamos lo inevitable, sucede lo inesperado”.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)