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03.11.06

El gran fracaso del chavismo bolivariano

Por Ricardo López Göttig

La ola política de gobernantes iberoamericanos que aspira a barrer con los límites constitucionales al poder, a la que algunos autores denominan "neopopulista", tiene su más acabado ejemplo en Hugo Chávez. Su encendida y florida retórica tuvo uno de sus momentos de mayor notoriedad mundial cuando, en la reciente reunión de la asamblea de las Naciones Unidas, llamó "diablo" al presidente de los Estados Unidos. Esta es, probablemente, una de las dimensiones que caracterizan al populismo que padecemos en América latina: el de las reivindicaciones simbólicas.

Evo Morales, Hugo Chavez y Ollanta Humala.

Muchos latinoamericanos se sienten identificados con el discurso contrario a los Estados Unidos y al capitalismo que profieren líderes como Chávez, Fidel Castro y Evo Morales, que trasciende las nacionalidades. Hay una fuerte identificación con esa retórica negativa, que es fuertemente alentada por la política exterior venezolana. Ese discurso no tiene consecuencias que puedan satisfacer necesidades materiales, más allá de las permanentes promesas de petróleo barato. Pero para muchos sectores políticos de la izquierda autoritaria resulta altamente motivador el aparente enfrentamiento de Hugo Chávez frente a los Estados Unidos, cuyo gobierno es seriamente cuestionado en el ámbito internacional por su invasión militar a Irak. Es bien sabido, sin embargo, que la Venezuela bolivariana sigue vendiendo petróleo al país gobernado por el "diablo", por lo que Chávez disimula bien su disgusto ante el olor a azufre en el comercio exterior. Lo simbólico se impone sobre lo fáctico en el enfrentamiento verbal, y el populista Chávez y sus aliados regionales pretenden mostrarse como los pequeños David que luchan contra el gigantesco Goliat boreal.

Ante la incertidumbre y vacío ideológico que dejó libre la caída del coloso soviético, y con él todas las ilusiones -horribles pesadillas para quienes las vivieron- del comunismo, una parte muy ruidosa y activa de la intelectualidad latinoamericana se muestra simpática a la prepotencia de Hugo Chávez, a pesar de su estilo "bonapartista". Lo simbólico, es decir, la lucha contra el "imperialismo", el "capitalismo" y la "democracia burguesa", sigue orientando sus vidas.

Es en el terreno predilecto del chavismo donde se advierte su gran fracaso: la política exterior. Ha debido retirar su candidatura para ocupar un escaño por el período 2007-2008 en el Consejo de Seguridad de la ONU, desde donde buscaba un escenario mundial para las diatribas contra George W. Bush, tras más de medio centenar de votaciones que le han resultado esquivas, a pesar de tanto dinero invertido en seducir gobernantes. Dos de sus candidatos a presidente, Ollanta Humala en Perú y López Obrador en México, fueron derrotados en las urnas. Otra de sus figuras, Rafael Correa en Ecuador, resultó segundo en la primera vuelta electoral para la presidencia. La esperanza queda depositada en el sandinista Daniel Ortega -antiguo aliado de Cuba y la URSS en tiempos de la guerra fría-, que hace todo lo posible para mostrarse moderado ante un electorado nicaragüense que recuerda su mandato anterior, tras el derrocamiento del dictador Anastasio Somoza.

Este gran fracaso del chavismo bolivariano tiene un costo enorme para la economía venezolana, porque su presidente se ha empeñado en exportar un modelo que no es aceptado en otros países del continente, porque el populismo empobrece, ahuyenta inversiones, reduce la libertad de prensa y socava las instituciones democráticas.

Ricardo López Göttig es historiador, investigador asociado de CADAL y director del Instituto Liberal Democrático (ILD). Autor de "Los fundadores de la República".