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16.07.15

Sonó la campana

(7 Miradas) Como sucede en el boxeo, mientras los primeros rounds los siga ganando por puntos el oficialismo, o empatando, habrá que esperar un nocaut para dar vuelta la historia.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Aunque parezca mentira empezaron las campañas para cargos electivos nacionales y en la provincia de Bs. As. Parece mentira porque 1) las campañas empezaron hace mucho tiempo, 2) la gente está fría respecto a las elecciones, y 3) nada muy destacable se vio en estos primeros días.

Como diría Miyamoto Musashi en “El Libro de los Cinco Anillos” (1643) todo tiene un ritmo. En este caso, el ritmo lo marca el cotidiano de la gente: esta semana es la primera de las campañas; luego vienen 2 semanas de vacaciones de invierno en donde la gente se desconecta un poco energéticamente de la realidad (tengan o no hijos en edad escolar); tras cartón los últimos 4 días de jolgorio electoral, y a votar!

Con ese timing, sumado a la frialdad aludida al comienzo, a todos los competidores les va a costar calentar la pantalla. Cuando esto sucede es más difícil que el escenario se dramatice. Ergo, eso juega en contra de eventuales polarizaciones, y favorece al que va primero. Cuánto más se enfríe el partido, más complicado es que se modifique el marcador.

Para los que llegan tarde o nunca levantaron volumen -Carrió, Sanz, Rodríguez Saá, De Genaro, y algo de la izquierda- este clima actúa de manera darwiniana marginando posibilidades.

Luego hay una franja intermedia -Stolbizer, De la Sota, Altamira- que algún ruido harán (por trayectoria, y porque si no se polariza prematuramente en las PASO pueden recoger algún voto reacio a definirse contra su voluntad).

Massa sigue su camino de ir por los temas. Algún efecto tiene en un escenario en donde se propone poco y nada que la sociedad capte. Su insistencia en la seguridad le está construyendo cierta marca registrada. El haber reconfirmado su candidatura al menos obturó el drenaje de votos, e incluso recuperó algo.

Macri se ve atrapado por 2 circunstancias, ambas no queridas y no fáciles de predecir. Por un lado, el balotaje en la Capital -y cierta virulencia de Lousteau- le están quitando tiempo y energía para mostrar un camino triunfal. En la intención de voto está frenado y con alguna pérdida. Los fracasos de Santa Fe y Córdoba enfriaron el efecto bola de nieve.

Por el otro, su equipo denota haber caído en la cuenta que el cambio se achicó y la continuidad creció, poniéndolo en un galimatías estratégico. Definitivamente el promedio social se volvió más cauteloso, conservador, y eso hace que resbale la prédica del cambio. Tampoco funciona el llamado a perder el miedo. Hay cierta pérdida de novedad que conspira contra el objetivo de polarizar.

Por último, Scioli hace de Scioli (lo que mejor sabe hacer): amaga, esquiva, gambetea, profesa lealtad y matices al mismo tiempo. Es socio de la presidenta más en las ganancias que en las pérdidas. Si la economía no desbarranca, está claro que los temas políticos, institucionales, éticos y de estilo no están perjudicando al oficialismo (si no lo hizo Nisman…).

Como sucede en el boxeo, mientras los primeros rounds los siga ganando por puntos el oficialismo, o empatando, habrá que esperar un nocaut para dar vuelta la historia.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)