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03.05.18

El MPP y el TLC con Chile

(El Observador) Para los comunistas la acción está presidida por la teoría. Para la tradición tupamara, que sigue latiendo dentro del MPP, por el contrario, la teoría nace de la práctica. Los comunistas son doctrinarios. Los emepepistas son pragmáticos
Por Adolfo Garcé

(El Observador) En pocos días el Plenario Nacional del FA adoptará una decisión muy importante. En el contexto de la discusión de un documento general sobre inserción internacional del Uruguay, resolverá si habilita que la bancada parlamentaria del partido de gobierno permita la ratificación del TLC acordado por el Poder Ejecutivo con Chile en 2016. El Plenario tiene una composición muy especial. Además de un puñado de personalidades (presidente del FA, vicepresidentes, y hasta 6 adherentes especialmente designados), lo integran 85 representantes de los partidos y 85 de las bases (41 de Montevideo, 41 del interior y 3 del exterior). Puede estimarse que, entre los delegados de los partidos, están empatados partidarios y adversarios de la iniciativa. Por tanto, todo dependerá de la correlación de fuerzas en las bases, donde tienen un peso muy especial comunistas y emepepistas. El PCU se opone a este formato de apertura comercial. El MPP, por lo tanto, es el actor decisivo. Fiel a su estilo, hasta ahora ha evitado mostrar las cartas. Adelanto mi conclusión: no me sorprendería que el próximo sábado, termine dando luz verde al polémico tratado.

El MPP, el movimiento electoral creado y animado por el viejo MLN-Tupamaros, que se convirtió en mayoría dentro del FA gracias al carisma extraordinario de José Mujica, forma parte del ala izquierda de la coalición. Sigue siendo, en términos doctrinarios, "antioligárquico" y "antiimperialista". Sigue teniendo, por tanto, como horizonte, la "liberación nacional" y el "socialismo". En este sentido, el MPP coincide plenamente con el PCU. Pero esta convergencia no debería impedir reconocer una diferencia extraordinariamente relevante. Para los comunistas la acción está presidida por la teoría. Para la tradición tupamara, que sigue latiendo dentro del MPP, por el contrario, la teoría nace de la práctica. Los comunistas son doctrinarios. Los emepepistas son pragmáticos (en el sentido más puramente filosófico del término). Para ellos no es posible conocer a priori la verdad. La teoría puede orientar. Pero solamente la experiencia permite distinguir aciertos de errores. Mientras los comunistas (cargados de definiciones) tienden a repetirse, los emepepistas (ligeros de equipaje) tienden a cambiar. Los comunistas temen el oportunismo. Los emepistas el dogmatismo. Para los primeros las circunstancias son un peligro. Para los segundos, por el contrario, son una oportunidad.

Comunistas y emepepistas, hace apenas tres años, se opusieron al TISA. Los comunistas, invocando las mismas razones que en ese entonces, se oponen ahora al TLC con Chile. El MPP, mientras tanto, sigue orejeando las cartas. Para ellos la pregunta decisiva es si han cambiado, o no, las circunstancias. Desde mi punto de vista existen al menos dos diferencias contextuales potencialmente muy relevantes para el MPP. En primer lugar, hace tres años el PIT-CNT se opuso abiertamente al TISA. En el momento en que termino de escribir estas líneas está por empezar al acto el 1° de Mayo. Ignoro, por tanto, el contenido completo de la proclama. Pero todo indica que el TLC con Chile no será un asunto central (el PIT-CNT no parece ser, en este caso, un actor de veto). En segundo lugar, hace tres años, al comenzar la segunda presidencia de Vázquez, reinaba el optimismo en el FA. La votación del partido de gobierno en octubre y noviembre había superado las expectativas de la mayoría de la dirigencia frenteamplista. Hoy, en cambio, reina la preocupación: la opinión pública no oculta su frustración. La intención de voto al FA es la más baja de toda la Era Progresista. La reelección del FA no es segura.

La oposición durante estos tres años logró victorias importantes. La más resonante por las consecuencias que terminó teniendo fue la instalación de la Comisión Investigadora en el Senado sobre la gestión de ANCAP. Pero no solo ha podido cuestionar lo hecho por el FA. También ha logrado criticar al gobierno por lo que éste no logra hacer. Uno de sus principales argumentos es que el presidente Vázquez no tiene agenda, y que sus divisiones internas le impiden concretar las escasas innovaciones que se propone. Considero que este dato del contexto es especialmente relevante para quienes, como el MPP, tendrán la responsabilidad de decidir si respaldar o no el TLC con Chile. No apoyar esta iniciativa tendrá un costo político-electoral elevado. La oposición podrá seguir argumentando que el gobierno está "trancado". Los empresarios, los del campo y los de la ciudad, acumularán una razón más para distanciarse del FA y depositar sus esperanzas de apertura comercial en la victoria de los partidos de oposición en las elecciones del año que viene.

El FA parece estar atrapado. Pero no lo está. El senador Luis Lacalle Pou, principal referente de la oposición, hace unos meses ofreció públicamente el apoyo de los legisladores nacionalistas al TLC con Chile. Fue una jugada ingeniosa, pero en este momento, puede ser funcional a la interna frenteamplista. No me sorprendería que el MPP, fiel a su genética, promueva una fuga masiva por este túnel. Supongamos que el Plenario no mandata a la bancada a votar contra el tratado y que la oposición brinda los votos faltantes. Si el TLC termina siendo aprobado gracias a legisladores de la oposición el FA tendrá evidencia para sostener que, llegado el caso, podrá gobernar sin tener mayoría parlamentaria. Me inclino a pensar que se está conformando un escenario en el que ganan todos. La oposición se prestigiaría por contribuir a resolver un problema relevante. En el FA todos suspirarían aliviados. Los doctrinarios y los pragmáticos, en el Parlamento y en la Torre Ejecutiva. l

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)