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09.02.17

Populismo vs. liberalismo

(La Nación) El Papa lamenta que el liberalismo económico «mata de hambre, mata de falta de cultura.. porque los sistemas liberales no dan posibilidades de trabajo y favorecen delincuencias». Pero menciona que la gente de la región quiere emigrar a Estados Unidos, con un sistema económico mucho más liberal.
Por Jorge M. Streb

El 21 de enero El País hizo una entrevista reveladora al papa Francisco en la que alaba el populismo latinoamericano y condena el liberalismo económico.

Según el Papa, hay dos populismos: el europeo, organizado de arriba por líderes, y el latinoamericano, donde el pueblo es protagonista desde abajo. Esto sorprende porque su populismo europeo describe a Juan D. Perón, que escuchaba la voz del pueblo para darle una identidad: "La escala de valores de todo peronista es la siguiente: primero la Patria, después el Movimiento y luego los hombres".

El Papa lamenta que el liberalismo económico "mata de hambre, mata de falta de cultura... porque los sistemas liberales no dan posibilidades de trabajo y favorecen delincuencias". Pero menciona que la gente de la región quiere emigrar a Estados Unidos, con un sistema económico mucho más liberal. El caso más opuesto es Cuba, cuyo mar dio sepultura a miles de balseros que huían en busca de libertad.

Luego se enfoca en los carteles de drogas a los que califica de "cipayos": "El cipayo es aquel que vende la patria a la potencia extranjera que le pueda dar más beneficio". Después habla de la Guerra de la Triple Alianza, cuando la Argentina, Brasil y Uruguay se aliaron en 1865 en una guerra fratricida contra Paraguay, cuya población fue diezmada. El Papa dice que la palabra "cipayo" está en el "poema nacional argentino", pero no la pude encontrar en el Martín Fierro que José Hernández compuso. Hernández se opuso a aquella guerra, como otros federales que querían que las provincias del interior se unieran a Paraguay para derrotar al poder central en Buenos Aires y al imperio de Brasil. En esa época, los desacuerdos en la Argentina se dirimían en el campo de batalla, no a través del voto. En contraste con "posturas políticas cipayas" en la Argentina, el Papa dice que después de la guerra "la mujer paraguaya siente que tiene que levantar el país, defender la fe, defender su cultura y defender su lengua, y lo logró. La mujer paraguaya no es cipaya". No sé si el Papa piensa que los dirigentes nacionales de la Argentina, Brasil y Uruguay estuvieron al servicio del imperialismo británico, como cierto revisionismo histórico.

Recién en la década de 1930 se popularizó el uso de la palabra "cipayo" por las concesiones de los gobiernos argentinos a los intereses británicos, que muchos consideraron escandalosas. No ayudó la falta de legitimidad de esos gobiernos, surgidos de un golpe que derrocó al gobierno constitucional y que fue seguido de elecciones fraudulentas. Pero incluso aquí otra explicación es que la necesidad tiene cara de hereje. Las medidas proteccionistas de Estados Unidos desencadenaron una espiral descendente que en poco tiempo llevó al colapso del comercio internacional, dejando a la Argentina con su economía tan especializada en una situación negociadora débil frente al Reino Unido.

"Pueblo sí, cipayos no", variante de "Patria sí, colonia no", imposibilita el diálogo porque opone los buenos (el pueblo y lo nacional) a los malos (las elites y lo foráneo). La realidad es demasiado compleja para ser captada con estas categorías analíticas. En la práctica, como pastor que va al encuentro de las personas de carne y hueso, el Papa va más allá de estos conceptos. Con sus palabras debería ayudar a abrir fronteras, no a cerrarlas.

Consejero académico del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América latina y profesor en la Universidad del CEMA

Fuente: La Nación (Buenos Aires, Argentina)