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17.06.13

La gran duda sobre las primarias chilenas

(La Tercera) Porque hay pocas dudas sobre quién se quedará con la nominación concertacionista y también sobre el sello ideológico que adoptará el abanderado de la Alianza, la principal duda sobre las primarias del 30 de junio es qué tantas personas saldrán a votar y cuántos más electores votarán por los candidatos de la Concertación que por los de la Alianza.
Por Patricio Navia

(La Tercera) La participación ciudadana es el mejor indicador de éxito cuando hay poca incertidumbre sobre quién ganará las primarias o sobre cómo el resultado de la votación afectará las plataformas de cada coalición.  Porque hay pocas dudas sobre quién se quedará con la nominación concertacionista y también sobre el sello ideológico que adoptará el abanderado de la Alianza, la principal duda sobre las primarias del 30 de junio es qué tantas personas saldrán a votar y cuántos más electores votarán por los candidatos de la Concertación que por los de la Alianza.

En la Concertación hay certeza que Bachelet ganará. Si vota poca gente, Orrego obtendrá el segundo lugar gracias a la capacidad de acarreo del PDC.

Si vota muy poca gente, Bachelet pudiera incluso ganar sin mayoría absoluta. La magnitud de la ventaja de Bachelet y el orden de llegada de los otros candidatos afectará los énfasis de la campaña después del 30 de junio. Si Velasco alcanza el segundo lugar, el PDC tendrá menos influencia.  Pero si funciona la máquina DC —que espera movilizar unas 100 mil personas— Bachelet deberá hacer gestos hacia el partido más conservador de la Concertación.

Aunque las primarias de la Concertación en 1993 (434 mil votantes) y 1999 (1,4 millones) pudieran ser rangos inferiores y superiores de participación, el que las primarias de 2013 involucren a las dos coaliciones hace inadecuadas las comparaciones con experiencias anteriores.  Si en 1993 participó un 5% de los votantes regulares, en 1999 participó uno de cada cinco.  Si la Concertación espera tener cerca del 50% de la votación (y suponiendo una participación de 7 millones en noviembre), una participación de 700 mil (10% de los votantes, y uno de cada cinco que votará por la Concertación) confirmaría la fuerza electoral de esa coalición.  Cualquier votación inferior (especialmente si la suma de los aspirantes de la Concertación es inferior a 400 mil), alimentaría dudas sobre la convocatoria de la Concertación —o al menos sobre la capacidad de sus máquinas partidistas.

En las primarias de la Alianza, en cambio, hay menos puntos de comparación.

La Alianza espera que la suma de votos de Allamand y Longueira supere el 50% de los que voten por los concertacionistas.  Además, si la votación combinada de Longueira y Allamand es más que la que obtenga individualmente Bachelet, la Alianza celebrará esa noche. Más que un número absoluto, la Alianza quiere tener una votación tal que no aparezca empequeñecida ante la Concertación.

Una votación por sobre 700 mil en la Concertación—y no menos de 350 mil en la Alianza—dejará felices a todos—aunque la razón de votos Concertación/Alianza deje más felices a unos que a otros.  Pero una participación por debajo de los 400 mil en la Concertación—y menos de 200 mil en la Alianza—hará que, más allá de las justificadas sonrisas en el comando del candidato aliancista que resulte ganador, abundarán los rostros de preocupación en ambas coaliciones.

Patricio Navia es miembro del Consejo Académico de CADAL.

Fuente: La Tercera (Santiago de Chile)