Artículos

15.06.18

Respetar a la autoridad

(El Líbero) Podremos discutir si el carabinero reaccionó bien o desmedidamente frente al conductor de Uber, pero no podemos relativizar un principio que debe ser aceptado y valorado por todos. Carabineros merece respeto y su sola presencia debiera inducir al orden y generar confianza.
Por Patricio Navia

(El Líbero) No hay ningún indicador más claro de la existencia de una democracia fuerte y un estado de derecho consolidado que el respeto a la autoridad y el apego a las reglas. A menos que empecemos a respetar a las autoridades y a comportarnos de forma civilizada en nuestras interacciones con otros ciudadanos, difícilmente podremos construir una sociedad más justa e igualitaria.

La polémica que generó el incidente en el aeropuerto en que un carabinero disparó a un chofer de Uber que se negó a seguir las instrucciones y que, en cambio, intentó atropellarlo para huir del lugar, ejemplifica las distintas prioridades que tienen muchos chilenos. Comprensiblemente, algunos expresaron preocupación por la decisión del carabinero de realizar un disparo que, afortunadamente, sólo hirió en el brazo al conductor; cualquier error en su accionar hubiera podido costarle la vida al automovilista. Otros, también correctamente, han puesto el foco en la irresponsable decisión de este último, que desoyó las instrucciones del policía que le estaba apuntando con un arma; parece lógico pensar que, cuando alguien te apunta con un arma cargada, es mejor obedecer que arriesgar recibir un balazo. Por cierto, el insensato comunicado de la empresa Uber, que en ningún momento criticó la decisión de su “socio conductor” de desacatar la orden de un carabinero también generó justificado rechazo; ninguna empresa puede desconocer que sus trabajadores tienen la obligación de respetar la ley.

Pero más allá de la discusión sobre cómo se pudo haber evitado esa situación, el incidente mismo refleja un problema más profundo que existe en Chile. El conductor Uber optó por desafiar la autoridad de un carabinero, aun cuando éste le apuntaba con una pistola, porque el respeto a ellos parece una norma que se ha perdido. Vemos regularmente en marchas que los encapuchados —y muchos que ni siquiera se encapuchan— agreden violentamente a funcionarios que están haciendo su trabajo de proteger el orden público. Sabiendo que los que agreden a carabineros gozan de impunidad, muchas personas ni siquiera lo piensan dos veces antes de golpearlos o lanzarles piedras.

Los carabineros son ciudadanos que están haciendo su trabajo y tienen familias que viven con temor a que sus seres queridos sean atacados vilmente. Pero los carabineros también representan una de las premisas más básicas de un estado de derecho; ellos personifican el concepto de que el Estado posee el monopolio de la violencia en el espacio público en una sociedad que funciona bien. Ese poder obliga al Estado, y a Carabineros en particular, a tener protocolos muy cuidadosos sobre la forma en que ocupará esa violencia para defender el orden público y para proteger su vida y su integridad mientras lo hace. Por eso, cuando Carabineros abusa de su poder y se excede en su comportamiento más allá de sus atribuciones, el castigo es y debe ser severo.

Pero a su vez, cuando los ciudadanos que nos beneficiamos con el orden y seguridad irrespetamos a la autoridad y nos atrevemos a usar la violencia contra un carabinero, nosotros también incumplimos nuestra parte del contrato social. No se vale atacar a carabineros porque creemos que la sociedad es desigual, que los políticos son corruptos o que prevalecen las injusticias. Agredirlos sólo perpetúa y potencia esas injusticias.

Los estados de derecho existen para proteger a los más débiles. La fuerza pública está en las calles para igualar la cancha en favor de los que no pueden pagar sus propios guardias de seguridad o guardaespaldas. Al ser la única fuerza con potestad para portar armas en la calle en tiempos de paz, Carabineros representa ese frágil equilibrio que nos permite vivir en sociedad libres de violencia y sabiendo que nuestros derechos están siendo protegidos. Cuando alguien ataca a un carabinero, esa persona está atacando el contrato social y está atentando contra la estabilidad de la democracia y contra la estructura que protege los derechos de todas las personas.

Podremos discutir si el carabinero reaccionó bien o desmedidamente, pero no podemos relativizar un principio que debe ser aceptado, respetado y valorado por todos. Carabineros merece el respeto de las personas y su sola presencia debiera inducir al orden y generar confianza. Para que eso ocurra debemos todos comportarnos de forma respetuosa con ellos. Porque el ejercicio de nuestros derechos depende de que exista estado de derecho y de que los demás respeten también el contrato social, es esencial la existencia de un cuerpo de policía eficiente, bien entrenado, respetuoso de las reglas y ampliamente respetado por todos. El incidente con el chofer de Uber debiera recordarnos el esencial rol que cumple los carabineros en la sociedad y lo clave que resulta que todos respetemos la legítima autoridad que ejercen cuando están haciendo su trabajo.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)