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28.02.20

Mis razones para votar que no (IX): Repartir los huevos de oro sin matar la gallina

(El Líbero) Algunos prefieren matar a la gallina de los huevos de oro porque nació bajo la dictadura de Pinochet, que asegurarse de que ponga más huevos y estos huevos se distribuyan mejor. Porque el país no se merece tal autodestructiva miopía, el 26 de abril hay que votar Rechazo.
Por Patricio Navia

(El Líbero) Ya que el principal problema que enfrenta Chile es la desigualdad de ingresos, riqueza y oportunidades, el desafío que tenemos por delante es ser capaces de repartir los huevos de oro sin matar a la gallina que los pone. Por la forma en que está diseñado y por la incertidumbre que reinará durante los dos años que dure, el proceso constituyente tiene más probabilidades de matar a la gallina que de lograr una mejor repartición de los huevos de oro. Por eso, porque el crecimiento robusto y sostenido es una condición necesaria—no suficiente—para lograr construir una sociedad más justa.

Chile hoy es un país mucho más desarrollado y con menos pobreza que en cualquier momento de su historia previa. Precisamente por esos logros, el foco ahora está puesto en la desigualdad. Si bien la desigualdad de ingresos también ha mostrado leves mejoras, la desigualdad de riqueza, oportunidades y de trato se mantiene en niveles inaceptablemente altos. Eso ha resultado en que un elevado porcentaje de la población que ya no vive en la pobreza se mantenga en situación de marginalidad—lo que también se conoce como pobreza multidimensional. Por eso, la discusión de si los que menos tienen están mejor o peor que antes siempre lleva a las mismas conclusiones. La gente está mejor que antes en términos materiales, pero dadas las condiciones de desarrollo del país, los niveles de exclusión y marginalidad que existen son inaceptablemente altos.

Lo que parece sorprendente es que, si bien hay un consenso bastante amplio sobre cuál es el problema, incomprensiblemente, la solución que plantean algunos agudiza el problema en vez de solucionarlo. Si el problema es la desigualdad, la solución necesariamente debe pasar por distribuir mejor el ingreso, las oportunidades y la riqueza. Pero para distribuir mejor los huevos de oro, hay que asegurarse de que la gallina los siga poniendo. Los dos años de incertidumbre e inestabilidad que generará el proceso constituyente harán que la gallina difícilmente ponga huevos. Distribuir cuando la gallina ya no pone huevos es mucho más difícil que hacerlo cuando abundan los huevos de oro.

Pero el problema no está solo en que el país tendrá crecimiento nulo en 2020 y 2021, en tanto los planes de inversión se retrasarán hasta que se disipe la incertidumbre. El problema es que la incertidumbre persistirá más allá de 2021. El acuerdo al que se llegó para convocar el proceso constituyente (suponiendo que la convención constituyente opte por respetar ese acuerdo) establece la condición de una mayoría de 2/3 para decidir sus reglas. Para algunos, ese requisito significa que la Convención Constituyente estará obligada a redactar una constitución minimalista. Pero como todos los miembros de la Convención Constituyente tendrán incentivos para mostrar que están haciendo su trabajo, el texto que se redactará será más bien maximalista, con artículos que dejen contentos a todos los colores políticos.

A cambio de un capítulo que garantice la independencia del Banco Central, otros demandarán un capítulo extenso con derechos garantizados. Total, la Convención Constituyente no estará en el poder cuando se implemente la nueva constitución y no haya suficientes recursos para hacer valer todos los derechos que se incluyan en la carta fundamental. De igual forma, como la constitución tendrá un poquito para dejar contentos a todos, habrá artículos que den al Estado el control de la propiedad minera y otros que aseguren que se respetarán los contratos y derechos de propiedad ya existentes. La Convención Constituyente producirá una constitución tan amplia que inevitablemente después se judicializarán las contradicciones e incongruencias del texto fundamental. Como resultado, persistirá la incertidumbre.

Como no hay ninguna razón para creer que los problemas de orden público se acabarán cuando se inicie el proceso constituyente, la inestabilidad también será parte de la cotidianeidad. Con incertidumbre e inestabilidad, la gallina difícilmente volverá a poner los huevos de oro. Luego, aunque la nueva constitución diga lo contrario, el país será menos desarrollado y más desigual que lo que era antes del estallido social del 18 de octubre.

Si, en cambio, la sociedad se centrara en asegurar las condiciones para que la gallina ponga huevos de oro a una mayor velocidad, mejoraría la capacidad del Estado para avanzar más decididamente en redistribución. Así, aunque tuviéramos que conformarnos con seguir modificando la Constitución de 1980 (como lo hemos hecho hasta ahora), el país podría ser más desarrollado y menos desigual en un plazo de tiempo razonable.

Pero algunos prefieren matar a la gallina de los huevos de oro porque nació bajo la dictadura militar, que asegurarse de que ponga más huevos y estos huevos se distribuyan mejor. Porque el país no se merece tal autodestructiva miopía, el 26 de abril hay que votar Rechazo.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)