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13.09.17

#MásUnidosQueNunca

(El Observador) El FA tiene una hoja de ruta muy clara para la segunda mitad de éste, su tercer y tan problemático mandato consecutivo. Me parece evidente que la oposición no. En el FA la consigna es clara: #MásUnidosQueNunca. En la oposición, en cambio, sigue predominando la dispersión.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) Como obedeciendo a un timing político preciso impuesto desde las sombras por algún relojero con sentido de la simetría, la caída del vicepresidente Raúl Sendic vino a coincidir con el comienzo de la segunda mitad del mandato de Tabaré Vázquez. Se terminaron los peores dos años y medio de la Era Progresista. El calendario marca que, a partir de ahora y más que nunca, todos los actores, en el gobierno y en la oposición, saldrán a escena con un objetivo central: ganar la próxima elección. Para todos ellos la unidad es el principal desafío. Pero hay otros.

Para el Frente Amplio se terminó una pesadilla. La sucesión de escándalos vinculados con Raúl Sendic (la investigadora sobre ANCAP, el título académico, el uso de las tarjetas corporativas) fue un problema de orden mayor, que erosionó la imagen del gobierno y deprimió la gestión. Pero hubo otros. La primera mitad del mandato de Vázquez estuvo signada por la renuncia a la transformación integral de la enseñanza y por el ajuste fiscal. Un balde de agua fría sobre otro. Hubo, en el medio, algunos intentos por cambiar el clima y animar la ilusión. En un momento pareció que se venía el esperado y a la vez temido descubrimiento del petróleo. Luego se instaló la expectativa del TLC con China. Más tarde se habló de UPM. No mucho más. Para colmo, Gonzalo Mujica rompió con el FA dejando al partido de gobierno sin mayoría por primera vez desde 2005.

Tienen por delante dos años antes del comienzo de la próxima campaña electoral. Serán decisivos. Pueden dar vuelta la página. Mañana mismo, según se ha anunciado, cuando el diputado disidente se despida del parlamento, en gesto que lo enaltece, recuperarán la mayoría parlamentaria. La economía viene mejorando, en parte como resultado del esfuerzo realizado por el equipo económico en torno a la consigna de “cautela y prudencia”, pero también como consecuencia de una mejora en los datos del entorno. Preocupa el dólar, especialmente a los empresarios exportadores. Pero la inflación, que tiene un costo electoral infinitamente superior al atraso cambiario, está bajo control. Si concretan logros visibles en el Sistema de Cuidados, presentado en su momento como el “buque insignia”, y en materia de infraestructura, no llegarán a la elección con las manos completamente vacías.

El FA sabe que su hegemonía está en peligro. No se les escapa la gravedad de todo lo que ha ocurrido desde el 2015 en adelante. Saben, además, que hay trámites judiciales pendientes que pueden generar costos políticos adicionales. La vida muestra que, cada vez que sienten el vientito de la guadaña, los partidos reaccionan. Todo lo ocurrido la semana pasada muestra que los frenteamplistas saben hacerlo. Primero tumbaron a Sendic. Conseguido el objetivo principal rápidamente pusieron proa a minimizar el agravio a la 711 todo lo posible. Mujica, Pepe, lo explicó claramente en reportaje a El Observador: “De los arrepentidos se sirve Dios pero de los ofendidos se sirve el diablo”. Saben que el grupo de Sendic, pese a que se fue desgranando y desprestigiando, tiene poder de chantaje. No quieren correr riesgos. Por eso la declaración del Plenario Nacional fue tan light. Ahora, espalda con espalda, apuntan al 2019.

La oposición, mientras tanto, ha hecho bien su trabajo. Investigó todo lo que pudo en el ámbito parlamentario, llevó denuncias resonantes a la Justicia, marcó sus diferencias con el gobierno ante la opinión pública una y otra vez. La gran pregunta, sobre la que existen respuestas diferentes, es si están ejecutando o no la mejor estrategia para maximizar la probabilidad de desplazar al gobierno en la próxima elección. El FA tiene una hoja de ruta muy clara para la segunda mitad de éste, su tercer y tan problemático mandato consecutivo. Me parece evidente que la oposición no. En el FA la consigna es clara: #MásUnidosQueNunca. En la oposición, en cambio, sigue predominando la dispersión. Conviven, en el plano estratégico, tres visiones.

Algunos líderes opositores consideran que es necesario construir con tiempo acuerdos programáticos y avanzar, lo antes posible, hacia la explicitación de una coalición de gobierno alternativa a la que ha ofrecido el FA. Este punto de vista es liderado hasta la fecha por el senador Jorge Larrañaga. Otros dirigentes, coinciden en el plano teórico con esta visión, pero piensan que no existen condiciones políticas para concretarla. Es evidente que no es sencillo combinar la competencia política dentro de cada partido y entre los distintos partidos opositores con la elaboración y puesta en práctica de una coordinación global. Existe, finalmente, una tercera visión. Según este otro enfoque la construcción temprana de una coalición alternativa no es ni necesaria ni conveniente. Los partidos de oposición están llamados a coincidir naturalmente en la recta final de la campaña electoral.

Por primera vez en mucho tiempo existe realmente incertidumbre respecto al desenlace final de la elección nacional (hay que remontarse hasta 1994 para encontrar un escenario similar). El FA, como resultará evidente, está llamado a pagar un precio político por estos dos años y medio. Es menos evidente la magnitud del costo electoral. En cualquier caso, si endereza el rumbo en esta segunda mitad, puede perfectamente volver a ganar. La oposición, a su vez, tiene una oportunidad inmejorable. Pero si se equivoca en su opción estratégica puede terminar dejándola pasar.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)