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20.02.20

Y por la oposición como andamos?

(7 Miradas) Es importante que el 88% de quienes fueron a votar se haya podido encolumnar entre dos grandes opciones por la solidez del sistema político. La fragmentación opositora siempre le hace el juego fácil al oficialismo de turno. Pero haber tenido el 40 % no resuelve la ecuación: el poder acumulado hay que saber ponerlo en movimiento para que rinda sus frutos.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Más allá de lo que ocurre en planeta del gobierno nacional, en casi todos los reportajes surge la pregunta: y la oposición? Siempre que empieza una gestión presidencial todos los ojos están enfocados en desentrañar los nuevos códigos, pero queda una parte del escenario en las sombras hasta que el flamante mandatario empieza a sufrir el desgaste natural. Ordenemos las ideas respecto a qué pasa con los representantes del 40% de los votos en la última elección:

  1. Cambiemos seguirá existiendo, salvo que ocurra algo muy particular. Con los resultados de la elección en la mano, que entronizaron la unidad peronista, existe un incentivo alto a la consolidación de coalición, en detrimento de la fragmentación. Moraleja de 2019: la demanda importa, pero la constitución de la oferta también. Además la gran mayoría de la dirigencia cambiemita coincide en que lo mejor es seguir unidos. Y tienen razón: existe complementariedad de segmento social y sistema de valores de sus votantes (más allá de lo ideológico).
  2. Los primeros meses son del oficialismo. Frente a la pregunta de si la oposición está demasiado callada, lo que se debe leer es el timing de la opinión pública. En los primeros tiempos de un nuevo gobierno no hay espacio mental para escuchar a la oposición, salvo que el nuevo oficialismo cometa un desastre. Si no es así, la mayoría social habitualmente dice “hay que darle tiempo… los problemas no se solucionan de la noche a la mañana…”. Como consultor siempre aconsejo ser muy prudente los primeros 6 meses: si el nuevo mandatario lo hace bien, no habrá mucho espacio para atacar; y si no lo hace tan bien, las condiciones facilitan para empezar a decir algo. Ojo con que la ciudadanía evalúa a los emisarios de los mensajes: si el que perdió empieza a despotricar temprano, la mayoría dirá: “vos cállate que por algo perdiste”.
  3. República sí, economía no. Claramente la materia más desaprobada de Cambiemos fue el manejo de la economía, con lo cual no hay espacio para hablar sobre eso durante mucho tiempo. En cambio, sí es más razonable tocar la cuestiones institucionales / éticas, donde el propio público se siente mejor representado. Algunos temas son escabrosos: por ejemplo, la cuestión jubilatoria. La principal oposición acaba de señalar que Alberto está deteriorando la situación de los jubilados. Por una cuestión de corte etáreo, es un punto donde los cambiemitas se sienten más cómodos (a más edad, más votos a Macri). El problema es cuándo se deba proponer una alternativa luego de la compleja reforma del anterior gobierno.
  4. Quién liderará? Eso sí va a ser difícil de resolver ya que fallaron dos cosas estando en el poder: 1) los resultados de la gestión, lo cual llevará a revisar el posicionamiento ideológico de la coalición, y 2) el modo de conducción, que fue cerrado y poco contenedor (a juicio del radicalismo y del ala política del PRO). Visto eso, falta la etapa post verano del pase de facturas al macrismo ortodoxo puntualmente, lo cual se extenderá durante 2020, para encarar 2021 más ordenados. Más allá de que Macri haya sido la cara visible de los votos, los socios no le harán reverencias por ese dato estadístico. Los nombres empiezan a desfilar: Cornejo, Losteau, Larreta. De esos tres, el jefe de gobierno de la CABA es el que más posibilidades tiene por su concepción más ecuménica de la política, el que tiene más “fierros”, y el que tiene más vidriera nacional. El gran interrogante con el ex presidente es si sabrá hacer política sin cargo, ya que en los últimos 12 años tenía una botonera que tocar, lo cual facilita algunas cosas.

Es importante que el 88% de quienes fueron a votar se haya podido encolumnar entre dos grandes opciones por la solidez del sistema político. La fragmentación opositora  siempre le hace el juego fácil al oficialismo de turno. Pero haber tenido el 40 % no resuelve la ecuación: el poder acumulado hay que saber ponerlo en movimiento para que rinda sus frutos. O como diría Balá: el movimiento se demuestra andando...

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)