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11.10.17

La reforma laboral en Brasil

Pese al descontento del sindicalismo, la reforma laboral brasileña fue aprobada en julio del año corriente por ambas Cámaras.
Por Milagros García Sindes

El gobierno del actual presidente de la República Federativa de Brasil, Michel Temer, consiguió que su proyecto fuera finalmente aprobado por el Parlamento, tanto por la Cámara de Diputados en abril como por la Cámara de Senadores en julio. Aunque el texto tuvo modificaciones del Legislativo, el espíritu de la propuesta de reforma, la cual supone un cambio importante de la legislación que regula las relaciones de trabajo, logró sancionarse.

Los puntos centrales de la reforma versan sobre: la preeminencia de los contratos privados sobre las convenciones colectivas, la autorización de la “jornada intermitente”, la contribución sindical que pasa de ser obligatoria a ser voluntaria, la mayor posibilidad de tercerización de tareas, la opción de negociar las condiciones de trabajo con una comisión no sindical de representantes de los trabajadores en vez de con los gremios, la flexibilización de las condiciones de despido al reducirse el preaviso de 30 a 15 días y al desvincular la indemnización del salario, el establecimiento de ciertas condiciones para con los trabajadores en los litigios laborales (tales como el pago de los costes y de la obligación de que el litigante explicite, al inicio del juicio, el dinero que desea recibir en compensación), la posibilidad de fraccionar de diversas formas (aunque no modificar) las horas laborales tanto como el aguinaldo y los días de vacaciones.

En un país agitado por la inestabilidad política y la recesión económica, la controvertida reforma laboral viene a oponer otra vez al partido centrista de Temer y al ala de izquierda. Tras conocerse la nueva legislación laboral, los sindicatos advirtieron una reducción de su poder de intervención en la relación empleado-empleador, y fue por eso que se suscitaron diversas manifestaciones en contra de la misma. Desde el oficialismo, se la justifica alegando el alcance de una mayor competitividad en el mercado, ya que permite reducir los costos laborales y así ayudar a terminar con la recesión económica que el país viene sufriendo hace ya dos años.

Desde el PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño) se manifestó el apoyo del oficialismo a la reforma. El partido había llegado al poder en 2011 tras una coalición con el Partido de los Trabajadores de Dilma Rousseff. Dicha coalición permitió la elección de Rousseff como presidente y de Temer como vicepresidente. Sin embargo, a principios del 2016 la alianza se disolvió por el inicio del impeachment contra la ex presidente que, acusada de corrupción en Petrobras, de pedaleadas fiscales y por crimen de responsabilidad, fue destituida. El PMDB acusó a Rousseff de corrupción, mientras que la ex mandataria acusó al partido de “conspiradores”. El 31 de agosto de 2016, Michel Temer asumía la presidencia junto con su metapartido reformista.