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04.08.19

Un simulacro de elección presidencial

(Clarín) Lo que está en juego en las PASO va más allá de elegir candidatos o excluir a las fuerzas políticas que no alcancen la barrera del 1,5% del padrón electoral.La fuerza que se imponga y la diferencia que obtenga sobre sus adversarios, definirá la estrategia de los electores más «sofisticados» en la primera vuelta de Octubre, como si fuera el ballotage de Noviembre.
Por Liliana De Riz

(Clarín) Una extrema polarización y paridad de fuerzas definen las PAS0 en un escenario sólo comparable al de las elecciones de 1983 en las que se decidía la salida de la dictadura. No habrá competencia interna entre fórmulas, pero estas Primarias son elecciones críticas para construir el resultado que signará el rumbo en los próximos cuatro años de la Argentina.

¿Habrá suficiente apoyo para enfrentar las reformas estructurales ineludibles si se quiere avanzar en un rumbo de progreso o triunfará la promesa de volver al paraíso perdido de los supermercados rebosantes de consumidores felices, no preocupados por el futuro de sus hijos?

Este interrogante confiere un carácter dramático a las elecciones. Una carrera cabeza a cabeza entre las dos principales fuerzas políticas que están en las antípodas, es un desafío mayor por las consecuencias que habrá de tener sobre la economía y la política del día después.

Lo que está en juego en las PASO va más allá de elegir candidatos o excluir a las fuerzas políticas que no alcancen la barrera del 1,5% del padrón electoral.La fuerza que se imponga y la diferencia que obtenga sobre sus adversarios, definirá la estrategia de los electores más “sofisticados” en la primera vuelta de Octubre, como si fuera el ballotage de Noviembre. No son la prometida panacea para democratizar a los partidos políticos, sin embargo, estas Primarias serán la primera vuelta de tres elecciones generales que despiertan una inquietud generalizada por el día después.

¿Qué partidos compiten en estas PASO? El peronismo está en las principales fórmulas presidenciales, porque no ha logrado contener el faccionalismo. Tras la implosión de 2001, los huérfanos de la política crecieron, primero en el radicalismo, y en tiempos más recientes, en el peronismo. El PRO supo captar a parte de ese electorado disponible y por eso escapó al funesto destino que tuvieron otras terceras fuerzas políticas. Los frentes y pequeños partidos personales que compiten parecen condenados a un papel testimonial.

La crisis de representación de los partidos históricos se combina con la transformación de los electores; hoy el electorado está fragmentado y es monotemático y volátil. Ostrogorsky, a comienzos del siglo pasado, conjeturaba sobre la crisis de los partidos en su célebre libro La Democracia y los Partidos Políticos, y defendía la idea de las “ligas”, que eran uniones transitorias de votantes acorde con las posiciones que sostenían sobre determinados temas.

Esas “ligas” hoy se generan en las redes sociales y las diferencias de identidades entre los que, por ejemplo defienden la legalidad del aborto y los que la condenan, se vuelve más importante que cualquier otra división política y define partidos personales, como el Gómez Centurión o el de Amalia Granata, quien del mundo de la farándula llegó a la Legislatura de su provincia.

Los partidos históricos cambian con más lentitud que lo que cambian los electores y no siempre encuentran respuestas al desafío de la representación de una sociedad fragmentada.

Vamos a elecciones en las que la dinámica bipolar, combinada con la polarización extrema - polos irreductibles que infunden miedos recíprocos - son la fuente de emociones antes que de razones. Manuel Mora y Araujo, lúcido sociólogo, advertía que el votante vota a quien siente que le está hablando a él y que la mayoría de la gente no busca representantes por motivos ideológicos, busca el lazo de confianza que le devuelva la esperanza.

Las elecciones son personalizadas porque las propuestas programáticas pierden interés. El uso de Big Data y las conversaciones por las redes, completan una sofisticada caja de herramientas para lograr atraer a los que no están identificados con alguno de los dos bandos. La televisión cuenta menos que el celular.

En este escenario polarizado, las PASO alertan sobre la conformación de un Congreso dividido y son muchas las incógnitas que disparan:¿Cuántos votantes concurrirán? ¿Podrá la fórmula ideada por Cristina Fernández triunfar por una diferencia difícil de remontar para el oficialismo, gracias al testimonio de que ha cambiado, que hoy “es otra”?

¿Podrá lograrlo a través del encargado de dar fe de este proceso y quien ha sido designado para la máxima investidura por ella misma, con los avales de haber sido un crítico feroz de su gestión?

Cuando en 2011 asombró con la abrumadora mayoría que la consagró nuevamente presidente, era otra Cristina. Había modificado su discurso y construido otra personalidad ya sin el compañero de toda su vida. Hoy el silencio en esta campaña sólo lo rompe para presentar su libro, ocasión en la que le habla a sus fans y no escatima ni la vulgaridad ni la agresión.

Acaso conducidos por el elegido de Cristina Fernández llegaremos a la tierra prometida, en la que no nos maltraten ni nos azote el hambre como en Venezuela. Acaso, como sugiere el economista Guillermo Calvo, su delegado aplicará un ajuste con apoyo popular y vendrá a hacer lo contrario de lo que Cristina proclama y un remedo de lo que hizo Alexis Tsipras en Grecia, pese al referendo que allí condenó el ajuste.

Acaso la preocupación de Cristina Fernández sea asegurar su inocencia con Alberto presidente y lo demás, ya se verá.... ¿Cómo tener certeza de que las dificultades de hoy serán sorteadas? ¿Por qué confiar en la capacidad del Gobierno para llegar a buen puerto?

Tengo mis propios argumentos para defender la idea de que es posible hacerlo, pero dejar las preguntas planteadas para que el lector encuentre sus propias respuestas es el mejor incentivo para pensar estas PASO.

Mientras tanto, la incertidumbre crece y la paz económica de una dólar estable y un riesgo país sin sobresaltos puede ser alterada por quienes no están dispuestos a aceptar las reglas del juego cuando no les convienen, una tradición que se remonta a 1930.

Fuente: Clarin (Buenos Aires, Argentina)