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26.07.15

Trampa 22

(7 Miradas) La gente puede querer cambiar, siempre y cuando “el remedio no sea peor que la enfermedad”. Como la metáfora que presenta el protagonista de la novela Trampa 22 -el aviador que se hizo pasar por loco para evitar una misión de bombardeo, y precisamente por eso fue aceptado- la oposición hoy quedó atrapada haciéndole un gran favor al oficialismo.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Parafraseando a un clásico tema musical de Viglietti, la letra de esta canción debería ser “si no cambio me matan, y me matan si cambio”. Nunca en 32 años un escenario se volvió tan complejo a 3 semanas de una elección nacional. Toda la oposición con posibilidades ha quedado atrapada en el mismo galimatías: si planteo mucho cambio doy miedo, y si planteo poco no me diferencio.

Esta trampa no es nueva: ya se la planteaba Massa en la intimidad a principios de febrero. ¿Un visionario? Luego la opinión pública pegó un vuelco durante abril cuando parecía que Macri se acercaba al precio mayor. O sea: realmente nada nuevo.

Describamos más acabadamente la problemática: desde mediados de 2012 se sabe que la sociedad no querría un futuro anti kirchnerista, sino post kichnerista. Mensaje central: no arranquemos de cero, no toquemos lo que está bien. Para eso Massa indicó en 2013 “el camino del medio” y plantó un pica en Flandes.

Para los que dicen que ese camino era incorrecto porque “no era ni chicha, ni limonada”, Macri empezó a superponerse eficientemente sobre esa ancha avenida y lo logró desplazar, encolumnando al voto no peronista, que además desconfiaba del pasado K del tigrense.

En estos últimos días Macri está haciendo lo mismo que Massa: defendiendo lo indiscutible para la mayoría -YPF, Aerolíneas, AUH, AFJP- y planteando cambios de estilo. Nada nuevo.

Entonces: si esta era una elección en blanco y negro ¿por qué todos se corrieron a un gran gris central? Porque efectivamente ahí estaba el Santo Grial. “No contaban con mi astucia” podría decir la presidenta (y Scioli): el gobierno empezó a mejorar en imagen, al mismo tiempo que el cambio ya no era mayoría, sino solo una mitad del mercado.

De modo que, la discusión ya no alcanza el planteo sobre cambio – continuidad, sino que al haber un gran empate la discusión se corre hacia 3 elementos: 1) ¿quién tiene más uñas de guitarrero?; 2) ¿quién no quiero que sea presidente? (o ¿quién genera menos miedo?); y 3) ¿quién asegura la gobernabilidad?.

En los 3 aspectos los opositores no marcan mejor que el oficialismo. Entonces ¿cómo se sale del laberinto? Por arriba. ¿Cómo es eso? Llevando la discusión a otro lado. Las campañas opositoras necesitan un recast, un reenfoque que hable sobre cosas en donde tengan ventaja, y no intenten convencer a los aerófobos que volar es fantástico (el miedo no se vence con arengas de telepredicador evangélico).

La gente puede querer cambiar, siempre y cuando “el remedio no sea peor que la enfermedad”. Como la metáfora que presenta el protagonista de la novela Trampa 22 -el aviador que se hizo pasar por loco para evitar una misión de bombardeo, y precisamente por eso fue aceptado- la oposición hoy quedó atrapada haciéndole un gran favor al oficialismo.

Pero claro: queda aún el 25 de octubre para rectificar estrategias (¿queda el 25 de octubre?).

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)