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16.12.15

El gobierno, el FA y un año para el olvido

(El Observador) Ha sido un año malo para el gobierno y para el FA. El gobierno y el partido que lo anima están a tiempo de cambiar el rumbo. Vázquez ha demostrado saber correr carreras largas. Puede dar un golpe de timón.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) Se termina el primer año del tercer mandato consecutivo del Frente Amplio. Hay muy poco para rescatar. Fue un año anodino (por no decir deprimente) en términos de gobierno. Y un año muy malo (por no decir pésimo) para el FA como partido.

Hace un año, un Tabaré Vázquez “recargado”, sorprendiendo a propios y extraños, designó en tiempo récord su gabinete. Pareció una señal de la gestión que vendría y de un quinquenio con más decisiones y menos palabras. En efecto, hubo pocas palabras. Vázquez, fiel a su estilo, habló poco y nada. Al igual que durante su mandato anterior, prefirió exponerse muy poco. Pero tampoco hubo innovaciones de relieve. Si tuviera que mencionar cuáles fueron las decisiones más significativas del gobierno diría que fueron tres grandes “no se puede”. No se puede construir el ANTEL Arena. No se puede negociar en el TISA. No se puede reformar la educación.

Que cada lector elija cuál de estos mensajes lo dejó más perplejo y desanimado. En lo personal, lo sucedido con el tema educativo fue como un balde de agua fría. Durante los cinco años de la presidencia de José Mujica se habló de la necesidad de reformar la educación. El tema trepó al segundo lugar en las encuestas sobre los “principales problemas” del país. Vázquez, durante su campaña electoral, dio señales de querer tomar el toro por las guampas. La presencia de Fernando Filgueira en su entorno, convertido en principal asesor en esta temática, alentó las expectativas de un cambio profundo para atacar el desastre de la enseñanza secundaria. Su ulterior designación como número dos del MEC pareció confirmar el designio reformista. Por eso mismo, supuse durante meses que las innovaciones vendrían empaquetadas en el Presupuesto (como durante la segunda presidencia de Julio María Sanguinetti). Me equivoqué. El trámite presupuestal terminó sin anuncios de reforma y, para colmo de males, con la destitución de Filgueira.

En todo caso, reitero ahora lo que escribí hace unas semanas. Este primer año del tercer mandato del FA pasará a la historia como el comienzo de gobierno menos ambicioso en términos de agenda desde 1985 en adelante. El gobierno no muestra un rumbo. El Ejecutivo no contagia. El presidente no entusiasma. Los frenteamplistas no ocultan su malhumor y muestran señales claras de desaliento. Los sondeos de opinión pública reflejan perfectamente este creciente malestar. Los niveles de aprobación de la gestión del gobierno y del presidente se han desplomado a niveles inéditos desde que el FA tomó las riendas.

Si al gobierno le va mal, al partido gobernante le va peor. Durante todo el año el FA se ha dedicado a dejar de manifiesto hasta qué punto llega el desencuentro conceptual y personal entre las sus dos grandes alas. Desarrollistas (dominantes en la bancada parlamentaria) y neoinstitucionalistas (atrincherados en el gabinete) se han enfrentado todo el año en torno a dos asuntos fundamentales: inserción comercial y empresas públicas. Los desarrollistas, con el vicepresidente Raúl Sendic en el papel protagónico, vetaron el TISA. Los neoinstitucionalistas, con Danilo Astori a la cabeza, cuestionaron a lo largo de todo el año el manejo de las empresas públicas durante el gobierno anterior. El cruce de cartas públicas de los últimos días entre Mujica y Astori es la última manifestación de una controversia que se ha hecho cada vez más explícita.

Como es habitual, una parte de las tensiones tienen que ver con la competencia electoral. Ya se habla del 2019. Mujica anunció solemnemente en el Senado que no aspira a ser candidato a la presidencia. Pero todos le escuchamos decir eso mismo durante años entre 2006 y fines de 2008… Astori no ha dicho nada públicamente. Pero ya se escuchan comentarios sobre su eventual postulación. Mientras tanto, Raúl Sendic tomó el enorme riesgo de apoyar la creación de la Comisión Investigadora sobre la gestión de ANCAP. De este modo, ha logrado convertirse en el blanco favorito de las críticas de la oposición. También logró posicionarse como el principal antagonista del astorismo. Ambos movimientos fortalecen su eventual precandidatura. Pero, primero, deberá salir airoso de la andanada de críticas que han caído sobre su gestión al frente de la petrolera estatal.

Mientras tanto, el que sí tiene una agenda ambiciosa de gobierno y ha escapado a las batallas campales de la interna frenteamplista es Daniel Martínez, intendente de Montevideo. Hay que prestar mucha atención a la gestión de la IMM. Si Martínez logra concretar durante los próximos años innovaciones significativas, y si consigue no ser arrastrado a la guerra entre las distintas tribus frenteamplistas, la probabilidad de que sea postulado como precandidato presidencial aumentará significativamente. La gestión en la IMM, hace muchos años, fue el trampolín de Tabaré. Puede ser también la plataforma de lanzamiento de Martínez.

Ha sido un año malo para el gobierno y para el FA. El gobierno y el partido que lo anima están a tiempo de cambiar el rumbo. Vázquez ha demostrado saber correr carreras largas. Puede dar un golpe de timón. Pero dejo esto para desarrollarlo otro día.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)