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31.05.18

Tarifas: Miguel Ángel Pichetto completa la movida y olvida sus diferencias con Cristina Kirchner

(TN) Fue en torno a la votación de esta tarde que se organizó el gran duelo de la política argentina de este año. El senador peronista terminó corriendo detrás del massismo y el kirchnerismo.
Por Marcos Novaro

(TN) Tal vez sea hora de dar vuelta la página y discutir otra cosa. Demasiado tiempo lleva en el candelero de la política nacional una decisión que en verdad ya estaba tomada más de medio año atrás, cuando se aprobó el Presupuesto 2018, con el aval opositor correspondiente, que afecta sólo a usuarios de servicios porteños y del conurbano y le es indiferente al resto del país, y que tras la convulsión cambiaria y financiera vivida el mes pasado, quedó del todo descartado que haya margen alguno para revisar: las cuentas públicas no cierran aún aplicando el tarifazo en discusión, imagínense lo que pasaría si se lo revirtiera y se bloquearan nuevos aumentos.

Con todo, fue en torno a esta cuestión tan focalizada, trabada, difícil de cambiar que se organizó el gran duelo de la política argentina de este año. Algo que no habla precisamente bien de ella. Pero que ayuda a entender por qué tampoco es fácil dar por cerrada la cuestión, ni para los actores de un lado ni para los del otro.

El tema permitió que la oposición peronista se uniera por primera vez en mucho tiempo y desafiara al Ejecutivo. Y aunque éste jugó todas las cartas que tuvo a la mano, o casi todas, para desarmar ese frente, no parece haber logrado gran cosa. Sólo los cinco senadores del bloque que conduce Juan Carlos Romero y el salteño Roberto Urtubey se plegarían a la estrategia oficial, que consistió en ofrecer una salida muy de último momento y acotada, la reducción del IVA a las tarifas, también costosa para el fisco pero mucho menos que la que impulsa el peronismo, y cuya carga se compartiría además con las provincias, porque el IVA se coparticipa.

Al respecto conviene una aclaración importante. El gobierno se mostró desde el principio cerrado a cualquier negociación del proyecto opositor. Y eso en alguna medida lo condenó a amenazar con el veto presidencial también desde el comienzo. Pero es difícil imaginar que tenía otra alternativa, si no quería quedar atrapado en una negociación de la que no iba a salir bien parado.

Su cerrazón a negociar le fue reprochada por los opositores, en particular por Miguel Ángel Pichetto, que en este asunto terminó corriendo detrás de los diputados de su sector, del massismo y el kirchnerismo, algo que no debe haberle gustado mucho hacer, y rompiendo puentes con el oficialismo, lo que tampoco debe haberle agradado.

Si el Ejecutivo aceptaba hacerlo, resignaba el principal instrumento para recortar el gasto que tiene en sus manos, que constitucionalmente, además, no tiene por qué compartir con el Poder Legislativo, y cedía su entero plan de estabilización, si es que algo así existió alguna vez o existe todavía, a la cuasi mayoría opositora en ese terreno. Es decir, se rendía y rendía su programa.

Peor además y por sobre todas las cosas, lo que Pichetto reclamaba era que el oficialismo hiciera semejante sacrificio simplemente para sacarlo del brete en que la nueva configuración y alineamiento de fuerzas en el peronismo lo había metido: el de estar en las puertas de un renunciamiento que debe ser mucho más irritante para él que para ningún otro dirigente peronista, votar con Cristina y los suyos en la que será seguramente la votación más importante del año legislativo.

Sólo si el gobierno ofrecía una salida intermedia, mucho más que la rebaja del IVA, podía evitarlo. De otro modo Pichetto tendría que elegir, o traicionaba al peronismo de momento reunificado y encima envalentonado frente a un gobierno que atraviesa su peor momento, o traicionaba la idea con la que había redefinido su rol de jefe de bancada en el Senado, la exclusión de Cristina; sabía perfectamente que, en realidad, no iba a tener opción, sólo empujando hasta el final el proyecto de Diputados podría mantener unida su bancada y su liderazgo mínimamente indemne. Así que fue lo que hizo.

Se ha dicho que el gobierno no cuida lo suficiente a sus interlocutores del peronismo moderado. También se sostiene, inversamente, que estos son solo moderados mientras no tengan a mano oportunidades y recursos para volver a las andadas. Tras lo sucedido con las tarifas, será interesante reflexionar sobre cuál de las dos explicaciones se ajusta más a la realidad. Y, más allá de eso, también sobre lo difícil que termina siendo para los protagonistas de la vida política de nuestro tiempo, más allá de las buenas intenciones que los animen, compaginar objetivos que entienden necesarios o valiosos, pero que frecuentemente se vuelven incompatibles entre sí.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)