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18.07.14

Bordaberry - Coutinho: ¿la fórmula de la sucesión?

(El Observador) Nadie discute que el candidato a la vicepresidencia es importante. Pero, ¿valía la pena chocar tan frontalmente con los batllistas? No lo creo. Por eso, me pregunto si, a la hora de explicar la decisión adoptada por Bordaberry, no habrá que mirar más allá de octubre de 2014.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) El ciclo electoral que estamos transitando se empecina en sorprendernos. El desenlace de la larga discusión de los dirigentes colorados acerca de cómo componer la fórmula presidencial lleva más agua al molino de lo inesperado.Todo parecía indicar que, esta vez sí, Pedro Bordaberry optaría por incluir como candidato a la vicepresidencia a un dirigente representativo de los sectores batllistas derrotados en la primaria. Descartada la candidatura de Alejandro Atchugarry, parecía que la designación caería o sobre el principal referente de Batllistas de ley, José Amorín Batlle, o sobre Tabaré Viera.

Sin embargo, Bordaberry se inclinó por Germán Coutinho. El desenlace, que molestó profundamente a los batllistas –que manifestaron sentirse “decepcionados”–, es enigmático. Huele a despedida.Bordaberry defendió su decisión con dos grandes argumentos. En primer lugar, dijo que, durante los contactos con dirigentes de todo el país realizados después del 1º de junio, el del intendente de Salto había sido, junto al de Atchugarry, el nombre más mencionado.En segundo lugar, sostuvo que los cargos deben ser ocupados por “los mejores” y no por cuota política, y que Coutinho es el mejor para esta responsabilidad (mencionó, en este sentido, que el de Salto es el intendente mejor evaluado de todo el país). Dejo de lado el primer argumento porque no tengo cómo corroborarlo.

En cuanto al segundo, lo único que puedo decir es que, efectivamente, cumple con un requisito muy importante para maximizar la probabilidad de competir con éxito con el poderoso binomio del Partido Nacional en octubre: ser un dirigente del interior del país. Coutinho ha demostrado saber cómo inspirar confianza en los electores salteños y, en ese sentido, es lógico esperar que pueda potenciar el atractivo de la fórmula del PC.

Pero Bordaberry podría haber procurado obtener el mismo beneficio minimizando el costo. Coutinho no es el único político colorado que ha demostrado saber cómo sintonizar con los electores del interior del país. Tabaré Viera fue electo intendente de Rivera en mayo de 2000 y logró retener el cargo pese a la impresionante debacle del PC, cinco años después. Incorporándolo a la fórmula, hubiera evitado el conflicto con los batllistas y reforzado su perfil de líder de todo el partido.Finalmente, una decisión de este tipo habría contribuido a posicionarlo ante la ciudadanía como un dirigente que, además de convicciones muy firmes sobre temas fundamentales, tiene pragmatismo y capacidad de negociación. Con independencia de sus intenciones y justificaciones, la designación de Coutinho transmite exactamente la señal opuesta: suena a imposición, a empecinamiento.

Se dirá que, más allá de sus semejanzas, los perfiles políticos de los dos dirigentes mencionados son muy distintos. Es cierto. Para empezar, Germán Coutinho (1970) es bastante más joven que Tabaré Viera (1955). La edad, como quedó de manifiesto el 1º de junio, no es un dato menor. El electorado uruguayo está dando señales claras de preferir la juventud a la experiencia.

Para que se entienda mejor: el intendente de Salto, aunque no lo parezca, tiene casi la misma edad de Lacalle Pou. Es realmente muy joven para el estándar de la política uruguaya. Mirado desde el ángulo del claro mensaje a favor de la renovación del 1º de junio, la inclusión de Coutinho en la fórmula presidencial tiene mucho más sentido que la de Viera.Pasemos raya. A favor de la designación de Coutinho había tres argumentos de peso: su comprobada capacidad para sintonizar con los electores del interior, los altos niveles de aprobación de su gestión como intendente y su juventud.En contra de esta decisión hay otros tres igualmente relevantes: defrauda las expectativas de los Batllistas de ley (que habían puesto sobre la mesa el nombre de Tabaré Viera), lastima la unidad del PC, y arroja una sombra importante sobre la capacidad de negociación de Bordaberry.

Nadie discute que el candidato a la vicepresidencia es importante. Pero, ¿valía la pena chocar tan frontalmente con los batllistas? No lo creo. Por eso, me pregunto si, a la hora de explicar la decisión adoptada por Bordaberry, no habrá que mirar más allá de octubre de 2014. El líder colorado nunca ocultó que le gustaría que Coutinho lo suceda en el liderazgo del sector y del partido.

Además, con cierta frecuencia, deja entender que está dispuesto a abandonar la actividad política. Hace poco más de un año, en una asamblea de Vamos Uruguay celebrada en Flores, explicando por qué no quería encabezar la lista al Senado, dijo que, para él, la elección de 2014 era “todo o nada”. Argumentó que si no es electo presidente, no quiere ocupar ningún cargo. Finalmente, sus compañeros lo hicieron cambiar de opinión sobre la lista al Senado. Pero no creo que lo hayan hecho modificar su punto de vista sobre el fondo del asunto.

En resumen. Me pregunto si Bordaberry no estará quemando las naves. Propuso como vice al que considera mejor en el contexto de una elección marcada por la renovación. No le importa agraviar a los batllistas. Si gana la elección, habrá demostrado que tenía razón y podrá compensarlos con cargos de gobierno. Si pierde, le habrá dejado el camino libre a Germán Coutinho para que se convierta en su sucesor. El tiempo dirá.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)