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09.04.19

Cuando se es minoría, desdibujar es la única opción

(El Líbero) La única posibilidad que tiene el gobierno de avanzar su agenda legislativa es construyendo mayorías con legisladores que piensan distinto. Para hacer eso, no queda otra alternativa que negociar.
Por Patricio Navia

(El Líbero) El debate que se viene dando al interior de Chile Vamos y en el mundo empresarial sobre la conveniencia de seguir impulsando una reforma tributaria que se ha “desdibujado” muestra que muchos en la derecha viven en negación. Si bien el Presidente Sebastián Piñera ganó cómodamente las elecciones presidenciales en segunda vuelta, los chilenos dieron una amplia mayoría en el Congreso a la centroizquierda en 2017. La única posibilidad que tiene el gobierno de avanzar su agenda legislativa es construyendo mayorías con legisladores que piensan distinto. Para hacer eso, no queda otra alternativa que negociar.

En sistemas presidenciales, la democracia representativa a veces produce resultados contradictorios. Los presidentes pueden ser electos con una mayoría distinta a la que da forma al Senado y a la Cámara. Como el Senado se renueva por mitades cada cuatro años y la Cámara se elige junto a la primera vuelta presidencial, las preferencias que expresan los votantes pueden ser distintas a las que quedan manifiestas el día de la segunda ronda presidencial.

En noviembre de 2017, Piñera obtuvo el 36.4% de la votación en primera vuelta, mucho menos de lo esperado. El 8% que obtuvo José Antonio Kast ayuda a entender en parte esa votación. Pero incluso cuando se suma la votación de Piñera y Kast, los dos candidatos de derecha lograron menos del 45% de los votos. En la contienda legislativa, los candidatos a diputados de Chile Vamos obtuvieron el 38.7% de los votos, lo que les permitió asegurar el 46.5% de los escaños.

Por cierto, el hecho que el nuevo sistema electoral produzca estas distorsiones en las que una coalición recibe un porcentaje mayor de escaños que de votos confirma algo que se sabe desde hace mucho en la disciplina de los estudios electorales, pero que estuvo ausente en el debate público sobre la reforma electoral: todos los sistemas electorales distorsionan. Los sistemas proporcionales con distritos pequeños —entre 2 y 8 diputados— y cifra repartidora d’Hondt, como la que usamos en Chile, distorsionan a favor de la coalición que recibe la primera mayoría relativa. Si los partidos de la antigua Nueva Mayoría y del Frente Amplio hubieran competido juntos, la mayoría de la centroizquierda en el Congreso sería todavía mayor. Pero como esos grupos se dividieron en tres listas, Chile Vamos se benefició de ser la coalición más votada y logró 72 escaños en la Cámara de Diputados —seis menos que los que se necesitan para ser mayoría absoluta— pese a haber recibió menos del 40% de los votos.

Incluso antes de ganar la segunda vuelta, Piñera ya sabía que, de ser presidente, debería lidiar con un congreso hostil. Después de ganar la elección, Chile Vamos pareció olvidarse de que sería minoría en el Congreso. Creyendo que todo el poder se concentra en las manos del presidente, no se dedicó a construir puentes sólidos con la oposición. Si bien Piñera se reunió con líderes de oposición y su gobierno creó comisiones asesoras presidenciales en los primeros meses de gobierno, la derecha chilena solo vio la mitad del vaso lleno —la victoria de Piñera en la contienda presidencial—, pero no la mitad vacía —el control mayoritario del Congreso que tendría la centroizquierda.

El gobierno se obstinó en desconocer que tenía mayoría en el Congreso cuando decidió enviar sus proyectos de reforma de pensiones, impuestos y laboral sin primero hacer trabajo prelegislativo con la oposición—y con los propios legisladores de Chile Vamos. Por eso, siete meses después de que el gobierno enviara la reforma impositiva —con rimbombante anuncio presidencial de por medio— hoy todavía no hay claridad de que haya una mayoría en la Cámara de Diputados a favor de la idea de legislar. Las declaraciones del Ministro de Hacienda, que dice que “no ando contando votos”, demuestran la actitud equivocada. Cuando eres minoría en el Congreso, tu principal tarea es saber contar bien los votos y ser capaz de sumar los votos que te faltan.

Por suerte, lo lógico es que los diputados de oposición terminen votando a favor de la idea de legislar. Esa es la única forma de extraer mayores concesiones por parte del gobierno. Después de todo, los diputados de izquierda quieren aumentar la recaudación tributaria y la reforma, entre otras cosas, logra ese objetivo. Luego, precisamente si creen que el gobierno de Piñera se viene debilitando, la oposición debería votar a favor de la idea de legislar, para extraer más concesiones por parte de un gobierno que desesperadamente necesita mostrar que avanza en su agenda legislativa

Pero mientras el gobierno —y sus aliados— no entiendan que son minoría en el Congreso y que, por lo tanto, inevitablemente, todos sus proyectos de ley se tendrán que modificar —desdibujar— para lograr promulgarlos, el gobierno seguirá entrampado en la incómoda posición de no poder cumplir las promesas y compromisos que hizo para ganar las elecciones de 2017.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)