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30.09.14

¿Francisco se dejó usar en el raid anticapitalista de CFK?

(TN) Un interesante debate se desató a este respecto a raíz de la última recorrida internacional de CFK, y en particular, del aval que ella dice recibió en Roma para lanzar en su paso posterior por Sodoma unas virulentas diatribas contra el «terrorismo financiero», Estados Unidos, Alemania, Israel y demás agentes del Maligno.
Por Marcos Novaro

(TN) Se sabe que el Sumo Pontífice es infalible en la interpretación de las Escrituras y otros asuntos celestiales. Pero puede que no sea igual de imbatible en lidiar con los problemas mundanos. Al menos no con los más escabrosos de ellos, como ser los de la política de este lejano rincón del mundo, donde los misterios de la Creación suelen ser cosa de todos los días y las leyes que rigen en el resto del Orbe pocas veces se cumplen. Y puede que ni quisiera alcance con que quien ocupe el sillón de Pedro sea argentino y además peronista.

Un interesante debate se desató a este respecto a raíz de la última recorrida internacional de CFK, y en particular, del aval que ella dice recibió en Roma para lanzar en su paso posterior por Sodoma unas virulentas diatribas contra el "terrorismo financiero", Estados Unidos, Alemania, Israel y demás agentes del Maligno. Parece que algunos obispos argentinos se sintieron en la necesidad de aclarar que Francisco no la había designado su vocera y que la presidente argentina había "abusado de su confianza".

Pero si fue así, lo menos que cabría decir, si no fuera porque decirlo es casi una blasfemia, es que el Papa pecó de ingenuo: ¿qué esperaba que resultara de esa feliz coincidencia que le ofreció en bandeja entre un nuevo encuentro con ella, sus propios planteos contra el capitalismo global y los discursos que la presidente pronunciaría en Nueva York en medio de la batalla contra "los buitres", Griesa y la conspiración sinárquica internacional?

Hay quienes dicen que no hubo ni error ni descuido, sino que Francisco comparte mucho de los argumentos que el oficialismo argentino ha adoptado más bien oportunistamente. Y que valora esa perspectiva anticapitalista gane eco en el mundo, aunque sea al precio de contaminarse de ciertas desprolijidades y virulencias como las que las autoridades nacionales le imprimen. Finalmente, el objetivo papal es de largo aliento, así que no debería dejarse condicionar por cuánto sume o reste un conflicto puntual, la suerte de un gobierno o un liderazgo político en particular.

Hay quienes destacan en cambio que lo que realmente movió al Papa a ser funcional a la estrategia del kirchnerismo no fue la expectativa de que ella arrojara algunos resultados positivos sino más bien el temor a que careciera totalmente de ellos y, al fracasar redondamente, internara ya irreversiblemente al país en el callejón sin salida de una crisis aguda. Francisco sería, según esta perspectiva, el último defensor de la tesis de la "transición tranquila" y de la máxima acorde que Scioli convirtió en su credo laico, "que Cristina termine lo mejor posible". Y simplemente lo es porque no se puede permitir quedar como testigo indiferente, mucho menos como cómplice, de un descalabro ruinoso en su propio país de origen. 

En este sentido, es bastante evidente que Jorge Bergoglio se encuentra en una posición diametralmente opuesta a la que signó el comienzo del papado de Karol Wojtyla frente a la Polonia soviética: éste podía y en alguna medida estaba obligado a correr riesgos involucrándose en la lucha contra el régimen político de su país, sin saber cómo iban a terminar esos conflictos y cuán destructivos resultarían ser para sus connacionales, si deseaba cumplir un rol internacional relevante en los procesos globales de su tiempo.  

En cambio aquel no teme tanto que el régimen político que asistió enojado a su coronación papal sobreviva en el tiempo, y lo desafíe desde su patria, como que en su inevitable caída él se vuelva tan destructivo que sean esas secuelas las que lo cuestionen y debiliten; por lo que tiende a adoptar, muy a pesar de los católicos antikirchneristas que esperaban muy otra cosa de su ascenso en la jerarquía romana, una actitud no sólo colaborativa sino facilitadora y hasta salvadora hacía dichas autoridades.

Vistas las cosas con esta perspectiva, podría inferirse que debió haber habido un poco de cada cosa en la decisión de Francisco de avalar el raid anticapitalista de CFK: un poco de responsabilidad institucional y otro tanto de coincidencia programática. Si su colaboración es insuficiente y el gobierno de Cristina igual termina mal, al menos nadie podrá reprocharle que no hizo todo lo humanamente posible por salvarla de sí misma.

Si su ayuda alcanza para posibilitar la hoy improbable "transición tranquila" de todos modos el liderazgo presidencial seguirá con más chances de disiparse en el tiempo que de volverse un incómodo compañero de ruta. Y en cualquier caso Francisco podrá decir que el caso particular de su país, de sus recurrentes desventuras económicas y sociales, no desmiente sino que confirma que los pobres del mundo necesitan de su Iglesia más que de la libertad de mercado para prosperar.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)