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01.02.19

El apoyo al Gobierno cae porque ya no alcanza con controlar el dólar

(TN) Después de tres o cuatro meses de calma cambiaria, ya no hay por qué seguir festejando que el dólar esté quieto, la gente vuelve a prestarle más atención a otros asuntos, como la pérdida de ingreso, la inflación y en particular la suba de tarifas.
Por Marcos Novaro

(TN) El año pasado terminó con buenas noticias para el oficialismo: subía en las encuestas y subía también el optimismo económico. Esto se debió fundamentalmente a que, de octubre en adelante, logró controlar la escalada del dólar, que había sido el principal motivo de alarma de la opinión pública durante buena parte de 2018.

Pudo disfrutar, en consecuencia, de un diciembre insólitamente calmo. Sin mayores protestas, sin la típica ola de piquetes con que hemos despedido años incluso bastante más promisorios de lo que fue el horrible 2018. Por sobre todas las cosas, sin un solo saqueo ni otras manifestaciones de violencia.

¿Qué pasó desde entonces?

La situación cambiaria y financiera siguió mejorando, cayó el riesgo país y bajó drásticamente la tasa de interés, los bonos argentinos se recuperaron y el Banco Central empezó a aumentar legítimamente sus reservas, sin endeudarse. Pero nada de eso alcanzó para que se prolongara la racha de buena onda de la opinión pública con el gobierno. Al contrario, volvió el clima de mal humor, la imagen de Macri volvió a caer y también lo hizo la confianza en que se recupere pronto la economía.

La evaluación negativa de la situación económica, que había bajado entre septiembre y diciembre de 70 a 61%, recuperó en un solo mes casi todo el terreno perdido, y hoy está de nuevo en 69%, según datos de la consultora Opinaia. Los que declaran expectativas positivas sobre la economía cayeron entre noviembre y enero del 35 a solo el 30%. La evaluación negativa de la gestión de gobierno, que se había estabilizado en torno al 68%, saltó en enero al 72%.

Por primera vez, además, la imagen de Macri es peor que la de Cristina: en diciembre el actual presidente todavía tenía 40% de imagen positiva, contra 60% de negativa, mientras que su predecesora reunía 38 y 62 puntos respectivamente; en enero, ésta se mantuvo casi sin cambios, pero para Macri aumentó el rechazo a 64%, mientras las adhesiones se reducían a sólo 36%.

Y es bastante lógico que haya sido así: después de tres o cuatro meses de calma cambiaria, ya no hay por qué seguir festejando que el dólar esté quieto, la gente vuelve a prestarle más atención a otros asuntos, como la pérdida de ingreso, la inflación y en particular la suba de tarifas, todos temas en que el gobierno nacional tiene mucha responsabilidad y, por ahora al menos, poco o ningún avance que mostrar. O peor todavía, sigue dando malas noticias, en un contexto en que no parece ya justificarse que lo haga porque “no queda otra”.

En particular, no parece haber caído nada bien que, mientras el dólar cae, se sigan aumentando las tarifas y se prolongue la alta inflación. Si la cotización de la moneda norteamericana está estable o incluso retrocede, ya no se la puede responsabilizar por los aumentos. Así que la responsabilidad está en otro lado: principalmente en el Gobierno, que debe estar haciendo mal su tarea. Y peor todavía, no le importan los problemas ni los costos que sus decisiones tienen para la gente común.

Que Guido Sandleris siga en estas circunstancias actuando como principal vocero de la gestión de gobierno puede que no sea, en consecuencia, una buena idea. Menos todavía que se muestre sonriente cada vez que anuncia que se absorberán más dólares del mercado. Porque invita a la gente del llano a preguntarse: ¿si les sobra plata no sería mejor que la usaran en algo que sí nos beneficie?

Es cierto que así como cayó, la imagen del gobierno puede volver a subir y recuperar lo perdido. Esos ciclos ya se repitieron varias veces durante la gestión de Cambiemos. También lo es que entre Guatemala y Guatepeor, no dejaba de ser preferible concentrar las malas noticias en el verano, para poder arrancar en serio el año electoral en marzo con el panorama más despejado.

Pero también lo es que por ahora lo que se ha medido es el golpe de los anuncios sobre tarifas, todavía no llegaron las facturas con los aumentos. Cuando eso suceda, y si mientras tanto no se compensa con alguna buena nueva, ¿la situación no será aún peor?

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)