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23.05.18

Si, pero...

(7 Miradas) Macri es el que es. Eso no se lo puede cambiar. Pero existe algo que se llama división de tareas y especialización. Si hay roles que al líder no le salen, o que no conviene que cumpla, alguien de su equipo lo debe hacer. Y viceversa.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Por estas horas ya sabemos que no habrá un SuperDujovne, es decir, un verdadero súper ministro que coordine el área económica. Ergo, el proceso de ajuste –de por sí un dolor de cabeza para cualquier gobierno- será más complejo de lo que hubiese sido con un solo timonel, con suficiente voz de mando.

En la columna de la semana pasada (“Lo que queda de la crisis”) dijimos respecto a la conformación ampliada de la mesa política de decisiones que “además del convencimiento, hay que darle tiempo, porque lo que nunca se hizo, habitualmente no funciona de la noche a la mañana. Con la crisis pisándole los talones a la mesa chica mucho tiempo no hay, pero hay que tener un poco de calma”.

Lo mismo se debe aplicar al nuevo rol (no formal) del ministro de hacienda. Y aun cuando en la jefatura de gabinete se haya eliminado una ficha que iba sumando cada vez más incidencia (Warning), en este negocio nadie se queda quieto ni abandona sus conceptos como por arte de magia.

Pero algo es algo. El presidente no se quedó de brazos cruzados. Hizo varias movidas. Eso de por sí ya es loable. El problema es que haga todo por lo mitad. Una mesa política más amplia sí, pero… Un ministro que coordine a los demás sí, pero… Una recomposición de la meta inflacionaria sí, pero…

Cuál es el efecto para los actores relevantes de este juego del “sí, pero…”? Que eso produce confusión, transmite falta de convencimiento y los resultados no son los esperados. En definitiva, implica retracción de las decisiones (económicas) o aceleración de especulaciones negativas. No es el mejor de los mundos.

Vayamos una vez más a uno de nuestros temas recurrentes: la comunicación. El presidente hizo 2 apariciones públicas relevantes: una fue el anuncio de que la Argentina iniciaba negociaciones con el FMI (8 de mayo), y la otra la conferencia de prensa donde hizo definiciones importantes, entre ella una autocrítica (16 de mayo).

Más allá de las decisiones políticas y económicas –cuyo devenir se verá- en ninguna de las 2 oportunidades comunicacionales Macri fue suficientemente convincente, tranquilizador y convocante. Alguien diría: “pero en el medio de semejante turbulencia no es fácil cumplir con esos atributos comunicacionales”. Es verdad. La pregunta debería ser entonces ¿para qué lo exponemos al presidente a dar malas noticias en el momento menos adecuado? ¿No debería haber hablado el jefe de gabinete sobre la ida al Fondo?

Siempre que me preguntan los clientes quién anuncia qué cosa, la regla es bien sencilla: las malas noticias la dan los funcionarios, el líder está para las buenas noticias. Por supuesto, esta regla no es universal y automática. A veces es el presidente el que debe ponerse el chaleco anti balas y pedir un “sangre, sudor y lágrimas”. En este punto tampoco vimos a un presidente que dramatizara, ya que sabemos que 1) eso no le gusta, y 2) está fuera del libreto oficialista. Entonces?

Macri es el que es. Eso no se lo puede cambiar. Pero existe algo que se llama división de tareas y especialización. Si hay roles que al líder no le salen, o que no conviene que cumpla, alguien de su equipo lo debe hacer. Y viceversa.

Lo peor que le puede pasar a un gobierno es ser “ni chicha, ni limonada”.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)