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22.03.18

Afilando bayonetas

(7 Miradas) Muchos radicales se están alterando porque ven a operadores del gobierno nacional queriendo «comerle» fichas con la caja oficialista, o empujando internas con personajes de poca relevancia solo con el objeto de que los radicales no la tengan fácil. Pero los que tienen ambiciones y posibilidades de ganar no se van a quedar quietos, ni van a ceder por una simple toma y daca de piezas menores en el tablero.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) No es la Revolución del Parque de 1890, pero tampoco es una aburrida mesa de negociación. El radicalismo se está alterando. Aunque sabe que hoy debe asumir sus responsabilidades como partido de poder, al integrar la coalición oficialista (al menos en el plano parlamentario).

Qué está pasando? Las buenas noticias siempre traen aparejadas malas noticias. O como dice el refrán popular: “no hay mal que por bien no venga”. La cuasi seguridad de un triunfo presidencial de Cambiemos el año próximo –y una consecuente ola favorable en varias disputas provinciales y municipales- ha despertado a las huestes de los 2 partidos más relevantes del oficialismo. El PRO porque quiere imponer su rol de actor protagónico y expandirse territorialmente. La UCR porque no solo quiere defender sus espacios actuales, sino que también quiere seguir siendo la territorialidad preponderante para equilibrar el juego de fuerzas interna. ¿Quién saldrá ganando? Veamos un par de factores:

  1. El PRO goza de 3 factores a su favor: 1) tiene el control del Estado Nacional y la principal provincia; 2) tiene las 2 principales figuras nacionales (Macri y Vidal); y 3) es un partido bien entrenado para la política del siglo XXI.
  2. La UCR no tiene ninguna de las 3 cosas, pero 1) tiene varios buenos prospectos provinciales (Entre Ríos, Santa Fe, Santa Cruz, Chaco y La Rioja, al menos); 2) tiene viejas mañas (viejas, pero útiles); y 3) tiene conciencia de que debe aggionarse para achicar la brecha con su socio de este siglo (y en varios casos ya lo está haciendo.

Con el radicalismo se suelen cometer algunas visiones distorsionadas cuando se lo mira desde arriba y desde Baires. Posee 3 gobernaciones, 2 de las cuales están en juego (y seguramente mantendrá). Tiene 600 intendentes, los cuales probablemente sean más al finalizar 2019.

Claro, cuando se ve que no tiene figuras nacionales competitivas para una presidencial todo parece que se desluce. Sin embargo, como buen partido histórico, puede pasar de 3 a 8 gobernadores, lo cual significa -ni más, ni menos- que un tercio del país. Eso no implica que siquiera pueda sentarse a discutir el puesto de vicepresidente de Macri (si se vuelve a presentar). Sin embargo, todos sabemos que en 2023 la Argentina barajará y dará de vuelta.

Quienes solo ven el futuro como simple proyección del presidente dirán que “Si Vidal sigue así, en 2023 no tiene competencia”. Puede ser. Pero para eso faltan 6 años y ningún gobernador bonaerense logró ser presidente.

Pero no nos distraigamos. Está claro que ni Nosiglia, ni Storani, ni Ricardo Alfonsín, entre otros, significan algo relevante para el electorado argentino. Sin embargo, así como los equipos se arman de atrás para adelante, muchas construcciones políticas exitosas se forman de abajo para arriba.

Muchos radicales se están alterando porque ven a operadores del gobierno nacional queriendo “comerle” fichas con la caja oficialista, o empujando internas con personajes de poca relevancia solo con el objeto de que los radicales no la tengan fácil. Pero los que tienen ambiciones y posibilidades de ganar no se van a quedar quietos, ni van a ceder por una simple toma y daca de piezas menores en el tablero. Es difícil ver a alguien que pudiendo ganar se quede cruzado de brazos.

Solo con ver las declaraciones del nuevo presidente del partido –Cornejo- sobre el modelo económico, está claro que el radicalismo pasó de la etapa del “calma radicales”, a la etapa de mostrar los dientes.

Hoy por hoy nadie en el radicalismo debería tener mucho entusiasmo. Pero si alguna vez quieren volver a la presidencia, debería haber algunos que nunca lo pierdan.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)