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11.06.13

Una elección con reglas inciertas

(TN) En principio pareciera que el kirchnerismo preferiría suspender las PASO. En parte porque en algunos distritos importantes las fuerzas opositoras se las están arreglando para hacer un buen uso de ellas: es lo que el radicalismo, el FAP y otros aliados han estado preparando para resolver sus diferencias y ampliar y fortalecer su coalición, por lo menos en Capital Federal y Mendoza, donde presentarían varias listas competitivas entre sí. Es claro que eso no le conviene para nada al oficialismo, que no está en condiciones de hacer algo parecido probablemente en ningún lado. Pero ¿puede evitarlo? Si intentara suspender las PASO, ¿no chocará contra un nuevo bloqueo judicial?
Por Marcos Novaro

(TN) Con el paso de los días, aunque con bastante demora y lentitud, van tomando forma las alianzas y candidaturas que participarán de las elecciones legislativas de este año. Sin embargo, mientras esto sucede es curioso que se estén volviendo más y más inciertas las reglas con las que habrá de dirimirse esa competencia: al día de hoy no se sabe si habrá o no elección de consejeros a la Magistratura, si se harán o no las internas abiertas, o si el Ejecutivo, la oposición y los jueces inventarán de aquí a agosto, de consuno o pugnando entre ellos, alguna otra alternativa ad hoc que hoy no logramos imaginar para organizar los comicios.

En verdad, la inestabilidad de las reglas electorales no es para nada nueva: durante la década kirchnerista no hemos tenido dos elecciones que se hayan hecho con las mismas normas; porque regularmente cada dos años el Ejecutivo impulsó, y logró siempre imponer, nuevas leyes y procedimientos electorales, sacando de la galera las internas abiertas, las colectoras, las testimoniales y otros inventos por el estilo.

Lo peculiar de la actual situación no es esa incertidumbre y manipulación a la que ya los gobiernos kirchneristas nos tenían acostumbrados. Sino el hecho de que el oficialismo no logra imponer los cambios que desea, lo que habla ya de por sí de todo el poder que ha perdido, y entonces la confusión se prolonga y generaliza: de la interacción entre los distintos protagonistas con influencia o poder de veto en la materia resulta un juego de presiones e iniciativas cuyo resultado es, por ahora, imposible de prever.

Recordemos ante todo que, como ya se ha señalado en diversos análisis, la reforma judicial que el Ejecutivo nacional impulsó contenía semioculta una alteración drástica del sistema electoral: creaba una nueva categoría en competencia, los consejeros de la Magistratura, que volvía la elección de legisladores un asunto secundario y buscaba nacionalizar y polarizar la disputa, para volverla un plebiscito entre el peronismo unido detrás del gobierno y el resto del disperso espectro político.

Aparentemente esta iniciativa va camino al fracaso: ya demasiados jueces la han invalidado. Y no son pocos los funcionarios del propio gobierno que sugieren no insistir con el asunto y pasar a otra cosa, para que la agonía no se prolongue y el oficialismo no deje aun más en evidencia su impotencia. Pero no está claro cuál será el resultado de esa frustración para las reglas de juego: si se volverá al régimen creado por la anterior reforma, la que estableció las internas abiertas y obligatorias, o se irá aun más atrás, suspendiéndose también esas internas.

En principio pareciera que el kirchnerismo preferiría suspender las PASO. En parte porque en algunos distritos importantes las fuerzas opositoras se las están arreglando para hacer un buen uso de ellas: es lo que el radicalismo, el FAP y otros aliados han estado preparando para resolver sus diferencias y ampliar y fortalecer su coalición, por lo menos en Capital Federal y Mendoza, donde presentarían varias listas competitivas entre sí. Es claro que eso no le conviene para nada al oficialismo, que no está en condiciones de hacer algo parecido probablemente en ningún lado. Pero ¿puede evitarlo? Si intentara suspender las PASO, ¿no chocará contra un nuevo bloqueo judicial?

Hay sin embargo otro dato que tal vez lo impulse a correr ese riesgo: así como en 2011 las PASO crearon un efecto “bola de nieve” al revelar la fortaleza de la candidatura de Cristina, permitiendo que sus listas mejoraran su desempeño en las elecciones generales, ahora podría suceder lo contrario, y ese efecto de bola de nieve terminar favoreciendo a las listas opositoras con más chances de imponerse en cada distrito, sobre todo en los más populosos del país, donde al gobierno le puede ir realmente muy mal. Y si eso termina favoreciendo encima a peronistas disidentes en la provincia de Buenos Aires el daño para las listas kirchneristas sería doble: las internas darían la señal de largada para que entre agosto y octubre se produzca una verdadera fuga de votos y dirigentes hacia un nuevo campeón electoral proveniente del peronismo, con capacidad para forzar la sucesión del liderazgo en su seno.

De verificarse esta eventualidad, independientemente de los porcentajes que cada facción peronista finalmente logre sumar a nivel nacional (suma que podría aun favorecer relativamente al kirchnerismo, gracias a su predominio persistente en el norte del país y su presencia en todo el territorio), el resultado de las próximas elecciones sería aun más perjudicial para el gobierno de lo que fue el de 2009, cuando quedó en claro que el gobierno había perdido, pero no quién era el que le había ganado.

Hay quienes dicen que el único que puede desencadenar un proceso de este alcance es Sergio Massa, así que las PASO sólo se suspenderían si él amaga con presentarse. Otros creen en cambio que Massa dejó pasar ya demasiado tiempo como para poder armar una lista ganadora, y de suspenderse las PASO podría concedérsele inesperada e involuntariamente el que necesita. Pero son todas especulaciones: lo cierto es que ya hace tiempo que pasó el momento en que Massa podía “desensillar hasta que aclare” sin quedar asociado con la eterna espera en gateras con la que será recordada por siempre la figura de Carlos Reutemann. Y por más que se cambien las reglas de juego eso no va a cambiar.

Fuente: TN (Buenos Aires)