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07.03.14

Y llegó marzo

(7 Miradas) El discurso de apertura de sesiones de la presidenta fue evidentemente el de alguien que sabe que inexorablemente abandonará el poder en menos de 2 años. Desde su estilo hasta su contenido está claro que le escapó a la impronta epopéyica de años anteriores. Este discurso está lejano del “vamos por todo”, a la radicalización del modelo y a la confrontación con más actores sociales y políticos.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Hace 2 meses y medio que en la Argentina se especulaba acerca de cómo iba a hacer el gobierno para llegar a marzo, para empezar a recibir los dólares de las cosechas, y así pilotear la situación hasta mitad de año.

La semana pasada con el acuerdo por Repsol le puso otra perla al giro económico no declarado que está llevando a cambio el oficialismo. Y se conoció una nueva cifra de la aspiradora de pesos del Banco Central: ya lleva 40.000 millones en 2 meses. Y como si esto fuera poco se está arrepintiendo del acuerdo con Irán por el caso AMIA. Definitivamente no es el mismo gobierno que cuando la presidenta fue operada.

Toda la apuesta era a clavar el dólar en 8 $ y frenar el blue. Pues lo consiguió. Claro que las cosas no terminan ahí: se estabilizó el paciente, pero falta mucho para que pase a sala intermedia. El alta probablemente no se lo dará ningún médico por bastante tiempo.

En ese marco debe leerse el discurso de la presidenta del 1ro. de marzo. El discurso de apertura de sesiones de la presidenta fue evidentemente el de alguien que sabe que inexorablemente abandonará el poder en menos de 2 años. Desde su estilo hasta su contenido está claro que le escapó a la impronta epopéyica de años anteriores. Este discurso está lejano del “vamos por todo”, a la radicalización del modelo y a la confrontación con más actores sociales y políticos.

Está claro que el gobierno no hará un giro “pro mercado”. Pero vía el ajuste obligado, al final del camino, al favorecerse a sí mismo puede terminar generando expectativas más positivas hacia el año próximo. Esta será la perspectiva del gobierno de CFK hasta que termine: no cambiará de filosofía, pero al menos quiere evitar males mayores.

Hay dos temas a los cuales se le debe prestar atención:

1) los problemas del gobierno no terminan en lo económico: los casos Ciccone, Baez, Sueños Compartidos, entre varios más, lo van a tener siempre a la defensiva. Si bien la corrupción no es lo que va a seguir desgastando al gobierno, está claro que le pondrá un claro techo a la recuperación que pudiese pretender en la opinión pública.

2) La situación social no será la mejor: los episodios de Villa Lugano y Saavedra, los múltiples piquetes, los conflictos policiales, docentes y laborales pueden multiplicarse por a) inflación desatada, y b) desmadre en la conducción del Estado en sus distintos niveles. Eso lleva a algunos a pensar en la hipótesis Milani, que sería el brazo armado del proyecto para poner orden frente a una economía que sigue crujiendo.

Nadie debería soñar con Venezuela: ni a favor, ni en contra.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)