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23.09.19

¿Quiénes se robaron el país, los corruptos o los financistas?

(TN) La decisión de Bonadio de elevar a juicio la causa de los cuadernos reactiva uno de los ejes de debate de la campaña, en la que se dice muchas veces que no se discute nada.
Por Marcos Novaro

(TN) Claudio Bonadio sigue avanzando como si nada en los procesos a su cargo contra ex funcionarios kirchneristas y sus socios empresarios. Indiferente a los argumentos de Alberto Fernández -el candidato más votado en las elecciones primarias- según los cuales toda investigación de corrupción contra Cristina Kirchner no es más que un invento, fruto de la presión de jueces y fiscales sobre ex funcionarios y empresarios para que declaren contra la señora, y de presiones del gobierno actual sobre esos jueces y fiscales para que persigan a sus enemigos.

El juez federal, que elevó a juicio la causa de los cuadernos de las coimas, también parece ser indiferente a la voz de las urnas que, no en su totalidad pero sí por mayoría, han dicho que les importa entre muy poco y nada que los candidatos sean o no corruptos, y les importa mucho en cambio su particular situación económica. Crisis que, según los candidatos opositores favorecidos en agosto, y que están saboreando ya un triunfo aún más amplio para octubre, no tiene origen en "que los corruptos se la robaron toda", sino en las malas artes de operadores financieros que, tanto desde el gobierno como desde los mercados, "se la robaron en serio", nos habrían saqueado fugando montos de dinero muy superiores a todo lo que se ha denunciado como malversación de fondos, sea o no cierto, en los últimos años. Ante estos maestros de las finanzas y el delito de guante blanco, los bolsos de José López, las obras truchas de Lázaro Báez y hasta las triquiñuelas de Cristóbal López serían juegos de niños.

No es la primera vez que se plantea esta discusión, ni es la primera vez que ganan la partida quienes sostienen que, al lado del imperio del capitalismo financiero, los funcionarios que se quedan con una mordida del presupuesto público son un problema muy menor, y si ese funcionario es además un enemigo de los mercados, no merecen para nada ser considerados un problema, si no la solución. No solo hay que disculparlos, sino levantarles un monumento.

El candidato presidencial del Frente de Todos hizo mucho por instalar esta idea. Denunció cifras escandalosas de fuga de capitales y endeudamiento en los últimos años, que habrían ido a parar al bolsillo de prestamistas, inversores en bonos y acciones, cambistas atentos a la evolución del dólar, toda una caterva de gente improductiva que saca ventaja de nuestros problemas y los agrava, y sobre todo de funcionarios que se les parecen mucho, les hacen el caldo gordo, son sus amigos y socios, y a veces directamente atienden de los dos lados del mostrador. Todos ellos son los verdaderos culpables de que estemos como estamos. No el pobre Julio De Vido, el cantautor Amado Boudou, mucho menos la señora, ahora por fin a punto de consagrarse como verdadera hada buena.

En esos supuestos montos de endeudamiento y fuga Alberto incluyó falsamente una cantidad de dinero, más de 30000 millones de dólares, que estaban depositados en bancos argentinos, a nombre de personas y empresas argentinas. Una manipulación de cifras digna de quien avaló el INDEC intervenido en su momento por Guillermo Moreno. Y que fue rebatida por funcionarios del Gobierno, aunque no con suficiente contundencia. Sobre todo, sin mayor sentido ahora que, efectivamente, por el agravamiento de la incertidumbre desde las PASO, esos depósitos se han ido fugando, y seguirán haciéndolo a menos que se elimine del todo la libertad financiera y cambiaria. ¿Es que Fernández fue previsor, sabía lo que iba a suceder por "la mala gestión de Mauricio Macri", o es que apostó por sí mismo, sabía que su suerte electoral estaría asociada a un fenómeno como el que estamos viendo, y se apresuró a lavarse las manos?

Como sea, hay que reconocer que en parte al menos la historia le está dando la razón: intentamos una vez más con una economía de mercado, y una vez más los mercados nos jugaron en contra, los dejamos actuar libremente y "se la llevaron toda". ¿Cómo no concluir que lo que haga Bonadio con la causa de los cuadernos no va a resolver nuestros problemas, los que más nos importan, o peor todavía, que es una mera distracción para que no persigamos a los verdaderos culpables y acabemos con ellos?

Por más que este y otros funcionarios judiciales sigan haciendo su trabajo como corresponde, ignoren la nueva dirección del viento, y los diarios informen una y mil veces que ahora sí la Justicia está en condiciones de probar que Cristina, y hasta el propio Alberto, sabían, y en alguna medida controlaban y se beneficiaban de la cadena de pagos ilegales que giró en torno al Ministerio de Planificación, pocos votantes van a cambiar de opinión.

Tampoco habrá muchos votantes, lamentablemente, que reclamen una mejor explicación de la fuga de capitales y de los pingües negocios financieros que se alimentan de nuestra inestabilidad, que su atribución a una suerte de perversión y/o conspiración de los actores intervinientes.

Esto sí parece que quedará fuera de la agenda de campaña: ¿por qué no tenemos un sistema financiero más útil, que preste para la inversión productiva o para comprarse una casa, como no sólo tienen desde hace décadas Brasil o Chile, sino que han logrado construir en los últimos años países vecinos como Paraguay y Perú? Si tenemos los mismos bancos y los mismos empresarios en muchos casos, ¿por qué nosotros terminamos atados a los fondos buitres y ellos no? ¿por qué, por último, hemos caído de nuevo en la penosa alternativa entre pagar los costos que suponen las libertades económicas cuando impera la inestabilidad y la incertidumbre, o liquidar esas libertades y con ellas las instituciones que se necesitan para produzcan mejores resultados?, ¿y por qué, para peor, terminamos pagando tanto estos como aquellos costos?

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)