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01.11.17

To be, or not to be (el FA y el TLC con Chile)

(El Observador) Finalmente, la controversia sobre el TLC con Chile pone de manifiesto que no hay una política de Estado en materia comercial en Uruguay. Los partidos tienen preferencias sustantivas distintas también en este asunto. Me inclino a pensar que los partidarios de la apertura comercial tendrán que seguir esperando. Mientras el FA gobierne prevalecerá la conocida sospecha cepalina respecto a los peligros del libre comercio.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) El presidente Tabaré Vázquez viene acelerando. Es lógico. Quedan apenas dos años para la elección nacional y, al menos por ahora, la cosecha en términos de realizaciones e innovaciones de este tercer gobierno frenteamplista es demasiado magra como para asegurar un cuarto mandato consecutivo. En ese contexto, para el Poder Ejecutivo, concretar en el Parlamento el TLC con Chile acordado entre ambos gobiernos hace un año representa una gran oportunidad y, por ende, una obvia prioridad. Sin embargo, entre el propósito y su concreción persiste una brecha importante. La bancada frenteamplista no luce demasiado entusiasmada con esta perspectiva. El asunto merece ser analizado más a fondo porque permite poner de manifiesto aspectos relevantes de la ideología frenteamplista y, más en general, del papel de los partidos en la política comercial uruguaya. Vayamos por partes.

¿Cuál es la magnitud de la resistencia al TLC con Chile dentro del FA? Los sectores que más claramente se han manifestado en contra son Casa Grande, la fracción liderada por Constanza Moreira, y el Partido Comunista. Se trata de dos sectores relativamente pequeños en términos electorales (y, por tanto, desde el punto de vista estrictamente legislativo) pero muy influyentes desde el punto de vista de la formación de opinión dentro de la izquierda (Casa Grande tiene arraigo en el mundo universitario, el PCU fuerte influencia en el movimiento sindical). Francamente a favor se ha pronunciado solamente el Frente Líber Seregni de los ministros Danilo Astori y Rodolfo Nin Nova. Ni el Movimiento de Participación Popular ni el Partido Socialista, al menos por ahora, han explicitado su posición. Si mi interpretación es correcta el silencio de los socialistas tiene que ver esencialmente con discrepancias internas. El del MPP, en cambio, con cálculos políticos.

Las sospechas hacia el libre comercio tienen raíces profundas. Cuando, hace algo más de una década, el FA se opuso a avanzar hacia un TLC con EEUU hubo quienes interpretaron que esto obedecía, en esencia, al profundo sentimiento antiimperialista que caracterizó, desde siempre a la izquierda uruguaya. El episodio que vengo analizando ayuda a relativizar este enfoque. La resistencia es más profunda, más doctrinaria y mejor fundada en términos teóricos. Para el ala izquierda del FA un TLC no es conveniente si es con países percibidos como "amigos" del mundo (como China) o de la región (como Chile) pero perjudicial si se trata de EEUU. La mayor parte de la izquierda sospecha del libre comercio porque considera que puede herir de muerte la perspectiva de un desarrollo económico distinto, apoyado en la innovación, la ciencia y la tecnología, y no en la producción de commodities. En el fondo, incluso los que siguen teniendo adscripción al marxismo, son tributarios del enfoque centro-periferia liderado por Raúl Prebisch y diseminado durante décadas por la Cepal.

El problema del desarrollo económico está lejos de ser una cuestión de detalle para el FA. Es un tema central desde el punto de vista ideológico. Forma parte de la identidad. En ese sentido, tiene casi tanta centralidad como la búsqueda de la igualdad. A lo largo de todos estos años, desde marzo de 2005 en adelante, como es sabido, quienes más profundamente creen en la necesidad de un modelo de desarrollo diferente no han podido liderar la conducción de la política económica que ha girado permanentemente sobre otro eje, el impuesto por Vázquez y Astori. Han logrado, sí, victorias parciales, ya sea imponiendo algunas políticas o vetando otras. El TLC con Chile les ofrece una nueva oportunidad de manifestar sus diferencias doctrinarias con el astorismo. No dejaron pasar el TLC con EEUU. Vetaron también las negociaciones sobre el TISA. Me sorprendería que bajen la guardia justo ahora. No es imposible. Pero sí improbable.

El senador Luis Lacalle Pou, líder del sector mayoritario del Partido Nacional, teniendo en cuenta la división interna del FA en este tema, enunció una propuesta ingeniosa: ofreció el apoyo de su bancada para la aprobación del tratado. Esto, por un lado, permitiría la ratificación del TLC con Chile en el parlamento; por el otro, explicitaría las diferencias internas del FA. Considero muy poco probable que las fracciones frenteamplistas que están a favor de avanzar hacia la apertura comercial paguen el costo político de pactar con la oposición sacrificando la unidad del FA, uno de los bienes más valiosos en la tradición frenteamplista. Esto es especialmente difícil ahora que se va acercando el momento de la definición de la candidatura presidencial. Hace diez años Astori pagó un precio muy alto por liderar el TLC con EEUU. No creo que vaya a tropezar con la misma piedra.

Finalmente, la controversia sobre el TLC con Chile pone de manifiesto que, como explicara brillantemente mi colega Camilo López Burian en su tesis de Doctorado, no hay una política de Estado en materia comercial en Uruguay (1). Los partidos tienen preferencias sustantivas distintas también en este asunto. Me inclino a pensar que los partidarios de la apertura comercial tendrán que seguir esperando. Mientras el FA gobierne prevalecerá la conocida sospecha cepalina respecto a los peligros del libre comercio.

(1) López Burian, C. Partidos políticos y política exterior en Uruguay (1985-2015) La importancia de las instituciones, las ideas y los intereses de los actores. Tesis de doctorado. Facultad de Ciencias Sociales, 2015. Disponible en:

https://www.colibri.udelar.edu.uy/bitstream/123456789/8025/1/TD_LopezCamilo.pdf

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)