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13.11.18

Palma Salamanca: El FA cae en el pantano de la transición

(El Líbero) Resulta incomprensible que los diputados Gabriel Boric y Maite Orsini se hundan hasta el cuello en una polémica en la que ellos están libres de polvo y paja.
Por Patricio Navia

(El Líbero) En la medida que el Frente Amplio se esmere en retroceder hasta caer al pantano de la transición a la democracia, la promesa de recambio se hundirá en los inevitables claroscuros que rodearon la década de los 90 en Chile. Porque el Frente Amplio tiene la libertad de no cargar en su mochila los acuerdos que permitieron recuperar la democracia, resulta incomprensible que los diputados Gabriel Boric y Maite Orsini se hundan hasta el cuello en una polémica en la que ellos están libres de polvo y paja.

La revelación de la reunión que sostuvieron ambos en París a comienzos de septiembre con Ricardo Palma Salamanca, el ex guerrillero del Frente Patriótico Manuel Rodríguez condenado por el asesinato del senador Jaime Guzmán en 1991 que está prófugo de la justicia chilena desde 1996, ha generado comprensible rechazo en el ambiente político. Después de asesinar a un senador de la república en democracia y después de ser condenado también en democracia por un tribunal legítimamente establecido y competente, Palma Salamanca huyó de la cárcel de alta seguridad en 1996. Desde entonces, ha estado fugitivo. Después de vivir con identidad falsa en México —y de un presunto involucramiento en secuestros de civiles en ese país— huyó a Francia, donde pidió asilo político.

Los argumentos del exguerrillero son que en Chile no están dadas las condiciones para que haya justicia por el asesinato de un senador de la república cometido en democracia. La Oficina Francesa de Protección a los Refugiados y Apátridras (OFPRA) aparentemente coincidió y optó por ofrecerle asilo político. 

El hecho que Boric y Orsini se hayan reunido con él sin coordinarse previamente con el Ministerio de Relaciones Exteriores chileno y sin haber informado a sus respectivos partidos o haber transparentado esa actividad en sus informes a la Cámara de Diputados —que, por cierto, costeó los pasajes de esa gira oficial a Palestina— constituye un grave error político y un acto que refleja una falta de criterio evidente.

Además de las posibles consecuencias legales que esto tenga para el esfuerzo del Estado chileno por lograr la extradición de Palma Salamanca para que cumpla condena en Chile, la reunión entre el exguerrillero y los diputados del Frente Amplio tiene consecuencias para ese conglomerado de izquierda. Después de haber sido creado como un intento de recambio en la izquierda, el Frente Amplio ahora se encuentra involucrado en un escándalo que lo obliga a fijar posiciones respecto a la forma en que se produjo la transición a la democracia. Si justifica la huida de Palma Salamanca y el asilo político concedido por Francia, el FA tácitamente acusa a los gobiernos de la Concertación de no dar garantías democráticas en un estado de derecho. Porque Palma Salamanca jamás pidió indulto a los presidentes Ricardo Lagos o Michelle Bachelet alegando inocencia o en base al proceso por el que fue juzgado, justificar su petición de asilo supone reconocer que, hasta marzo de 2018, nunca hubo un estado de derecho democrático que pudiera enmendar las injusticias o fallos judiciales equívocos realizados después de terminada la dictadura.

Por otro lado, si el Frente Amplio se suma a la petición del gobierno —y de los partidos de la Ex Concertación— de pedir la extradición de Palma Salamanca, resulta incomprensible que no haya una sanción ejemplar a los diputados Boric y Orsini por reunirse, en secreto, con un prófugo de la justicia, asesino de un senador de la república.

Sea como fuere, el FA se metió solo en un pantano del que será difícil salir. Al involucrarse en el affair Palma Salamanca, inevitablemente tendrá que tomar partido ante los momentos más complejos de la transición a la democracia. Porque es incuestionable que los acuerdos formales y tácitos que se hicieron en los 90 para avanzar hacia una democracia plena implicaron pasivos que siguen siendo pasivos difíciles de cargar para los actores y partidos que participaron del proceso, el FA no tenía para qué enredarse en esos debates. Precisamente porque el FA nació después de que la transición a la democracia se había completado, era innecesario caer en una posición que lo obliga ahora a tomar partido sobre si el juicio a Palma Salamanca fue justo o si los primeros gobiernos de la Concertación fueron democráticos y legítimos.

Peor aún, en tanto haya diputados del FA que aparecen cercanos a los guerrilleros que combatieron a la dictadura y que no supieron entender que en 1990 se recuperó la democracia, todo el conglomerado se ve obligado a cargar con esa pesada mochila del pasado chileno. Para una coalición que recién está por conmemorar el primer año de su debut electoral, es incomprensible que, de forma tan torpe y burda, dos de sus diputados la hayan hecho retroceder hasta caer en el pantano de la transición de la década de los 90.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)