Artículos

14.05.13

Un nuevo despotismo

(Diario Río Negro) Como estamos en la Argentina en la etapa final de este régimen autoritario, y no falta mucho tiempo para esta pesadilla institucional se acabe, sería conveniente que los partidos políticos democráticos comenzaran sin más demoras a debatir alrededor de un programa de reconstrucción institucional que abordara, como temas estratégicos, el nuevo sistema de coparticipación, la profesionalización de las administraciones públicas para evitar el expolio por el partido gobernante y la reconstrucción del sistema de partidos políticos.
Por Aleardo F. Laría

(Diario Río Negro) Según la Constitución, la Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa, republicana y federal. Las contribuciones que para atender los gastos del Estado impone el Congreso son coparticipables. Una ley convenio, sobre la base de acuerdos entre la Nación y las provincias, debió dictarse antes de que finalizara el 1996 para establecer el régimen de coparticipación, garantizando la automaticidad en la remisión de los fondos. La distribución entre la Nación y las provincias, según la Constitución, debe ser equitativa y solidaria, en relación directa a las competencias atribuidas y contemplando criterios objetivos de reparto.

El procedimiento diseñado por nuestra Constitución no sólo no se aplica, sino que en la práctica institucional concreta ha dado lugar a un sistema completamente opuesto, de asignación arbitraria de recursos a las provincias según el grado de alineamiento con el Poder Ejecutivo. Las asignaciones presupuestarias que asigna el gobierno nacional se han convertido en el mecanismo de disciplinamiento de gobernadores, senadores y diputados nacionales. El apartamiento de las decisiones políticas del gobierno nacional es castigado severamente con el cierre de la espita del financiamiento, dando lugar así a un nuevo y escandaloso despotismo.

La gravedad que ha adquirido la cuestión se ha podido evidenciar recientemente con la sanción de las leyes que modifican el funcionamiento del Consejo de la Magistratura. Se trata de una reforma claramente inconstitucional, puesto que violenta groseramente las pautas fijadas por el artículo 114 de la Constitución que exigen en ese cuerpo "el equilibrio entre la representación de los órganos políticos resultantes de la elección popular (diputados y senadores), de los jueces de todas las instancias y de los abogados de la matrícula federal". La modificación apunta a que la selección y el cese de los magistrados quede, de aquí en adelante, sometida a una mayoría afín al gobierno de turno.

La única explicación de que partidos que han hecho de la defensa de los valores del federalismo sus señas de identidad –como el Movimiento Popular Neuquino– hayan terminado dando sus votos a semejante engendro inconstitucional se encuentra en el nuevo despotismo que ha sustituido al sistema federal diseñado en la Constitución. No existen dudas de que los diputados y senadores del MPN, de actuar en forma acorde con sus convicciones, no hubieran avalado las disposiciones más controvertidas de la nueva ley. La calculada ausencia del senador Lores en el tramo final del trámite parlamentario es un indicio inequívoco de esta posición.

Sin embargo, en el momento estratégico de la votación, los diputados del MPN le dieron sus votos al gobierno, incluyendo un espectacular salto atrás de la diputada Alicia Comelli quien al parecer quiso prender una vela a Dios y otra al diablo y, cuando tomó consciencia de las consecuencias de su travesura parlamentaria, salió desesperada a los gritos a corregir su voto. Esta sumisión del MPN a las exigencias políticas del gobierno nacional, en un tema de tanta trascendencia institucional, es revelador del grado de virulencia que ha alcanzado el nuevo despotismo que se ha instalado en la Casa Rosada.

Como en el caso de las personas que van perdiendo cada día un pelo hasta que llega un momento en que se su calvicie es visible a los ojos de todo el mundo, nuestro sistema federal ha ido perdiendo cada vez más atributos, hasta que ya nadie duda de que ha quedado calvo. El crudo autoritarismo que nos gobierna ha utilizado el castigo del látigo con los gobernadores rebeldes, al punto que ha conseguido convertirlos en disciplinadas fierecillas de circo, que saltan los obstáculos en cuanto oyen la voz potente de la veleidosa domadora vestida de negro.

No existe posibilidad de juego republicano con este sistema de uso arbitrario de los recursos del Estado para sojuzgar a gobernadores, senadores o intendentes. Una de las cuestiones que deberán ser abordadas por los partidos democráticos, no bien esta deriva autoritaria se termine, es cumplir con el mandato constitucional y regular por ley un sistema razonable de coparticipación. Probablemente, para que nunca vuelva a instaurarse un mecanismo autoritario como el que hemos descripto, sería conveniente que las provincias recaudaran y gestionaran algún impuesto relevante, como el IVA o Ganancias, y cedieran luego la parte que le correspondiera a la Nación.

Como estamos en la etapa final de este régimen autoritario, y no falta mucho tiempo para esta pesadilla institucional se acabe, sería conveniente que los partidos políticos democráticos comenzaran sin más demoras a debatir alrededor de un programa de reconstrucción institucional que abordara, como temas estratégicos, el nuevo sistema de coparticipación, la profesionalización de las administraciones públicas para evitar el expolio por el partido gobernante y la reconstrucción del sistema de partidos políticos. Un "pacto por Argentina", al estilo del pacto por la modernización institucional que recientemente han firmado los partidos políticos mexicanos, debería estar ocupando hoy la agenda de los demócratas más inspirados

Fuente: (Diario Río Negro)