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13.06.17

No retroceder un metro

(El Líbero) Al anunciar que no retrocedería en las reformas que impulsó Bachelet, Guillier pretende cuadrar el círculo. Por un lado, no quiere perder el apoyo de los moderados; por otro, no quiere alienar a los más izquierdistas. Como en política lo único peor que tomar una mala decisión es ser incapaz de decidirse, el candidato Alejandro Guillier ha optado por la peor alternativa posible.
Por Patricio Navia

(El Líbero) La promesa de Alejandro Guillier, el candidato presidencial de los partidos de izquierda de la Nueva Mayoría, refleja la poca convicción que tiene el senador por Antofagasta sobre la conveniencia de mantener la dirección en la que ha llevado al país la Presidenta Michelle Bachelet. En vez de comprometerse a seguir avanzando a mayor velocidad por el mismo camino —lo que hubiera hecho cualquier candidato convencido de que el país avanza en la dirección correcta—, Guillier sólo se anima a decir que no va a retroceder. Esa falta de convicción sobre la dirección que quiere dar a su posible Gobierno explica el estancamiento que ha experimentado en las encuestas de intención de voto presidencial.

Nadie puede pretender creer que las últimas semanas han sido fáciles para Guillier. Después de una burda operación para sacar a Ricardo Lagos de la contienda presidencial, el senador se quedó sin agenda en la larga carrera presidencial hasta noviembre. Como Guillier operó políticamente para que el PS no nominara a Lagos como su candidato presidencial para las primarias del 2 de julio, la decisión de éste de renunciar a su candidatura dejó al senador pro Radical sin poder aprovechar las oportunidades que ofrece la campaña para las primarias presidenciales. Mientras los candidatos del Frente Amplio y de Chile Vamos están activamente en campaña, él decidió inventar una innecesaria campaña para recolectar firmas que validen su candidatura como independiente. Además de que esa decisión constituyó un insulto para los tres partidos políticos que lo apoyan —en tanto prefirió seguir siendo independiente que entrar a militar a un partido—, Guillier le pidió a los propios partidos que le ayudaran a recolectar las firmas necesarias para ser candidato.

La operación para bajar a Lagos que impulsó el círculo íntimo de Guillier no solo privó al senador de las oportunidades que ofrecía una campaña de primarias en la que el ex Presidente no constituía una verdadera amenaza. Al bajarse Lagos, el PDC rápidamente aprovechó la oportunidad y decidió saltarse las primarias y anunciar que su candidata presidencial, la senadora Carolina Goic, iría directo a primera vuelta. Esa decisión no sólo constituyó un golpe casi mortal para la supervivencia de la Nueva Mayoría, sino que generó un dolor de cabeza innecesario para Guillier. Precisamente porque Goic apenas marca en las encuestas, le hubiera resultado mucho más fácil a él aprovechar las primarias del 2 de julio para sacar del camino tanto a Lagos como a la senadora DC y, de paso, asegurar el apoyo de todos los partidos de la Nueva Mayoría a su candidatura.

Es verdad que la decisión del PDC de ir con candidata propia a noviembre es una apuesta arriesgada. Es más, el poco entusiasmo que genera Goic en las encuestas parece indicar que su candidatura no llegará a fin de año. Si el PDC esperaba que Goic lograra constituirse en una amenaza para Guillier y así obligar a los partidos de izquierda de la NM a realizar más concesiones en la negociación por una lista única para el Congreso, el bluff no funcionó. Si la NM se divide y va en dos listas, el PDC pagará los costos mientras los partidos de izquierda de la coalición lograrán aumentar sus escaños, independientemente de si Guillier gana o pierde la elección presidencial. Ahora bien, aunque la decisión de ir con su propia candidatura presidencial pudiera terminar siendo suicida para la representación del PDC en el Congreso, la presencia de Goic en la papeleta sólo hará daño a las aspiraciones presidenciales de Guillier.

Como Guillier además tiene un flanco abierto en la izquierda, con las candidaturas presidenciales de Beatriz Sánchez y Marco Enriquez-Ominami, el senador tendrá dificultades para evitar la fuga de votos.  Si se mueve hacia el centro, dejará espacios para que crezcan Sánchez y ME-O. Si se mueve a la izquierda, Goic podrá encontrar espacios para mejorar su escuálido apoyo. Si se queda donde mismo, tendrá dificultades para dotar de entusiasmo y energía a su candidatura.

Por eso, hasta ahora, Guillier ha sido bastante ambiguo respecto de qué planea hacer en caso de ser electo Presidente. La declaración más importante de su lanzamiento de campaña del domingo 11 de junio refleja la complicación que hoy enfrenta. Al anunciar que no retrocedería en las reformas que impulsó Bachelet, Guillier pretende cuadrar el círculo. Por un lado, no quiere perder el apoyo de los moderados; por otro, no quiere alienar a los más izquierdistas. Como en política lo único peor que tomar una mala decisión es ser incapaz de decidirse, el candidato Alejandro Guillier ha optado por la peor alternativa posible. Precisamente cuando debió anunciar cuál era el norte que guiaría a su candidatura presidencial, solo se atrevió a afirmar que, por el momento, no aspiraba a avanzar, sino solo a no retroceder.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)