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19.06.19

Bachelet, dura de matar

(El Líbero) Hay buenas razones para pensar que Bachelet querrá volver. Su proyecto de nueva constitución está incompleto y su compromiso con la causa de izquierda la pueden inducir a sacrificar su tranquilidad para evitar que la derecha vuelva a ganar una contienda presidencial.
Por Patricio Navia

(El Líbero) La positiva valoración que recibió la expresidenta Michelle Bachelet en la reciente encuesta CEP plantea un problema complejo para la izquierda. Aunque muchos parecen convencidos de que no sería bueno que, a sus 67 años, la ex Mandataria busque la presidencia por tercera vez, no parece haber un candidato alternativo del sector que, al menos hoy, aparezca como serio contendor. Pero los que se entusiasman con su postulación deben considerar que parte de la crisis del sector pasa precisamente porque Bachelet se preocupó mucho más de construir una plataforma personal que de cimentar las bases ideológicas para una izquierda con respuestas razonables y atractivas para los desafíos que está enfrentando Chile en esta década.

No cabe duda de que, electoralmente, Bachelet pasará a la historia como una persona mucho más exitosa que Ricardo Lagos, el otro presidente de izquierda que ha gobernado Chile desde el retorno de la democracia en 1990. Si bien Lagos fue el primer izquierdista desde Allende en llegar al poder, Bachelet lo hizo dos veces. Además, ella logró la votación más alta recibida por un candidato presidencial en segunda vuelta desde que la presidencia de la república se empezó a decidir en ese tipo de contiendas en enero de 2000. Como candidata, Bachelet tenía mejores atributos y más carisma que Lagos. Es verdad que el abogado y economista fundador del PPD enfrentó una contienda más compleja en 1999, pero resulta fácil concluir que la doctora socialista siempre tuvo más llegada con las personas. De hecho, las dos veces que Lagos intentó buscar una segunda candidatura presidencial, en 2009 y 2017, su poca sintonía con la gente hizo que los partidos pudieran bloquear sus aspiraciones sin pagar grandes costos ante el electorado.

Pero las debilidades de Lagos en lo que a carisma popular se refiere eran ampliamente suplidas por sus dotes de estadista. Como presidente, Lagos transformó mucho más el país de lo que hizo Bachelet. Las reformas que impulsó desde La Moneda —incluida la profunda y ambiciosa reforma constitucional que terminó con los enclaves autoritarios— sentaron las bases del país que hoy tenemos. A diferencia de Bachelet, que impulsó infructuosamente un proceso constituyente que no llegó a ninguna parte, Lagos tomó el camino más arduo, pero también más productivo, de jugar con las cartas que tenía y negociar —concesiones de por medio— un acuerdo amplio con la derecha que permitió al país avanzar decididamente hacia la consolidación democrática. Sumando y restando, las reformas de Lagos fueron más duraderas, más conducentes a crecer con igualdad y a reducir la desigualdad —y por cierto más consensuadas y menos polarizadoras— que las que impulsó Bachelet.

Es más, incluso en la proyección política de su coalición, mientras Lagos entregó la banda presidencial a una exministra cuya carrera política él mismo impulsó al nombrarla ministra, las dos veces que Bachelet entregó la banda presidencial, el receptor fue Sebastián Piñera. Mientras Lagos potenció a su coalición, Bachelet la lideró, dos veces, por un camino que llevó a la derrota electoral al fin del periodo.

Pero hoy Lagos, con sus 81 años parece haber renunciado a volver al poder, mientras que Bachelet, aunque también dijo que no volvería, todavía aparece vigente. Tal vez todo esto sea un espejismo producido por la decisión discrecional de la Encuesta CEP de incluir a Bachelet, y no a Lagos, en su lista de personajes político a evaluar. En una de esas, si se incluyera su nombre, el expresidente aparecería con la mejor evaluación de todo el espectro político. Pero ya que Bachelet aparece liderando la lista de popularidad entre los 14 líderes de centro e izquierda incluidos en el sondeo (aunque, en rigor estadístico, Giorgio Jackson tiene la misma aprobación y desaprobación que la expresidenta), los líderes del sector están inevitablemente considerando la posibilidad de empezar a trabajar para lograr convencer a la expresidenta de buscar la presidencia por tercera vez en 2021.

Hay buenas razones para pensar que Bachelet no querrá asumir el desafío nuevamente. La última vez lo pasó mal. Los partidos fueron poco leales con su gobierno. Pero también hay buenas razones para pensar que Bachelet querrá volver.Su proyecto de nueva constitución está incompleto y su compromiso con la causa de izquierda la pueden inducir a sacrificar su tranquilidad para evitar que la derecha vuelva a ganar una contienda presidencial. Porque es dura de matar, y tal precisamente porque en sus dos presidencias optó por no potenciar la renovación de su propio, Bachelet aparece, al menos hoy, como la persona mejor posicionada para liderar el retorno de la izquierda al poder en Chile.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)