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24.09.18

¿Hasta cuándo la sociedad tolerará el ajuste?

(TN) Una buena porción de la sociedad sigue dándole oportunidades al Gobierno porque desconfía más del peronismo que de Macri.
Por Marcos Novaro

(TN) El gobierno de Macri, un poco más aliviado con la relativa calma de los mercados cambiario y financiero de los últimos días, parece estar recuperando también el buen sentido en su estrategia de comunicación: dejó de “quejarse de los quejosos” con el infeliz abuso de una ocurrencia que había sido en principio reveladora y divertida, “¡queremos flan!”, para pasar a reconocer y agradecer la disposición de la gran mayoría a “poner el hombro y compartir el esfuerzo”, en suma, tolerar el ajuste.

El giro es además de justo y oportuno. Porque si algo tiene que evitar, en este momento, el Ejecutivo nacional es que a la amplia percepción de que han estado metiendo la pata en forma sistemática se sume la visión de que son ingratos y no reconocen lo duro que es para muchos hogares soportar tarifazos, suba de precios, incertidumbre cambiaria y encima a un gobierno medio turulato.

Por eso resultó tan importante que Macri reconociera errores propios. Ellos, junto a la “pesada herencia” son el principal factor explicativo de la crisis para alrededor del 70% de la opinión pública. No debería olvidarlo porque el resto solo piensa en esos “errores” y vota a Cristina.

Para esa amplia mayoría de la sociedad, además, los problemas son graves, estructurales, es decir que existen más allá de lo fallida que haya sido hasta aquí la estrategia oficial para encararlos. Lo que habla de un diagnóstico bastante realista y matizado sobre la situación, que bien puede considerarse el principal recurso de gobernabilidad con que hoy cuenta el oficialismo: sin él las cosas serían muy distintas en la escena política y social, y sería probablemente cierto lo que los opositores más virulentos, apresurados por sacar provecho de la coyuntura, andan diciendo por ahí, que Cambiemos “ya fue” y que lo que está en discusión es quién lo reemplaza.

¿De qué materiales está hecho ese “realismo” presente en la opinión pública y cuán sólido es? ¿Podrá aguantar nuevas corridas cambiarias y saltos de la inflación? Es difícil dar una respuesta, pero algunos datos ofrecen pistas útiles para pensar la cuestión.

Para empezar, es bastante sorprendente, hasta inédito dada nuestra tradición estatista, que el “fiscalismo” se haya ido fortaleciendo a medida que se agravó la crisis: como si a pesar de que las medidas oficiales para contener el dólar fallaban una y otra vez, la explicación que el gobierno ofreció del problema, que el déficit era insostenible, se hubiera ido confirmando a los ojos de muchos ciudadanos. En una encuesta de Opinaia de principios de septiembre el 73% acordaba con la afirmación “el gasto del Estado es insostenible a largo plazo”, mientras que en agosto el acuerdo llegaba al 70%. Agreguemos que, en la última medición, llegó a 77% el apoyo a la idea de que “el déficit fiscal es uno de los principales problemas de la economía argentina” y la iniciativa para reducir a cero el déficit recibió la adhesión de un 55% de los encuestados.

¿Será fruto de una sutil eficacia del discurso oficial? Sólo en parte puede atribuirse a sus méritos, pues de otro modo no se entendería por qué al mismo tiempo tan pocos creen en lo que el gobierno dice y hace: confía en él no más de un tercio de la opinión, y según también otras encuestadoras y el índice de confianza que elabora la UTDT, ese porcentaje ha seguido cayendo en los últimos tiempos.

No, lo más determinante en este “realismo fiscalista” parece ser que no hay explicaciones alternativas verosímiles, y eso al menos en parte sucede porque se cree aún menos en los opositores, en sus capacidades y argumentos.

El tercio que confía en Macri es un resultado magnífico si se lo compara con el cuarto y el quinto que lo hace en todos sus adversarios juntos. Cuando Opinaia preguntó si estaríamos mejor, igual o peor si en vez de estar Macri en funciones estuviera algún líder de la oposición, los resultados fueron bastante decepcionantes para todos ellos: sólo el 34% piensa que nos iría mejor con la ex presidenta, contra 50% que cree que la situación sería peor; para Scioli los resultados son aún más penosos, 24 contra 52%; y aún con Massa son pobres, 19 contra 38%. Lavagna, que es el único opositor que más o menos se salva del desprestigio general, pero no figura al menos por ahora en la grilla de competidores, apenas si empata con el presidente: 27 contra 26%. Y eso que el sondeo se hizo mientras el dólar batía records y la sensación de inestabilidad creciente se extendía en la sociedad.

En suma, podría decirse que una buena porción de la sociedad sigue dándole una segunda (o tercera, o cuarta) oportunidad a Cambiemos porque no ve alternativas, porque desconfía más del peronismo que de Macri y porque no ha surgido hasta ahora el líder capaz de dar vuelta la página, plantearle a la gente que “esto ya fue” y que hay otro camino. No está ni va a estar entusiasmada con lo que el gobierno le ofrece, pero el ajuste de expectativas ha ido haciendo su trabajo, incluso anticipándose al ajuste de los ingresos. Si el gobierno de Macri no logra sacar provecho de esa disposición, ni de la inédita debilidad de los opositores, no va a ser por responsabilidad de nadie más.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)