Artículos

28.08.13

Los esquivos doblajes

(La Tercera) Como correctamente señalan algunos críticos, el sistema binominal es un seguro contra la derrota. Aunque pierdas, nunca pierdes mucho. Y si ganas, igual pagas el seguro que beneficia al que termina segundo. Bachelet se ha autoimpuesto el desafío de cambiar las reglas del juego usando las mismas reglas del juego.
Por Patricio Navia

(La Tercera) Como ya cree tener la victoria en la elección presidencial en el bolsillo, la Concertación ahora aspira a alcanzar una mayoría suficiente en el Congreso para pasar leyes sin negociar con la Alianza.  Porque entiende que sin grandes mayorías en el Congreso será imposible impulsar algunas de las reformas que ha prometido, Bachelet necesita que su ventaja en las encuestas  produzca un alto número de doblajes a favor de la Nueva Mayoría.

Si ganar la presidencial  parece una tarea perfectamente asequible para Bachelet, alcanzar un número suficiente de doblajes en el Congreso resulta especialmente complicado.  Para tener dos tercios en la Cámara (mayoría necesaria para crear una nueva constitución), la Concertación deberá elegir 80 diputados. Suponiendo que la Alianza mantiene su doblaje en el Distrito 23, la Nueva Mayoría deberá doblar en 21 de los otros 59 distritos.  Ya que cuando tuvo su mejor desempeño electoral (1989 y 1993), la Concertación solo dobló en 11 distritos, hay pocas expectativas de que ahora alcance mayoría suficiente para cambiar unilateralmente la Constitución. De hecho, si en 2005 la Concertación dobló sólo en 6 distritos, en 2009 no tuvo ningún doblaje a su favor.  En 2013, la debilidad de algunas duplas (y la omisión en Santiago Centro) dificultan aun más la tarea.

Por eso, la coalición se ha puesto como meta alcanzar la mayoría de 3/5, necesaria para cambiar el sistema electoral.  Para ello, necesita 72 votos en la Cámara.  Suponiendo que la Alianza mantiene su único doblaje, la Nueva Mayoría deberá doblar en 13 distritos. Sin esos doblajes, las reformas que ahora promete Bachelet dependerán de su capacidad de forjar acuerdos con la Alianza que, gracias a la institucionalidad vigente, tendrá más poder en escaños que en votos.

En el Senado, donde se renuevan 20 de los 38 escaños, el desafío es aún más complejo. Para tener los 26 votos necesarios para la mayoría de dos tercios, la Nueva Mayoría deberá sumar 17 escaños a los 9 que ya posee. Para eso, deberá doblar en 7 de las 10 circunscripciones senatoriales.

Para alcanzar mayoría de 3/5 (y cambiar el binominal), el desafío es menor, 23 escaños. Solo deberá doblar en 4 de las 10 circunscripciones. Pero ya que desde el retorno de la democracia solo ha habido 5 doblajes senatoriales—y tres de ellos se produjeron en 1989—es difícil que la Concertación alcance su objetivo.

En 1993, cuando Eduardo Frei obtuvo el 58% de los votos—doblando la votación del candidato de la Alianza—la Concertación no logró doblar en ninguna circunscripción senatorial. En la Cámara, la Concertación alcanzó 70 diputados (dos menos de lo que necesitaba para la mayoría de 3/5).

Como correctamente señalan algunos críticos, el sistema binominal es un seguro contra la derrota. Aunque pierdas, nunca pierdes mucho. Y si ganas, igual pagas el seguro que beneficia al que termina segundo. Bachelet se ha autoimpuesto el desafío de cambiar las reglas del juego usando las mismas reglas del juego. Aunque tenga un enorme apoyo electoral y mantenga su favoritismo para convertirse en la próxima presidenta, Bachelet—igual que sus predecesores—enfrentará esa difícil misión de poder transformar los votos que ella reciba en escaños en el Congreso que impulsen los cambios que promete la candidata de la Nueva Mayoría.  Porque los doblajes son esquivos, aun cuando el candidato presidencial sea muy popular, prometer reformas dentro de la institucionalidad evidencia voluntarismo que expectativas de cumplir las promesas.

Fuente: La Tercera (Santiago de Chile)