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19.11.15

Elección presidencial en la Argentina: Los límites al debate y el cambio

(Latin America Goes Global) Si efectivamente el domingo 22 triunfa Macri, habrá entonces que analizar los desafíos de gobernabilidad que enfrentará, minoría en ambas cámaras del Poder Legislativo, y los apremios económicos que tendrá que resolver. Mientras tanto, vale la pena detenerse en el debate presidencial del pasado domingo.
Por Gabriel C. Salvia

(Latin America Goes Global) Por primera vez en su historia, luego de la reforma constitucional de 1994, Argentina realizará una segunda vuelta electoral para elegir al presidente que gobernará en los próximos cuatro años. También por primera vez en su historia, el pasado domingo 15 de noviembre se organizó un debate presidencial en el cual participaron los dos candidatos más votados en la primera vuelta del 25 de octubre: el oficialista del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, y el opositor de la alianza Cambiemos, Mauricio Macri.

El resultado de las elecciones generales de octubre pasado fue claro. Una mayoría de los votantes quiere un cambio político, respecto de los doce años de gobiernos kirchneristas. En efecto, entre los dos candidatos opositores más votados, Mauricio Macri y Sergio Massa, sacaron un 55 por ciento de los votos, mientras que Daniel Scioli obtuvo el 37. Por tal motivo, la gran incógnita de cara al balotaje es cuál será el comportamiento de los votantes de Massa, quien a su vez aclaró que nunca votaría por Scioli. En el mismo sentido se pronunció Margarita Stolbizer, de la Alianza Progresistas, quien sumó cerca del 3 por ciento de los votos.

El estrecho triunfo de Scioli en primera vuelta y los deseos de cambio político en la Argentina parecen estar superando las resistencias que tenía Macri en un porcentaje importante del electorado originadas en su pasado por el sector privado, a tal punto que, los medios de comunicación independientes afirman que las últimas encuestas están dando ganador al candidato opositor.

Si efectivamente el domingo 22 triunfa Macri, habrá entonces que analizar los desafíos de gobernabilidad que enfrentará, minoría en ambas cámaras del Poder Legislativo, y los apremios económicos que tendrá que resolver. Mientras tanto, vale la pena detenerse en el debate presidencial del pasado domingo.

El debate, que alcanzó un pico de 51 puntos de rating sumando todos los canales que lo transmitieron, incluyó cuatro paneles. En cada uno iniciaba un candidato, siendo el orden previamente determinado por sorteo, exponiendo dos minutos y luego el contendiente formulaba una pregunta en un minuto. La pregunta tenía que ser contestada en no más de otro minuto y finalmente, se podía formular una repregunta en otro minuto. En la práctica, los candidatos eludieron responder lo que le preguntaba el oponente, como habitualmente hacen con las preguntas incómodas de los periodistas.

Para muchos, Macri resultó el claro ganador, pero igualmente se afirma que el debate no ayudó a cambiar las preferencias electorales.

Los puntos débiles de Scioli fueron el no haber asistido al debate presidencial previo a la primera vuelta, representar a un gobierno desgastado y también el mostrarse muy desajustado con los tiempos de pregunta y respuesta, establecidos por los organizadores. En cambio Macri se mostró más suelto y preparado para el debate, aunque le faltó consistencia para definirlo claramente a su favor.

Desde el punto de vista regional, Macri estuvo muy firme en pedir por la libertad de los presos políticos en Venezuela y la aplicación en este país de la cláusula democrática del Mercosur. Expresiónes que auguran un realineamiento y un mayor debate político en América Latina en caso de triunfar el candidato de Cambiemos.

Párrafo final merece el hecho de que el debate presidencial y las aspiraciones de cambio del electorado demuestran la consolidación de una cultura estatista en la Argentina, legado triunfante del kirchnerismo. En consecuencia, el cambio se plantea en un mayor respeto a la institucionalidad democrática, el apego a las formas republicanas y la eficiencia en la gestión pública sin cuestionar el tamaño, costo y límites a la intervención económica del Estado.

Fuente: Latin America Goes Global