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01.03.18

Asamblea Legislativa│Mauricio Macri inauguró su primer año sin ayuda de Cristina

(TN) La ausencia de la expresidenta en la apertura de sesiones del Congreso fue solo uno de los gestos. El Presidente no se refirió a la famosa «herencia recibida», le habló a la opinión pública y se centró en nuevos temas de agenda.
Por Marcos Novaro

(TN) Fue su tercer discurso de inauguración de sesiones y sin duda el mejor articulado. Un discurso de cercanía, como gusta decir a los especialistas, mostró a un Mauricio Macri más afectivo, más entusiasta y más enfocado en hablarle a la opinión pública y no a la política. Centrado en nuevos temas de agenda, en los que su gobierno está apostando a hacer avanzar el cambio, porque es más fácil que en los empantanados asuntos de siempre: se dio el lujo de hablar de Internet, de salud reproductiva y aborto, de calidad de la alimentación y hasta de los cinturones de seguridad.

Todo esto porque este, su tercer año en la Presidencia, va a ser distinto a los dos que pasaron. Primero y fundamental porque Cristina no va a estar ya dándole su ayuda en el esfuerzo de dañarlo. Ni siquiera la ex se hizo presente en el Congreso para escucharlo, siguiendo con su tradicional actitud de no legitimar con su presencia el mandato presidencial de quien la ha sucedido en el mando y “las mentiras que dice”. ¡Como si ella todavía pudiera considerarse fuente de legitimidad de algún tipo! Pero bueno, allá ella y sus razones.

Lo cierto e importante es que en esa actitud ya no se expresa solo una disposición a negarle legitimidad a Macri, ni una necesidad de hacerse notar, si no también la decisión tomada luego de la derrota de octubre de aparecer y hablar lo mínimo, correrse del centro del ring y dejar pasar el tiempo. Con lo que la expresidenta ha dejado de ayudarlo a disculparse de los problemas acarreados por medidas tan inevitables como costosas, y también por sus -en muchos casos- muy evitables errores.

Es cierto que en su reemplazo Macri cuenta con el clan Moyano, y con personajes de relleno como Boudou, Zaffaroni y Bonafini. Pero a ninguno de esos contrincantes de ensueño, ni siquiera al camionero, le alcanza para ocupar un lugar destacado en el ring. Donde Macri entonces por momentos se mueve demasiado solo.

Este es sin duda el principal motivo de que, aunque la situación económica diste de ser peor que la del año pasado (el empleo algo creció, igual que los ingresos, y la actividad sigue para arriba), y la protesta social esté en niveles bastante más moderados, haya tantas señales de disgusto difuso, cantitos en las canchas y en los recitales, pesimismo económico creciendo en las encuestas, etc.

Lo que pasa con la inflación es particularmente demostrativo. El año pasado ni siquiera estaba entre los problemas prioritarios, y si aparecía era achacada al gobierno anterior; ahora ya no pasan ninguna de las dos cosas: es el gobierno de Macri el que para la gran mayoría está fallando en frenarla, y al menos mientras tengamos salarios viejos para enfrentar precios nuevos, es decir hasta mayo o junio, va a seguir siendo la principal preocupación.

Tomando todo esto en consideración cabe decir que el discurso del Presidente buscó ante todo adecuarse al nuevo contexto reinante. No habló casi nada, mucho menos que en las dos ocasiones anteriores (sobre todo la del año pasado, porque recordemos que en 2016 apostó todo al optimismo y la buena onda) de la herencia recibida. Incluso buscó ser inclusivo de todo el arco político, advirtiendo contra la tendencia a buscar culpables y echarse las culpas unos a otros, todo un gesto.

Tampoco fue demasiado ambicioso en cuanto a los proyectos de ley que impulsará este año. El reformismo permanente de después de las elecciones legislativas ha dado paso a una agenda parlamentaria muy módica, con pocas iniciativas conflictivas y unas cuentas transversales que no se sabe bien si el Ejecutivo quiere o no que se aprueben, y es claro que en ningún caso se le va la vida en ello (como la despenalización del aborto, las leyes electorales y varias más por el estilo que sumó en su exposición).

La principal razón no está en el kirchnerismo ni en la experiencia de los proyectos fracasados como el de reforma laboral, sino en los que se aprobaron y en la colaboración brindada para ello por parte del resto del peronismo: lo caro que resultó aprobar las pocas leyes que salieron a fines del año pasado aleccionó al Ejecutivo, esta oposición podrá estar dividida y ser más o menos moderada y colaborativa pero quiere cobrarlo todo, a través de múltiples ventanillas, en moneda contante y sonante, así que en un año de ajuste lo mejor es ir lo menos posible a buscar su ayuda.

Así que con esta lógica se plantearán las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo durante el año político que acaba de comenzar formalmente: aquel no le pedirá más que lo imprescindible a este y mientras avanzará con su agenda, que en algunos casos buscará explorar las líneas de menor resistencia para el cambio, y en otros optará por abrir nuevos terrenos para mantener la iniciativa y compensar con buenas noticias a una sociedad que ya salió de la transición, y está empezando a ponerse ansiosa respecto a lo que cabe esperar de este nuevo ciclo.

Como dijo el Presidente, algunos le reprocharán que va muy lento, otros que va muy rápido, mientras pueda demostrar que el ritmo le permite avanzar y los pasos que da son seguros estos son la estrategia y el rumbo a sostener.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)