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03.02.17

Los protegidos de Bachelet

(El Libero) Resulta inexplicable que la Presidenta haya tomado una decisión con tan poco criterio y olfato político como nombrar a Javiera Blanco al CDE. Con ello alimenta la creencia de que el Estado es un botín a repartirse entre los miembros de la coalición que gana la elección presidencial y que la Nueva Mayoría es especialmente hábil en la repartija.
Por Patricio Navia

(El Libero) La decisión de la Presidenta Bachelet de nombrar a la ex ministra Javiera Blanco en el Consejo de Defensa del Estado (CDE) constituye un acto de amiguismo que da cuenta de las peores malas prácticas de la política chilena, y refleja la percepción dominante de que el Estado es un botín de cargos a repartirse entre los miembros de la coalición que controla el poder. Porque Blanco pertenece a la elite de esa gran familia concertacionista (y Nueva Mayoría) que ha vivido casi exclusivamente de las prebendas y las regalías que otorga el control del Ejecutivo desde el retorno de la democracia, el nombramiento que acaba de hacer discrecionalmente corona a Bachelet como reina del cuoteo, del pituto y de las impresentables repartijas de cargos.

El Consejo de Defensa del Estado es una organización encargada de “asesorar, defender y representar los intereses patrimoniales y no patrimoniales del Estado de Chile y sus Organismos, tanto a través del ejercicio de acciones y defensas judiciales como extrajudiciales”. Los 12 consejeros del CDE son nombrados discrecionalmente por el Presidente de la República y duran en sus cargos hasta cumplir 75 años. Además de gozar de un sueldo superior a los siete millones de pesos mensuales, los consejeros pueden ejercer también su profesión de abogados (con algunas limitaciones).

Históricamente, el CDE ha estado compuesto por consejeros que han desempeñado una reconocida trayectoria como abogados y/o académicos del derecho antes de ser nombrados a sus cargos. Es verdad que en el pasado reciente se ha escogido a abogados que desempeñaron también cargos políticos —Bachelet nombró a la ex ministra Paulina Veloso y Sebastián Piñera al ex subsecretario de Justicia Juan Ignacio Piña y al ex Intendente Juan Peribonio—. Pero Veloso tenía una reconocida carrera académica previa a su nombramiento como ministra, y Piña y Peribonio habían hecho carrera como abogados antes de ser nombrados a cargos políticos. El currículum vitae de Blanco refleja que la ex nuera de la senadora Carmen Frei —y actual pareja del senador Pedro Araya— ha ocupado fundamentalmente cargos políticos de confianza de Bachelet. Como si eso no bastara para generar suspicacias, en todos los cargos que ocupó, Blanco se vio involucrada en escándalos.

Como subsecretaria de Carabineros durante el primer Gobierno de Bachelet, Blanco fue parte de un escándalo por su intervención a favor del senador Guido Girardi, quien fue multado por conducir a exceso de velocidad. Girardi llamó a Blanco para reclamar por el comportamiento de dos carabineros, pero en vez de pedirle al senador que siguiera los conductos regulares que sigue cualquier ciudadano que se siente víctima de abuso policial, ella intervino a su favor, demostrando falta de criterio político y confusos valores éticos.

Durante el Gobierno de Piñera, Blanco fue directora ejecutiva de la Fundación Paz Ciudadana, un cargo que no requiere demostrar capacidad de ser un buen abogado. Ya en 2013, se convirtió en la vocera de la segunda campaña presidencial de Bachelet. En marzo de 2014 asumió como ministra del Trabajo, cargo que ejerció por 17 meses y del que salió en medio de críticas por la forma en que llevó adelante la reforma laboral. Nombrada ministra de Justicia en octubre de 2015, Blanco volvió a generar polémicas sobre su desempeño por la forma en que manejó los escándalos producto de los jubilazos en Gendarmería, y por los casos de maltrato y muerte de menores a cargo del Sename.

Con una carrera esencialmente política y marcada por escándalos, Blanco es una persona poco idónea para ser nombrada a un cargo tan importante para el funcionamiento del Estado como el CDE. Porque éste precisa de miembros que no sean partisanos, que hayan demostrado ser abogados capaces y respetados, y que sean personas con buen criterio y altos estándares éticos, el nombramiento de Blanco viene a debilitar a una institución que hasta ahora no había sido salpicada por escándalos de corrupción, cuoteo político ni favoritismos o compadrazgos.

Resulta inexplicable que la Presidenta Bachelet haya tomado una decisión con tan poco criterio y olfato político como nombrar a Blanco al CDE. Con ello la Mandataria alimenta la creencia de que el Estado es un botín a repartirse entre los miembros de la coalición que gana la elección presidencial y que la Nueva Mayoría es especialmente hábil en la repartija. Además, como ya existen fundadas sospechas de que el círculo íntimo familiar de Bachelet aprovechó la cercanía al poder para hacer negocios personales, el nombramiento de Blanco es especialmente dañino para la Presidenta. Al nombrar a Blanco al CDE, parece querer enviar la señal de que, ahora que el bacheletismo está por perder el poder, es momento de romper la piñata del Estado y repartir lo que más se pueda entre los miembros del círculo más íntimo de colaboradores.

Fuente: El Libero (Santiago, Chile)