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09.12.15

Algo tiene Santa Fe (Ademas de cerveza)

(7 Miradas) No se sabrá si es por «el liso santafesino», pero en el hecho de que 2 de los últimos 3 presidentes del radicalismo sean de esa provincia (y 3 al hilo egresados de la misma universidad), tiene que ver la cultura de coalición y responsabilidad de gestión que forjaron con el socialismo en el Frente Progresista provincial. Nada es casualidad, ni automático. Las construcciones sólidas de largo plazo empiezan de abajo para arriba.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) El triunfo de Macri, tanto en la primaria de Cambiemos como en el balotaje, implica muchas más cosas que la mera consagración. Indica nuevas fórmulas de éxito en la política argentina, tanto desde el punto de vista de la acumulación, como de la construcción.

Para ser competitivo, teniendo a un socio mejor adaptado al medio ambiente, lo mejor es tomar nota lo más rápido posible y aggionarse, para no desaparecer como los dinosaurios. Eso es lo que está intentando hacer el radicalismo en estos días.

La UCR es como una empresa con una amplia red de sucursales, varias de las cuales son muy exitosas, pero sin casa central. Lo cual significa que la red puede convertirse en algún momento en una serie de negocios individuales. Si el “headquarters” no funciona adecuadamente, la empresa solo se salvará del desguace si 1) existe alguna conciencia sobre la conveniencia de seguir como tal, y 2) se mantiene aunque más no sea cierta mística e identidad. Algo de mística ha reaparecido por el inesperado beneficio radical al ganar Macri. Identidad existe más de lo que parece, sobre todo en el interior del país.

Luego de la reelección de CFK y la pobre performance del radicalismo en 2011, el partido tuvo 2 presidentes. El primero fue Mario Barletta, primer intendente radical de la ciudad de Santa Fe post ´83. Ex rector de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), y que fue a la primara por la gobernación en 2001 frente al socialista Bonfatti, desempeñando un rol destacado. No es abogado, ni es radical de comité, y dejó como heredero en la intendencia santafesina a José Corral, el nuevo presidente del partido de Yrigoyen. Sus 2 principales logros fueron: 1) el radicalismo con aliados sumó el 25 % a nivel nacional en la legislativa de 2013 donde la estrella fue Massa, y 2) logró que volviera Cobos al partido sin mayores conflictos. Ahora es diputado nacional.

Luego de Barletta vino Sanz, que proyectaba desde ese lugar al mismo tiempo su candidatura presidencial. Sanz es mendocino, pero -oh casualidad- estudió en la misma UNL de Barletta. El hombre de San Rafael se la jugó con la alianza con Macri y sin Massa. Resultados a la vista.

Como parece que en la vida no hay 2 sin 3, el viernes 4 el radicalismo volvió a elegir a otro santafesino, y también de la mentada UNL: José Corral, intendente de Santa Fe. Si bien es abogado -tradición radical desde los fundadores de la fuerza- tiene una trayectoria poco común. Milita desde el colegio secundario y más tarde se coronó como presidente de la Federación Universitaria del Litoral. En la universidad forjó su carrera gestionando, al igual que Barletta, y tampoco fue de comité. En la UNL fue el número 2 de su antecesor como intendente, en el cargo de secretario general. Es hijo de un dirigente de la UCRI -desarrollista- que fue presidente de Unión de Santa Fe en sus momentos de gloria (del ´73 en adelante).

En junio pasado se convirtió en el primer intendente reelecto de la historia de la ciudad, cosa que ningún peronista logró pese a haber controlado la ciudad la mayor parte de esta etapa democrática.

Corral es joven -47 años- ejecutivo y moderno. Lo que el radicalismo necesita para comenzar una renovación que se le niega hace rato, y lo emparente con la cultural organizacional del PRO. El propio Macri lo ha alabado públicamente.

Si bien el nuevo mandamás llega con un consenso de todos los sectores internos, los desafíos son inmensos. Sobre todo, teniendo en cuenta que el protagonista de la hora no es solo es jefe comunal, sino también la esperanza radical para la gobernación en 2019. La última vez que Santa Fe tuvo un mandatario de ese origen partidario fue en 1963.

Todo el tiempo se escucha que la UCR es un partido en fase de descomposición, que ya no será lo que era, y que luego del fracaso de la Alianza será muy difícil que la gente vuelva a creer en él para la presidencia. Tiene algo de cierto y absolutamente lógico. Sin embargo, cuando se trata de desplegar el mapa nacional, hay mucho más radicalismo del imaginado, y aún cuando la virtualidad está desplazando al territorio, en algunos lugares el “un cura en cada pueblo” cobra relevancia.

Los procesos de transformación no son sencillos, ni rápidos. Mucho más en un partido de vieja data. Y tampoco se resolverán en los 2 años que dure la presidencia de Corral. Pero “un camino de 1000 millas empieza con el primer paso” dijo Lao-Tsé.

En todo caso, los cambios deben comenzar por cambiar algunas impresiones. La foto mental de “viejos abogados de comité, pronunciado discursos indescifrables”, puede quedar ahora relativizada.

No se sabrá si es por “el liso santafesino”, pero en el hecho de que 2 de los últimos 3 presidentes del radicalismo sean de esa provincia (y 3 al hilo egresados de la misma universidad), tiene que ver la cultura de coalición y responsabilidad de gestión que forjaron con el socialismo en el Frente Progresista provincial.

Nada es casualidad, ni automático. Las construcciones sólidas de largo plazo empiezan de abajo para arriba.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)