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05.10.17

Vicepresidentes corruptos en caída libre

En el presente son los número 2 los que se aprovechan de sus posiciones corrompiendo los objetivos para los que fueron electos. Los casos del hoy presidente de Brasil, Michel Temer, Raúl Sendic (Uruguay), Jorge Glas (Ecuador) y Amado Boudou (Argentina).
Por Hugo Machín Fajardo

El vicepresidente en baja más notorio es el hoy presidente de Brasil, Michel Temer, vicepresidente electo en 2011 junto a la petista Dilma Rousseff, sin pertenecer él al PT, sino al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), partido de centro brasileño.

Acusado de corrupción pasiva y de haber recibido ilegalmente USD 4, 6 millones, vive un calvario de imputaciones judiciales eludidas a punta de prebendas del erario público otorgadas a legisladores que con mano de yeso le salvaron de la destitución. Así ocurrió en junio, instancia que previsiblemente se reitere en el futuro próximo, pese a que, según Datafolha, el 89% de la ciudadanía es partidaria de que la Cámara baja acepte la denuncia presentada por la Fiscalía.

Por su parte, el pasado 13 de setiembre, cercado por imputaciones de la oposición y rechazo dentro de su mismo Frente Amplio, renunció Raúl Sendic (h), vicepresidente del Uruguay, electo en la fórmula que llevó al socialista Tabaré Vázquez por segunda vez a la Torre Ejecutiva de Montevideo, sede gubernamental uruguaya.

La decisión fue tomada por Sendic tras un fallo adverso del Tribunal de Ética de su partido, luego ratificado por la Junta de Transparencia y Ética Pública del Uruguay.

En Ecuador, Jorge Glas, un político del riñón del ex presidente Rafael Correa, electo en la fórmula de Alianza País que llevó a la presidencia al izquierdista Lenín Moreno en abril de 2017, vive una peripecia judicial que el lunes 2 de octubre pasado tuvo un hito: fue encarcelado preventivamente luego que el viernes anterior la Procuraduría General del país le acusó formalmente del delito de “asociación ilícita” creada -junto a su tío Rivera, el excontralor Carlos Pólit y otras 15 personas- para recibir las comisiones de Odebrecht.

En Argentina, el ex vicepresidente Amado Boudou, ya procesado y embargado en setiembre de 2016 por "administración fraudulenta agravada", está bajo sospecha por la compra presuntamente irregular de automóviles de alta gama con destino al Ministerio de Economía argentino. Compareció el martes 3 de octubre ante el Tribunal Oral Federal número 4 para responder por cohecho y negociaciones incompatibles con la función pública por la venta de la ex Ciccone Calcográfica rebautizada Compañía de Valores Sudamericana (CVS). El juicio está en un intervalo.

Conspiración de la derecha. Temer ofrece un ángulo importante desde lo que es la percepción del arco partidario latinoamericano: cuando Rousseff fue apartada del cargo, los líderes de izquierda latinoamericana [Nicolás Maduro, “Pepe” Mujica, Raúl Castro, Tabaré Vázquez] se unieron en un clamor calificando el hecho como una operación “de la derecha”. Buena parte de la academia latinoamericana arropó esta postura, por ejemplo desde el Consejo Latinoamericano de Ciencias sociales (CLACSO), que en lugar de analizar, torpedeó contra la democracia brasileña y para sostener que en Brasil la Justicia obra en acuerdo con la derecha y que injustamente procesó a Lula y destituyó a Dilma.

Ocurre que la justicia brasileña enjuicia a los políticos corruptos sin hacer distinción de derecha o izquierda y si Temer vuelve a ser rescatado por segunda vez en el Palacio Nereu Ramos, gracias a sus dádivas presupuestales con destino a los diputados del interior de Brasil, en 2019 el juez Moro, o el magistrado de turno, le esperará para juzgarlo como corresponde. ¿Qué dirán entonces quienes siguen hoy insistiendo en la conspiración de la derecha contra el progresismo en Latinoamérica, pese a la evidencia del mensalao, LavaJato, Petrobras, Odebrecht, los fondos ilícitos arrimados al PT y a la Fundación Lula; el apartamento dúplex obsequiado al ex dirigente sindical, e ainda mais?

Asimismo, el caso Sendic no culminó. Pende un llamado de la justicia penal para que atestigüe sobre diferentes aspectos vinculados a la operativa del ente estatal petrolero uruguayo, Ancap, y las empresas asociadas como Alur; así como la utilización del dinero público para publicidad electoral sectorial; una fiesta dispendiosa en la cual la ex presidente argentina, Cristina Kirchner, fuera invitada de honor, entre otras imputaciones.

La renuncia de Sendic puede estar seguida de declaraciones ante la justicia uruguaya en las que deslinde responsabilidades personales por el desacierto de Ancap. Otros dirigentes del Frente Amplio podrían ser llamados a declarar.

A su vez, el procesamiento de Boudou agrega más evidencia de corrupción al período kirchenerista, uno de los más escandalosos de la historia argentina sobre el que la justicia de este país pareciera haber asumido, por fin, que si actúa a destiempo, deja de ser justicia.   

En Ecuador, la detención de Glas daña seriamente la aspiración de Correa -en su momento un referente del “socialismo del siglo xxi”- de retornar al poder pero también acerca al presidente Moreno a la oposición, para con la que ha tenido una actitud de dialogo que podría desarrollar un período de gobierno no tan confrontado como la década anterior.

Aquellos presidentes. En los noventa fueron algunos presidentes latinoamericanos los que utilizaron su investidura para el enriquecimiento personal ilícito incurriendo, según el caso, en malos manejos, operaciones encubiertas, asesinatos o chantajes de censura.

Así lo describen los periodistas Fernando Cárdenas y Jorge González, en su libro Los Watergates latinos (2006), donde relatan las acciones ilegales del mexicano Carlos Salinas de Gortari (1988 -1994); en Nicaragua el caso Arnoldo Alemán (1997 -2002); en Costa Rica, los de Rafael Ángel Calderón (1990 -1994) y de Miguel Ángel Rodríguez (1998 -2002); en Ecuador el de Lucio Gutiérrez (2003 – 2005); en Venezuela, Carlos Andrés Pérez (1974-1979/ 1989-1993); en Perú, Alberto Fujimori (1990 – 2000); y en Argentina, el de Carlos Menem(1989 -1999). A los que se suma el brasileño Fernando Collor de Mello (1990-1992).

Estos jefes de Estado enfrentaron procesos que en algunos casos derivaron en cárcel o fuga de sus respectivos países y contribuyeron a ubicar a la corrupción como un problema continental solamente superado por la proverbial inequidad de Latinoamérica causante de que “un 39% de los latinoamericanos sigue siendo vulnerable a una recaída en la pobreza”, según el Banco Mundial.

Que la corrupción coadyuva a esa situación de millones de latinoamericanos, los más débiles de la región, no fue obstáculo para los mil latinoamericanos de 12 países que comprobadamente aceptaron las coimas de Odebrecht en perjuicio de sus compatriotas, como ha quedado en evidencia luego de las declaraciones ante la justicia de Rodrigo Tecla el responsable de efectuar los pagos ilegales de la multinacional brasileña: “Ninguno dijo que no”, afirmó ante los periodistas de El País de Madrid.

En el presente son los número 2 de los países mencionados los que se aprovechan de sus posiciones corrompiendo los objetivos  para los que fueron electos. Además de las consecuencias legales que llevan diferentes derroteros según cada caso, el ejemplo que dejan equivale a verter ácido nítrico en los valores éticos de las sociedades que confiaron en ellos.