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03.12.15

El laberinto del pasado argentino

(Bastión Digital) El cambio de gobierno permite reflexionar sobre la omnipresencia del pasado en el debate político argentino. Apoyado en el «revisionismo histórico», el kirchnerismo supo tejer una visión novedosa de la Historia. Ahora se abre la posibilidad de que convivan, estudien y debatan las diversas corrientes de investigación histórica.
Por Ricardo López Göttig

(Bastión Digital) En esta nueva etapa que se avecina en Argentina, deberá reflexionarse en torno a la omnipresencia del pasado en el debate político, como si se conviviera con los fantasmas. Se vive envuelto en viejas y agrias disputas de decenios atrás, como si fuera posible revivirlos y torcerlos a fuerza de argumentación y escritura. Es como si en Francia los neogaullistas y socialistas debatieran sobre el Mayo de 1968, o como si demócratas y republicanos se enfrascaran en discusiones sobre la participación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam.

El gobierno kirchnerista se apoyó en la corriente del “revisionismo histórico”, como un modo de buscar aliados en una corriente intelectual activa, que supo tejer una visión novedosa en la que los últimos doce años serían una reparación a todas las humillaciones que sufrió el pueblo argentino en sus doscientos años de vida independiente. Es una perspectiva simplista y maniquea, que se funda más en un despliegue de afirmaciones y taxonomías que de documentarse en archivos, y que por ello resulta tremendamente atractiva por su facilidad de encasillar buenos y malos, pueblo y oligarquía, patriotas y antipatria. En el Ministerio de Cultura, el kirchnerismo creó la Secretaría del Pensamiento Nacional y el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego, dos usinas que nutren al kirchnerismo ideológico que se califica a sí mismo como “izquierda nacional”. Choca frontalmente con la historiografía del mundo académico, siempre más rica y compleja en su aproximación al pretérito.

Esa línea argumental de humildes buenos y generosos que son explotados por poderosos malos y egoístas habita en gran parte de la cinematografía argentina, alimentando una visión dualista e irreconciliable, exenta de matices, contextos y espacios para la reflexión. De modo que resulta familiar esta narrativa que ha servido de combustible para la confrontación populista, tan cara al estilo de oratoria combativa de la presidente saliente Cristina Fernández de Kirchner.

Se ha envuelto de épica lo que debería ser administración rutinaria del Estado, y la simple inauguración de piscinas de natación se transformó en una gesta de alcances históricos, como si se librara un Armageddón cada semana. La mayoría de los ciudadanos argentinos, cansada de tanta bulla apocalíptica, votó por Mauricio Macri de la coalición opositora Cambiemos, que promete administrar con normalidad una Argentina que se ha ido encerrando en su propio cascarón.

Se abre la posibilidad de que convivan, estudien y debatan las diversas corrientes de investigación histórica, sin que el Estado argentino pretenda convertir a una de ellas en hegemónica con recursos públicos. Si al Instituto Manuel Dorrego se le opusiera un “Instituto Juan Lavalle” –quien dio la orden de fusilar al primero-, el debate se quedaría estancado en ese laberinto sin salida de posiciones irreductibles. Los recursos deben destinarse a preservar la documentación histórica, archivos y hemerotecas, bibliotecas y monumentos, a salvar ese magnífico patrimonio de papel que los hongos van carcomiendo en medio de tanta épica y forja de relatos.

La cultura no forma parte del debate político en torno a lo urgente, en un país en donde se precisa devolver vigor a las instituciones, atraer inversiones, derrotar las causas de la pobreza y brindar más y mejores oportunidades. No obstante, desmontar el discurso único que se ha ido conformando en los últimos doce años es parte de una necesidad de oxígeno para la reflexión y la aproximación al pasado de los argentinos, con sus luces y sombras, controversial y fascinante.

Fuente: Bastión Digital (Buenos Aires, Argentina)